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Dos naves industriales albergan desde 1988 los restos de 137 aborígenes

La necrópolis de Maspalomas fue exhumada y almacenada en una nave industrial en la se apilan desde hace 20 años restos de más de 137 aborígenes, aunque las instituciones aseguran que en 2008 empezarán los trabajos para convertir este sobrecogedor lugar en un laboratorio abierto.

Los huesos, túmulos, piedras, esqueletos y momias, incluso de bebés, han permanecidos etiquetados en estanterías dos décadas en las que el Gobierno canario, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana no se han puesto de acuerdo para cumplir el compromiso de 1988 de excavar el cementerio aborigen con la condición de crear un museo.

La directora general de Patrimonio del Ejecutivo canario, Aránzazu Gutiérrez, explicó a Efe que el pasado mes de noviembre se produjo la primera reunión para discutir el futuro de este yacimiento y entre las tres instituciones, cada una en el ámbito de su competencia, resolver la situación.

La primera medida fue encargar un informe sobre la situación de los restos óseos, pues durante estos años se ha alertado del deterioro de su incalculable valor científico por la situación en la que se han llegado a estar los restos, bajo techos de uralita a altas temperaturas y sin condiciones de humedad adecuadas, pues hasta tuvo las ventanas rotas y perros y gatos paseaban por los túmulos.

Este informe desvela que aún no es tarde y se está a tiempo de obtener valiosa información, incluidos los descubrimientos que pueden ofrecer su ADN, manifestó a Efe el jefe del Laboratorio de Genética del Instituto de Medicina Legal, José Pestano, quien ha investigado las relaciones de los aborígenes con poblaciones africanas.

Las enfermedades, los hábitos alimentarios y las conexiones familiares son algunas de las posibilidades que ofrece este hallazgo, la mayor necrópolis excavada en Canarias con las últimas técnicas del momento, lo que ha ayudado a su conservación, pues las tumbas fueron envueltas en poliuterano y se extrajeron paquetes fúnebres que mantiene compacta la tierra para evitar la desconexión anatómica.

Dada la envergadura de los restos, las instituciones acordaron no moverlos de su actual emplazamiento y acondicionar el lugar para que un equipo de expertos investigue los restos al tiempo que el público pueda visitar el lugar de forma muy ordenada para que no interrumpa el trabajo de los arqueólogos.

La zona se puede convertir en un “magnífico laboratorio de estudio” que además se exponga al público, aseguró a Efe el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez, quien se congratuló de que hayan comenzado los contactos entre las instituciones.

Así, el Cabildo redactará el proyecto de acondicionamiento de las naves y su entorno, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ejecutará los trabajos y el Gobierno canario se encargará de designar el equipo de expertos que investigará los restos.

Este proyecto de laboratorio abierto supone una propuesta novedosa y una experiencia piloto de acercamiento de la arqueología a la población, aseguró Gutiérrez.

El estudio de las momias se extenderá varios años, pues hay que realizar una minuciosa investigación de cada paquete fúnebre, algunos enterramientos individuales y otros colectivos, e inventariar todos los vestigios, espacio que las instituciones aprovecharán para decidir la solución definitiva para este cementerio de 1.800 metros cuadrados y más de diez siglos de antigüedad, sea un museo sitio o cualquier otro alternativa.

Mientras tanto, restos de bebés, mujeres y hombres descansan en una nave industrial, situada en un barranco de Maspalomas junto a las instalaciones de la Cruz Roja, visible desde la autopista sin que la mayoría de la población imagine su inquietante contenido ni el espeso silencio de su interior.

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