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Doce años de cárcel para el joven que apuñaló a su tío mientras dormía

La Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a doce años de cárcel y a tratamiento psicológico durante tres años a Juan Martín Cabrera Pérez como autor del asesinato de su tío el 12 de octubre de 2007 en Las Palmas de Gran Canaria al golpearle con un martillo en la cabeza y asestarle dos puñaladas.

La Sala ha dictado dicha resolución en virtud del veredicto de culpabilidad emitido por unanimidad por un Tribunal del Jurado y tiene en cuenta la concurrencia de la circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal eximente incompleta de anomalía psíquica.

En este sentido, la sentencia --contra la que cabe interponer recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Canarias en el plazo de diez días-- impone asimismo al acusado la prohibición de tenencia y porte de armas por un período de diez años, el sometimiento a tratamiento ambulatorio de carácter psicológico-psiquiátrico durante tres años, y al pago de costas procesales.

La Audiencia considera así probado los hechos declarados también probados por el jurado que en su veredicto dictado el pasado 10 de marzo consideró que el acusado sufría una anomalía psíquica y una pobreza de recursos intelectivos y afectivos en el momento de los hechos y actuó “con alevosía” mientras su familiar estaba durmiendo.

El jurado consideró probado que el acusado convivía con su hermana y con su tío --quien padecía esquizofrenia-- en la avenida Primero de Mayo desde hacía cinco años y dependía de este último económicamente al carecer de trabajo.

''Estoy harto''

Igualmente, declaran probado que, en base a la propia declaración del procesado y por las pruebas mostradas por la forense en su autopsia y fotos de la policía científica, el 12 de octubre de 2007, sobre las cinco de la madrugada, Juan Martín Cabrera Pérez llegó al domicilio cuando su tío estaba durmiendo en la habitación y, en un momento determinado, cogió un cuchillo de cocina de 29 centímetros de longitud que se hallaba en un armario y cogió del mueble de la televisión un martillo, con los que se dirigió a la habitación de su tío diciendo: “Paco, Paco, estoy harto”.

Una vez en el interior, sin encender la luz, se acercó a la cama donde estaba acostado su tío y sin mediar palabra, ni discusión, ni aviso previo y de forma sorpresiva e inesperada, se colocó frente a frente y le asestó con el martillo un golpe en la cabeza. Su tío trató de incorporarse y, en ese momento, el procesado le asestó de forma rápida y directa una primera puñalada con el cuchillo debajo del esternón.

Le cortó la yugular

En ese instante la víctima trató de repeler la agresión con el antebrazo y la mano derecha y cuando estaba ya caído en la cama, el acusado le asestó una segunda puñalada en el cuello cortando la yugular y la carótida en todo el diámetro con cuatro cortes. Tales heridas le ocasionaron un shock hipovolémico a su tío que le provocaron el fallecimiento.

A continuación, el acusado, conciente de lo que había hecho, encendió la luz, dejó la camiseta que llevaba puesta y el martillo en el cuerpo de su tío y se dirigió al baño con el cuchillo donde se lavó las manos, su cuello y el cuchillo y envolvió éste en papel higiénico. Seguidamente se fue a la cocina, donde guardó el cuchillo dentro de un cubo de basura de la cocina.

El ruido despertó a su hermana, que, sin abrir la puerta de su habitación, le preguntó a su hermano qué había pasado. Él contestó que había matado a su tío, le pidió dinero y salió de la casa. En la calle llamó a un amigo suyo y le dijo que había matado a su tío, y estuvo en diversos bares de la ciudad hasta que, sobre las 08.10 horas, se personó en la Jefatura Superior de Policía de Canarias y confesó el asesinato.

No estaba bajo los efectos del alcohol

El tribunal de jurado también consideró que la confesión del acusado no resultó necesaria para esclarecer la identidad del autor de los hechos, toda vez que estaba “perfectamente identificado”.

Asimismo, tras las declaraciones de testigos de varios locales de copas y de los policías a los que el acusado se entregó, el jurado ve probado que Juan Martín Cabrera Pérez había consumido durante varias horas diferentes bebidas alcohólicas, pero no se encontraba en el momento de los hechos bajo sus efectos.

''Pruebas insuficientes''

Además, estimaron probado por unanimidad que como consecuencia de su situación familiar al tener que cuidar a su tío sin independencia económica, existiendo discusiones en el ambiente en que residía que le provocaban situaciones de angustia y de estrés, así como por carecer de trabajo, el acusado presentaba un trastorno en el control de sus capacidades volitivas, a lo que se añadía una inteligencia media-baja y una pobreza de recursos intelectivos y afectivos.

El jurado no considera oportuno que se suspenda la ejecución de la pena del acusado, así como tampoco cree oportuno pedir el indulto de éste al Gobierno central ya que “hay pruebas suficientes para su culpabilidad”.

Por todo ello, declararon culpable a Juan Martín Cabrera Pérez de causar la muerte de su tío “intencionadamente o bien admitiendo esa posibilidad, atacándolo mientras dormía, lo que implicaba que éste no pudiera defenderse”, siendo este hecho constitutivo de un presunto delito de asesinato.

“No digo que sea una maravillosa persona, cometí un hecho mal y tendré que pagar por ello, pero no quiero que se diga que soy un psicópata y un asesino porque no lo soy”, aseveró contundente Juan Martín Cabrera Pérez durante el juicio. “En ese domicilio ni mi tío ni mi hermana ni yo estábamos viviendo como una familia normal. No sé qué fue lo que me pasó, no sé lo que hice”, añadió.

“La mayoría de las discusiones eran porque mi hermana era muy nerviosa y muy maniática de la limpieza y mi tío era muy descuidado y siempre había insultos y amenazas entre ambos”, añadió el acusado, que señaló que a él no le “gusta la violencia”.

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