Uno de los testigos se autoinculpa de la muerte del bebé en Fuerteventura
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas, presidida por Pilar Parejo, decretó este martes la libertad provisional de una pareja acusada de presuntamente matar “con gran violencia” a un bebé de seis meses, hija de la mujer, el 5 de enero de 2007 en Puerto del Rosario (Fuerteventura), tras la declaración sorpresiva como testigo de Iván G.P., uno de los hermanos del coacusado que confesó haber sido supuestamente el autor material de las lesiones que produjeron el fallecimiento de la niña.
Tras un receso de 45 minutos y tras cerca de cinco horas de juicio, la Sala acordó su suspensión para que se lleve a cabo una instrucción suplementaria y remitir las actuaciones al Juzgado de Instrucción número 3 de Puerto del Rosario a fin de que tome declaración en calidad de imputado a Iván G.P.
Asimismo, la Sala acordó la petición de libertad provisional de María Inmaculada V.G., de 20 años de edad, y Yeray G.P., de 23 años, acusados de dos supuestos delitos de homicidio y otros dos presuntos delitos de maltrato habitual, planteada por el Ministerio Fiscal, y a la que se adhirió la acusación particular y los abogados de la defensa. Según el fiscal, no concurre en ambos procesados riesgo de fuga y han cumplido dos años de prisión, “un período de tiempo más que razonable” y sólo tendrán que acudir a los juzgados a firmar los días 1 y 15 de cada mes.
Después de 2 años de silencio, el ahora imputado, Iván G.P. reconoció bajo juramento que la niña estaba llorando la noche del 4 al 5 de enero, él se despertó y fue a la habitación donde estaba el bebé, su madre con su pareja --a la vez su hermano-- y la otra hija, cuando éste la cogió y “se le fue de las manos”.
“Cogí a la niña, la saqué de la cuna, la agarré, me hizo un hipo extraño, me asusté y se me fue de las manos. Cayó en la cuna y se oyó un plof. La niña dejó de llorar y se calló. A lo mejor fui yo quien la maté”, relató Iván G.P.
De esta manera, Iván G.P, --quien declaró por videoconferencia desde los juzgados de Puerto del Rosario, en Fuerteventura--, creyó que la menor no murió en el momento y se fue a dormir. Reconoce hoy lo ocurrido para “tranquilizar” su conciencia. “Miedo no le tengo a nadie, pero lo digo ahora para tranquilizar mi cabeza”, añadió.
“Yo llevaba varias noches sin dormir porque la niña lloraba y la madre pasaba de ella. Le decía a su madre que la niña se le iba a morir porque no la llevaba al médico”, agregó. Pensó que el día 5 de enero la madre del bebé llamaría a la Policía, se fue a trabajar y al regresar a la casa su hermano le llamó y le dijo que la niña “estaba muerta” y le pidió que “avisara a la Policía”. Asimismo, Iván G.P. se mostró convencido de que la madre sabía que la niña estaba muerta “antes” de irse ella a trabajar en un centro comercial.
Durante la declaración, una familiar de la joven acusada y madre del bebé salió de la sala llorando. Tras la deliberación y el dictamen de la Audiencia los dos acusados salieron de la sala sonrientes y apoyados por sus familiares y amigos, a quienes verán en las próximas horas en cuanto salgan del centro penitenciario de Salto del Negro en la capital grancanaria.
Una confesión “extraordinaria” en la Audiencia de Las Palmas
Ésta es la primera vez en los últimos 20 años que la confesión de un testigo da un giro radical al juicio, según manifestaron fuentes jurídicas, que recordaron que en 1991 se produjo la confesión in situ en la sala de un hijo que intentó proteger a su padre acusado de un presunto delito de asesinato en el llamado crimen de la autopista, pero el testigo “entró en contradicciones” y la Sección Primera de la Audiencia Provincial desestimó su declaración y continuó el juicio, que concluyó con una sentencia condenatoria.
