Erupción en La Palma, un año después

Salir adelante con la casa bajo la lava y un negocio en Puerto Naos, el pueblo fantasma de La Palma

Operarios del Cabildo de La Palma encargados de realizar las mediciones en Puerto Naos para que los vecinos puedan acceder a sus propiedades para ventilar y retirar enseres

Natalia G. Vargas

Los Llanos de Aridane —

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Goreti tenía un ritual en su antigua casa, localizada en el barrio de Todoque. Todas las mañanas salía a la terraza a tomarse el primer café del día y un cigarro. El 19 de septiembre de 2021, la erupción volcánica de Cabeza de Vaca truncó para siempre esta costumbre. Su casa y la de sus hermanos fueron arrasadas por una de las coladas del volcán de La Palma. Ahora vive de alquiler en Tazacorte, en un piso de 55 metros cuadrados en el que apenas entra la luz natural. Su negocio sigue en pie, pero lleva un año cerrado. Está en Puerto Naos, un núcleo turístico desalojado y transformado en un pueblo fantasma por los gases letales que permanecen en él. “Decidí encargarme yo de todo el papeleo, y eso me obliga a pintarme los labios todas las mañanas y a salir a la calle, porque si no…”.

Puerto Naos sigue apareciendo en Internet como un enclave obligatorio para los visitantes de La Palma. Sin embargo, en Google Maps un apunte acompaña a todos los establecimientos de la zona: “Cerrado temporalmente”. Donde antes había vida y constante movimiento de personas, ahora solo queda silencio y abandono. En el resto de la isla, la misión imposible de regresar a las casas y reabrir los negocios desespera a los palmeros y palmeras. Hasta el momento, según los datos ofrecidos por el Gobierno de Canarias, al menos 180 personas siguen viviendo en hoteles habilitados para los vecinos sin alternativa habitacional. La mayoría son habitantes de Puerto Naos y La Bombilla. 

Carlos Manuel es uno de los hombres que lleva casi un año viviendo en estos complejos. “Estamos muy mal. Pensé que se iba a arrimar más el hombro, pero veo que no ”, lamenta. El pasado 14 de septiembre, 200 personas entre vecinos y propietarios afectados de estos barrios se reunieron con miembros del comité científico para buscar soluciones y formas de “convivir con los gases de origen volcánico”.

“No será permanente, pero no sabemos cuánto va a durar”, concluyó el vulcanólogo Nemesio Pérez. El científico Pedro Hernández añadió que la letalidad de los gases es mayor en los garajes y plantas bajas de las viviendas. “Bajar al sótano a coger la bicicleta igual puede costarte la vida”, aseveró. 

“Hay un problema de acumulación de dióxido de carbono en la zona. Se han hecho varios trabajos de análisis sobre la procedencia de ese gas. Viene de abajo, de un cuerpo magmático, y dificulta o hace imposible la estancia”, ha explicado el vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGNT) Stavros Meletlidis en una entrevista concedida a este periódico.

El pasado martes, durante una visita organizada por el Cabildo de La Palma, los técnicos encontraron dos tórtolas muertas dentro de un garaje donde los niveles de oxígeno no superaban el 13%. “Si en ese garaje entra una persona, a los minutos perdería el conocimiento y después, la vida”, explicó a Efe el técnico de seguridad y emergencia del Centro de Coordinación Operativa Insular (Cecopin), Rafael García. 

Goreti es propietaria de una empresa que organiza viajes en parapente. “Yo cerré antes del volcán porque, aunque no había nada oficial, se estaban moviendo muchos aviones y helicópteros por la zona. En ese entonces Todoque estaba supuestamente fuera de peligro, así que trasladamos muchas cosas de la oficina de Puerto Naos a casa”, recuerda. 

La palmera de 53 años ha recibido una ayuda de la Cámara de Comercio y, junto a las donaciones de particulares y un pequeño ingreso para el alquiler por parte del Gobierno autonómico, es el único aporte económico que ha recibido hasta el momento. “No he recibido los 60.000 euros del Estado. Y de los 30.000 euros del Gobierno de Canarias, qué decirte. Ni están ni se les espera”, cuenta. Goreti asegura que tiene “el no por delante” del Estado porque recibió el dinero del seguro cuando desapareció su casa. “Pero eso se lo va a quedar el banco para terminar de pagar la hipoteca. El enfado más grande que tenemos es ese. No saber por qué a unos sí y a otros no”, añade. 

Según el último informe Medidas y ayudas para la emergencia y la reconstrucción de La Palma, elaborado por el Gobierno de España y el Ejecutivo autonómico, 489 familias han recibido hasta ahora la indemnización de 60.000 euros por la pérdida de la vivienda. En total, 1.600 casas desaparecieron durante la erupción. De ellas, 1.026 eran primeras viviendas. 

Sin un futuro claro

Para Goreti, planificar el futuro es imposible. Su ideal es volver a construir una casa en la misma zona en la que la tenía. “Nos dijeron que este mes empezarían a expropiar los terrenos para crear un nuevo Todoque. El objetivo es hacerlo de la forma más parecida a lo que teníamos, con los mismos vecinos. Pero el tiempo va pasando y yo no veo movimiento”, lamenta. 

“Si tuviéramos algo, alguna fecha… Pero, ¿quién se fía ya?”, cuestiona. “No se dice nada, hay una incertidumbre total. No se sabe si los gases acabarán hoy o dentro de un año. Tampoco si los ERTE específicos para la emergencia de La Palma se van a prorrogar más”. En los próximos meses, las viviendas tipo contenedor instaladas en Los Llanos de Aridane serán entregadas a algunos damnificados. “A ver si eso deja más casas libres y puedo mudarme”, espera.

Su hermana y su madre son dos de las beneficiarias de estas casas. Teodora es su madre y tiene 92 años. La erupción empeoró su estado de salud y la empujó a una silla de ruedas. “Tuvimos la ”suerte“ de tener un contenedor para mi hermana y otro para mi madre. Me dijeron que el de mi madre estará adaptado y será más ancho”, cuenta. Goreti describe esta solución como un “milagro”. “El hecho de tener un contenedor para ella sola ha sido un chute de vitamina. Está muy ilusionada y ya está planificando cómo quiere vivir. Quiere una casa alegre y pasar unas navidades con muchas luces y un árbol en el exterior”, celebra. 

Para otros vecinos, que después de un año de emergencia las casas que se entreguen sean tipo contenedor es un ejemplo de una “desastrosa gestión”. Así, es una de las razones por las que los damnificados han convocado una manifestación para el próximo 19 de septiembre, cuando se cumple un año desde que el volcán entró en erupción. 

Después de 365 días, Goreti asegura que el dolor que sienten es “diferente”. “Duele de otra forma, no es tan explosivo y no cualquier cosa te hace llorar. Ahora lo que se siente es una angustia en la garganta que dices, ”¡Dios mío! No salimos, no salimos de esta“, narra. ”Antes llorábamos por lo que perdimos y ahora yo estoy llorando por lo que no voy a poder conseguir. No sé por dónde voy a tirar. Con 53 años que tengo, siendo mujer, soy joven para acceder a algunas ayudas o para trabajar, pero soy vieja para volver a empezar“,  lamenta.

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