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La promesa de pescar en Canarias deja a once marineros senegaleses abandonados sin sueldo en Lanzarote

Los once marineros senegaleses que llevan meses abandonados en Lanzarote

Natalia G. Vargas

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Madiaye lleva seis meses atrapado en el puerto de Arrecife, en Lanzarote. Junto a él, diez marineros senegaleses más malviven hacinados dentro del Gaztelugaitz, un pesquero de bandera española que solía faenar en aguas de Senegal. La sobreexplotación de la pesca en las costas de este país africano, derivada del acuerdo con la Unión Europea, obligó a siete barcos del País Vasco a buscar alternativas. El armador de la tripulación del Gaztelugaitz vio en Canarias la solución. Sin embargo, escudándose en los ''problemas económicos'' que sufre por esta crisis ha abandonado a su suerte a la tripulación. Madiaye es mecánico y lleva siete meses sin cobrar. Su padre y su madre siguen esperando por su salario para poder vivir. ''La situación es mala porque el dueño no nos puede pagar'', cuenta desde el interior del barco.

''No entendemos por qué han traído a los tripulantes senegaleses si no tienen permiso para trabajar en España'', apunta el inspector en Canarias de la International Transport Worker's Federation (ITF), Gonzalo Galán. De acuerdo con el inspector, el armador ha estado ''mal asesorado'', pero en los últimos días, según Galán, ha asegurado que saldará parte de su deuda. ''Es diferente según la persona, porque no todos cobramos lo mismo'', señala Madiaye.

Desde la ITF han solicitado una inspección para determinar los perjuicios causados a los once marineros, que han convivido en condiciones insalubres dentro del Gaztelugaitz. Sin comida, ni dinero. Solo la solidaridad de algunos compatriotas senegaleses que residen en Lanzarote y también de vecinos de la capital isleña han permitido a Madiaye y compañía subsistir estos meses. Cáritas y el Apostolado del Mar (Iglesia archidiocesana dedicada a apoyar a la gente que trabaja en el mar) también se han sumado a esta red de apoyo. Hasta el momento, el armador no ha dado señales de vida, y ha retenido la documentación de los trabajadores. ''Queremos nuestros pasaportes para poder volver a casa'', cuenta Madiaye.

En abril, la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife informó que desde el 3 de marzo otro de los atuneros que tuvo que abandonar Senegal, el Aita Fraxku, atracó en la capital tinerfeña procedente de Lanzarote. La Dirección General de Pesca del Gobierno de Canarias explicó a esta redacción que Senegal prohibió a los buques la captura de cebo vivo por estar ''sobreexplotado''. En esta línea, la Federación Regional de Cofradías de Pescadores del Archipiélago denunció que el atunero estuvo faenando a menos de 100 millas de las costas isleñas. La presencia de buques vascos en el Archipiélago provocó una fuerte tensión entre los marineros del Archipiélago, que se vieron ''amenazados por la entrada de competidores“ y ''obligados a amarrar sus barcos'' por el cupo de la tuna.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación explicó entonces que el Aita Fraxku podía seguir pescando en Senegal, pero ''tomó la decisión de abandonar el caladero por falta de rentabilidad'' y por ''dificultades operativas y competencia con otras flotas“. Pocos días después, a petición del atunero, el Ministerio concedió un permiso especial y temporal para capturar cebo vivo en el caladero nacional de Canarias.

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