La curva oculta del coronavirus que emerge entre los no vacunados de Canarias

Curvas de incidencia del COVID en Canarias

Toni Ferrera

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La incidencia acumulada es un indicador que suele emplearse para determinar cuán expandida está una enfermedad en un determinado periodo de tiempo y espacio. Durante la pandemia de coronavirus se ha hecho un hueco muy importante entre científicos, ciudadanos y medios de comunicación. Aparece a diario en la tele, la radio y la prensa. En las conversaciones cotidianas. En los informes de la evolución de la epidemia. Sin embargo, ahora puede ser que se haya quedado algo desfasado como barómetro por la vacunación masiva y el menor porcentaje de población susceptible a contraer la enfermedad.

El epidemiólogo Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, explica en un artículo publicado en elDiario.es que el valor principal a partir de ahora de la incidencia acumulada será “entender si la transmisión aumenta o desciende, no tanto el número absoluto, sino los cambios de tendencia”, y detalla que se trata de un indicador que se debe utilizar preferentemente con la población susceptible. De no ser así, la metodología sería incorrecta.

Hasta ahora eso era fácil de hacerlo. Calculábamos (y seguimos haciéndolo) la incidencia acumulada en Canarias, por ejemplo, dividiendo el número total de casos de COVID de los últimos 14 días por la población total del Archipiélago y multiplicando el resultado por 100.000. Pero ahora no hay mucho sentido en seguir así. Para una cifra más exacta, los vacunados deben salir de la ecuación.

El gráfico anterior muestra dos curvas de incidencia acumulada: una para toda la población de Canarias y otra para toda la población susceptible de contraer el virus en las Islas, una cifra que va bajando con el paso de los días por la administración de vacunas.

Vemos que la IA a 7 días el 21 de mayo entre quienes no están vacunados está en 60,29 casos por 100.000 habitantes, mayor que la que reporta Sanidad en sus informes diarios (45,77). A partir del 31 de marzo, fecha en la que el Ministerio que dirige Carolina Darias comenzó a hacer público el número de personas vacunadas con una dosis, la transmisión de la COVID entre quienes no están inmunizados muestra una tendencia similar a la IA que publica el Estado. Sube y baja prácticamente al mismo ritmo. Pero hay una diferencia de intensidad del 24% que representa un riesgo superior para los ciudadanos que no han recibido ningún pinchazo.

Debido al progreso favorable de la pandemia en Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han acordado permitir a los vacunados prescindir de la mascarilla incluso en interiores. Pero esto no es necesariamente una buena noticia para los que no están inmunizados. Todavía hay riesgo para ellos, como apunta a The Washington Post Lynn Goldman, miembro de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington. “Creen que es seguro. Pero no lo es. Parece que hay menos números, parece que está mejorando, pero no es mejor para aquellos que no están vacunados”.

¿Un cambio en la toma de decisiones?

A medida que la campaña de inmunización avanza, las infecciones de COVID están ocurriendo entre quienes no han sido inmunizados. No es lo mismo notificar 150 nuevos positivos cualquier día de mayo en Canarias, que hacerlo en septiembre, cuando se prevé lograr la inmunidad de grupo. Los gobiernos y organismos que analizan la marcha de la epidemia deben tener esto en cuenta.

Un ejemplo muy claro es el semáforo de indicadores que pinta el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). Ha ayudado a los Estados miembros de la Unión Europea a imponer restricciones y vetar la entrada a los viajeros de países con altos niveles de transmisión de la enfermedad. Para ello usaba como índices la incidencia acumulada y la positividad (porcentaje de pruebas diagnósticas que dan positivo con respecto al total). Es de esperar que el primero, poco a poco, vaya perdiendo peso en la toma de decisiones si no se ajusta el valor a la población no vacunada.

Otro caso: el semáforo que usan las comunidades para decretar niveles de alerta por COVID. Lo hemos visto en Canarias en casi todo el último año. Se analizan la incidencia acumulada (14 y 7 días), positividad y ocupación de pacientes COVID en UCI y planta. Y a partir de ahí se aplican o no medidas de protección (sin ir más lejos, Gran Canaria acaba de pasar a nivel de alerta mínimo de esta forma).

El portavoz del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, avanzó que este semáforo usado por las autonomías podría sufrir alguna modificación en las próximas semanas que contemplase el factor de la vacunación para levantar restricciones como el uso de mascarillas en exteriores, que cobraran más importancia otros indicadores y que no solo no solo se tuviera en cuenta la incidencia acumulada.

“Antes servía para tomar medidas restrictivas, ahora, cada vez será menos para eso, porque cada vez tendremos menos medidas más allá de las de prevención individual”, dijo a elDiario.es Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), “pero sigue siendo importante porque nos dirá, por ejemplo, la velocidad a la que se transmite el virus: si hay mucha población que ya no es susceptible pero alta incidencia, habrá que ver qué está pasando, o si nos dice algo sobre escapes de los efectos de las vacunas”.

“Espero que esto no se convierta en una sociedad partida en dos”, afirmó a The Washington Post la Secretaria de Salud de Maryland, en Estados Unidos. “Las personas que no están vacunadas son las que no llevan mascarilla ni se lavan las manos. Esas son las mismas que socializarán y estarán rodeadas de gente como ellos. Va a hacer que la pandemia continúe en esos grupos”.

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