Rubia, tostada, negra y muy viva: Ruta de la cerveza artesana de Lanzarote
De Malpeis (Tinajo) a Agüita (Tahiche) para terminar en Nao (Arrecife). En Lanzarote hay tres fábricas de cerveza artesanal, que coinciden en tres cosas: cada producto es diferente, todos son naturales y artesanos, y “hay mercado para todos”. Cuantas más, mejor.
En febrero, después de dos años de “papeleo”, abrió en Tinajo Malpeis, un proyecto de los lanzaroteños Tania Delgado y Orlando Niz. Ella, ingeniera agrónoma y enóloga. Él, tenor y maestro cervecero.
Una tarde, en un hotel de Finlandia, el cantante lírico empezó a investigar por su cuenta el proceso de elaboración de la cerveza. Ya en Lanzarote, empezaron los experimentos. En un garaje, “donde empieza todo lo bueno”.
Tania había terminado su trabajo en bodegas Bermejo y no quería esperar a la siguiente vendimia para emplearse. Así que “en un calentón” empezó a elaborar cerveza. Hizo un curso en la Cámara de Comercio dónde le ayudaron a elaborar un plan de viabilidad económica para su negocio.
Quieren hacer una cerveza “con grano de Lanzarote”, pero de momento sólo pueden usar un 20% de cereal local, porque el resto necesita ser malteado y en Lanzarote no hay malterías que puedan hacerlo. Lo traen de Bélgica.
El malteado es un proceso que humedece el grano hasta hacerlo germinar. Después se tuesta para facilitar la extracción de los azúcares del cereal. La malta resultante determina el sabor de la cerveza.
Malpeis produce tres variedades: la Jable (rubia, 5,3 grados), la Bermeja (6,4 grados, tostada, más aromática, más potente) y la Rofe (negra, prácticamente un postre). Desecharon una que bautizaron ‘vintage’, porque era muy amarga. A ellos les gustaba, pero temieron que no cuajara en un mercado muy acostumbrado a cervezas más ligeras.
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