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La propuesta para ampliar las terrazas de bares y restaurantes presiona al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

Una terraza provisional en El Tablero, Gran Canaria

Toni Ferrera

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Cuando Gran Canaria entró en el nivel 3 de alerta por COVID (riesgo alto) una de las propuestas para desahogar a la hostelería fue ampliar las terrazas de bares y restaurantes para alcanzar el 50% de ocupación sin obviar las medidas de seguridad contra el virus y dado que el servicio en interiores estaba prohibido. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria lo hizo “con el objetivo de contribuir al mantenimiento de este sector” aunque, como recalcó en su momento, siempre de forma “temporal y excepcional” hasta que la incidencia del virus devolviera a la isla redonda al nivel 2 (riesgo medio). Ahora que eso ha ocurrido, el Consistorio capitalino ha ordenado desmontar las denominadas “terrazas exprés”, lo que ha provocado una avalancha de críticas de la oposición y la creación de iniciativas populares destinadas a promover la cesión de espacios públicos a los locales de restauración.

Es el caso de la propuesta #YoAutorizo, del periodista de Onda Cero Canarias Sergio Miró, quien de manera informal ha “autorizado” al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria a “usar el pedacito de acera y el par de espacios de zona azul” que le corresponden para cederlos temporalmente como terrazas a los empresarios de hostelería. “Me encanta que esté cogiendo peso esta iniciativa”, dice Miró, “pero no es mi afán convertirme en estandarte del movimiento. Tenía ganas de iniciar este debate, aunque no soy portavoz de nada. Durante el nivel 3 muchos negocios se agarraron a este permiso, y me gustó ver cómo la gente estaba haciendo cosas para reinventarse. Me quedo con ese mensaje: ¿y si jugamos a pensar que los espacios públicos son de todos?”.

Antonio Márquez, vicepresidente de la Asociación de Bares y Restaurantes, suscribe el mensaje de Miró. “Nosotros pedimos esto desde un principio. Sabemos que no es aplicable a todos los locales, pero sí para que algunos sobrevivan”. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha reconocido que las terrazas exprés no han provocado problemas de convivencia, pero ha defendido su postura afirmando que “no tiene sentido que se abra la veda para la instalación de terrazas si ahora los establecimientos hosteleros están al 50% de su capacidad”, ha dicho el concejal de Urbanismo, Javier Doreste. Eso sí, aquellas propuestas que no dificulten el paso por la vía pública sí se van a estudiar. “Estamos dispuestos a sacrificar plazas de aparcamiento”, ha agregado Doreste. Las terrazas exprés sí se han mantenido en el sur de Gran Canaria.

PP y Ciudadanos han criticado la decisión del Ayuntamiento capitalino y la consideran una “persecución” al sector, según ha esgrimido la portavoz de los populares Pepa Luzardo. “Una vez más vemos cómo se persigue de manera sistemática al sector de la hostelería, a pesar de ser, junto al turismo, el más afectado en esta durísima crisis. Ante situaciones excepciones solo caben medidas excepcionales. No hay nada más importante que mantener los puestos de trabajo y, si es posible, propiciar la generación de más”. La portavoz de Ciudadanos en Las Palmas de Gran Canaria, Lidia Cáceres, también ha cargado contra el Consistorio que dirige Augusto Hidalgo (PSOE). “Esta es la ayuda del grupo de gobierno a los negocios más castigados por la pandemia, aplican la ley del embudo y ponen en riesgo la continuidad de muchos negocios, que podrían verse obligados al cierre”.

A Sergio Miró, por su parte, no le interesa que esto se convierta en un nuevo debate polarizado. Tampoco quiere abanderar nada. A él lo que le ha emocionado, dice, es ver cómo los empresarios no han bajado los brazos y han seguido buscando vías de negocio tras más de un año de pandemia. Recuerda que la actividad de varios gimnasios, por ejemplo, se realizó en la calle. Y que si no hay un “desmadre”, el concepto de llevar las tares al aire libre le parece estupendo. “Si es una manera de salvar los comercios que han aguantado hasta ahora, yo autorizo que mi cachito se use”, añade.

Esto de llevar las prácticas a la calle no es nuevo. Se lleva haciendo desde que estalló la epidemia y el consenso científico se instaló en que la transmisión del virus es mucho más probable en interiores que exteriores. Nueva York, por ejemplo, desarrolló el programa Open Restaurants para llevar a la vía pública los bares y restaurantes. La consigna neoyorkina fue clara: parques llenos y terrazas repletas de clientes que copaban las calles peatonalizadas. Así, la primera ola, que pilló de forma prematura al mundo entero, fue frenada, entre otras cosas, por la apuesta de Nueva York de llevar las actividades al aire libre. El alcalde Bill de Blasio aseguró que la medida, adoptada por más de 10.000 locales, fue “un éxito extraordinario” y ha acordado su extensión permanente.

Open Restaurants fue un experimento grande y audaz para respaldar una industria vital y renovar la imagen de nuestro espacio público. Al comenzar una recuperación a largo plazo, estamos orgullosos de extender y expandir este esfuerzo para mantener la ciudad de Nueva York como la más vibrante del mundo. Es hora de una nueva tradición”, sentenció Bill de Blasio. 

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