Telépatas

Estación de Metro, Madrid.

Leandro Betancor Fajardo

10 de abril de 2022 19:50 h

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Lo más complicado para un telépata es iniciar una conversación. Qué difícil es saber quién se comunica contigo cuando no lo tienes delante. La conexión no siempre sucede de forma visible y a veces, quienes disfrutamos de este don, parecemos confundidos o despistados… -como ese famoso y viral GIF de John Travolta, gabardina en mano, en “Pulp Fiction”- pero en el fondo sólo estamos tratando de comunicarnos o queriendo descifrar quién está al otro lado de ese hilo invisible que conecta nuestras mentes. 

De camino al Congreso Mundial de Telepatía, celebrado recientemente en Madrid, algo así me pasó mientras bajaba al andén de la estación de metro. En mi cabeza una voz de eco femenino me advertía “Por ahí no es”. “Por ahí no es” repetía insistentemente mientras yo, en mitad de la escalera mecánica, buscaba con la mirada a mi alrededor de dónde provenía esa voz. 

No la encontré pero gracias a su aviso advertí que me dirigía al andén equivocado y pude rectificar a tiempo de coger el tren en el sentido correcto. 

Al llegar al Palacio de Congresos no se escuchaba una voz y tras algunos segundos de silencio los asistentes aplaudían. Esto se repitió durante la siguiente media hora en cuatro ocasiones. En el estrado el doctor Penrose, mirando fijamente a la platea, se paseaba de un extremo al otro del escenario, insisto, sin abrir la boca en ningún momento y recibiendo intermitentes aplausos. En la pausa de una de esas ovaciones volví a escuchar de nuevo la voz del metro: “llegaste a tiempo” decía. Y luego “me alegra volver a verte”. Mi inquietud era cada vez mayor pues seguía sin descifrar, entre tanta gente callada, a la dueña de aquella voz que se alojaba en mi cabeza. 

Resignado, salí de aquella sala y me metí en otra una planta más abajo, donde la presidenta de la Asociación Española de Sinestesia, invitados este año al congreso, daba la bienvenida a sus socios con una charla de nombre algo cómico, “Sebastian Bach: ¿marrón o salado?”. Cabe recordar que la sinestesia es ese fenómeno que hace que algunas personas mezclen sus sentidos, observen colores cuando escuchan música o sientan algún sabor a través del tacto. Así que el título de la conferencia resultaba de lo más apropiado. 

Los canapés eran mejores que una planta más arriba. Deliciosos y azules resultaron ser los bocaditos de Pink Floyd y las empanaditas picantes de atún, bautizadas para la ocasión como “barquitos con aroma de fuego”. 

Con uno de esos bocados en la boca hete aquí que apareció frente a mí la dueña de aquella misteriosa voz, esta vez sí con sus cuerdas vocales diciéndome “por fin te encuentro”.

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