Por su parte, el fiscal dijo que Iván G.P. es “el autor material de las lesiones que han podido causar la muerte de la niña”. La acusación particular del Cabildo de Fuerteventura, representada por Manuel Fajardo, incidió en que su relato “concuerda con los análisis forenses sobre las lesiones de la menor y de que su muerte no fue inmediata”. Antes de conocer el dictamen de la Sala Fajardo señaló que “todos sabían lo que pasó y todos intentaron ocultarlo”.
María Inmaculada V.G. culpó en el juicio a su otra hija, que entonces tenía un año y medio, de los moretones y mordeduras del bebé, así como atribuyó las lesiones a su novio, quien, según ella, “tenía excusas para todo” y el día de los hechos jugaba a la play station mientras debía cuidarlas.
“Siempre creí que los cardenales y mordeduras en el cuerpo” de la niña se los hacía “mi otra hija”, aseguró la procesada, quien aseguró que no sabía que sus hijas “corrían peligro”. “No pensé que fuera a pasar esto. Yo siempre tenía a mis hijas bien cuidadas porque las quiero a las dos por igual”, agregó M.I.V.G., que consumía hachís, mientras que su pareja, que era consumidor habitual de cocaína, negó haber agredido al bebé. “Yo no la toqué nunca ni una mijita y no sé quien fue”, afirmó el coacusado.
Igualmente, María Inmaculada V.G. dijo que no había inscrito a su bebé en el registro civil porque ella en aquel entonces era menor de edad y “por dejadez”, así como admitió que nunca llevó a su pequeña al médico por “miedo” a que se la quitaran y la culparan de “los cardenales”.
Indicó que su niña había estado vomitando días antes y el 5 de enero el bebé “comió poquito”. “Yo con mis hijas no me pongo nerviosa, no la zarandeé, la dejé acostada en la cuna en pañales y me fui a trabajar”, apuntó, al tiempo que hizo hincapié en que su hija “estaba viva” cuando abandonó el hogar. Al llegar al trabajo, presentía que “había pasado algo malo”, llamó a casa y su pareja le dijo que fuera porque su hija estaba “muerta”.
Por su parte, Yeray G.P. dijo que convivió con María Inmaculada V.G. durante cinco meses y se hizo cargo del bebé. Explicó que el día de los hechos se levantó a las 10.30 horas y fue al salón para jugar con la play station, mientras la chica le daba de comer al bebé. El procesado entró en la habitación sobre las 15.30 horas para ver cómo estaba la pequeña, a la que vio “boca abajo” y al darle la vuelta se percató de que “no respiraba y tenía los labios y las uñas moradas”. Acto seguido, alertó a su hermano Iván G.P.. “No sé cómo se ha podido producir la muerte”, añadió Yeray G.P. que entró en contradicciones y se negó a contestar a preguntas de la abogada de su ex novia.
“Síndrome del bebé zarandeado”
Por otro lado, declararon también ocho peritos, algunos de los cuales manifestaron que las lesiones del bebé cuadran con el “síndrome del bebé zarandeado”. Incidieron en que la niña “fue zarandeada y como consecuencia de ello sufrió hemorragias cerebrales”. Un médico agregó que la muerte del bebé “no fue inmediata” sino que tuvo un “período de supervivencia en el que se le pudo salvar y no se hizo”.
Asimismo, los médicos constataron que las mordeduras que presentaba en el cuerpo la niña eran de un “adulto” y una de ellas coincidía “cien por cien con la dentadura de la madre”. Descartaron que Yeray G.P. hubiera producido esas lesiones y rechazaron que las mordeduras pudieran corresponder a la niña mayor.
La joven pareja permanecía en prisión provisional por esta causa desde el 10 de enero de 2007 acusados de dos supuestos delitos de homicidio y dos delitos de maltrato habitual, por los que la Fiscalía y la acusación particular del Cabildo de Fuerteventura reclamaban antes del juicio 18 años de cárcel para cada uno, mientras que los letrados de la defensa pedían la libre absolución.