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De Nuadibú a Gran Canaria para poder ver por primera vez

Salah Dine El Bechir Saleck.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

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“Una vez trasladamos desde Nuadibú a Las Palmas de Gran Canaria a cuatro niños ciegos desde que nacieron porque tenían cataratas congénitas para que fueran operados en el Hospital Materno-Infantil. Recuerdo el momento, cuando salieron del ascensor y te ven por primera vez, se miran al espejo… fue un orgullo inmenso, no se puede explicar la sensación de felicidad que produce esa sensación con palabras”. Así relata Salah Dine El Bechir Saleck uno de los episodios más emotivos que ha vivido como coordinador del Programa Humanitario de Ayuda Médica al Pueblo Mauritano creado desde el año 1998 por el Rotary Club de Maspalomas y, posteriormente, gestionado por el Rotary Club de Arucas.

“Se trata de clubes de amigos que hacían una labor humanitaria”, explica El Bechir, que especifica que “eran médicos tanto canarios como de la península que se trasladaban hasta Nuadibú”. Llegaron a tratar a más de 50.000 pacientes, tanto en Mauritania como en Canarias, con más de 1.000 intervenciones quirúrgicas, en su mayoría de cataratas. “Durante los años de la crisis económica en España, los clubes se vieron obligados a paralizar el programa”, pero El Bechir ha continuado ejerciendo desde el terreno: “Ahora coordino un centro humanitario en cooperación con una fundación de Alicante”.

Hoy en día también es secretario general de la fundación Nouadhibou Visión y delegado de la comuna de Nouadhibou para la cooperación humanitaria en España, pero aún recuerda sus comienzos cuando, al saber hablar en español, empezó a buscar ayuda para la población más necesitada de su ciudad natal “y Dios metió en mi camino a dos rotarios canarios, uno del Club de Arucas y el otro de Maspalomas”.

Así, consiguió que familias en situación de extrema pobreza, y que necesitaban de un tratamiento médico especializado imposible de alcanzar en Mauritania para que sus hijos pudieran ver por primera vez, pudieran ser trasladados en aviones del Ejército del Aire hasta la capital grancanaria. “Ahora la situación está mejor que en 1998 porque hay más infraestructuras, hay un nuevo gobierno en Mauritania que ha invertido muchos fondos en la mejoría de la vida social de los ciudadanos, pero sigue haciendo falta hacer más. En Nuadibú siempre hemos sido dependientes de la cooperación canaria”, cuenta El Bechir.

Este viernes 28 de septiembre, El Bechir ha participado en la Primera Conferencia Internacional de Rotary en Maspalomas para hablar de la cooperación entre Canarias y Mauritania, que ha tenido lugar en el sur de la isla, concretamente en el Hotel Lopesan Costa Meloneras.

“Mauritania también fue víctima de la crisis de los cayucos”

El Bachir recuerda con nitidez la llamada crisis de los cayucos, que alcanzó su pico en 2006, cuando llegaron a las costas isleñas más de 30.000 personas que partían en su mayoría desde Senegal o Mauritania en pateras o cayucos.

“Muchos salían desde Nuadibú, aquello fue un drama muy fuere”, rememora El Bachir, quien aclara, sin embargo, que las personas que decidían partir eran de otros países “porque el mauritano no emigra” y asegura que Mauritania también fue víctima de esta situación al ser el último lugar de paso del África Subsahariana hacia Europa.  

“Estas personas salían de Senegal o Mali y tenían una voluntad inquebrantable a la hora de hacer la travesía, incluso aunque fallaran y estuvieran a punto de perder la vida, lo volvían a intentar. Recuerdo el ejemplo de un chaval joven que jamás olvidaré, que me decía: soy el único varón de nueve hermanos y me da vergüenza cada mañana cuando tomo el desayuno con ellas porque no tengo trabajo, por eso prefiero morir en el mar que volver a Senegal y voy a volver a intentarlo”.

El Bachir relata que en aquellos años España era un destino muy atractivo porque estaba el boom de la construcción y había trabajo, lo que permitía a los migrantes soñar con enviar dinero a sus familias desde Canarias, “las familias se endeudaban para poder mandar a sus hijos en patera, pero era un viaje a la muerte”.

Los acuerdos de externalización de fronteras con países como Mauritania y Senegal para que se frenara en origen las pateras o los cayucos -que permitía la intervención de fuerzas y cuerpos de seguridad de la Unión Europea-, los acuerdos de repatriación, la peligrosidad del viaje o la crisis económica frenaron la llegada de personas vía marítima de África al Archipiélago.

“Nosotros ahora tenemos en Nuadibú un destacamento de la Guardia Civil, otro de la Policía Nacional y nuestras fuerzas armadas, que ahora están bien formadas, y gracias a esto ha descendido el número de pateras o cayucos que salen desde aquí. Hacen patrullas conjuntas para disuadir a la gente y salvarles de la muerte”.

Para El Bachir, esta cooperación “es muy importante”, pero también recuerda que fruto de ello, en otros países africanos “surgieron voces discordantes, que nos llamaban la policía de Europa, y en algunos hubo incluso represalias hacia los ciudadanos mauritanos, pero al final se dieron cuenta de que es para su bien. Ahora es algo normal”.

De enero a agosto de 2018 han llegado 496 personas vía marítima a bordo de pateras o cayucos a Canarias, una cifra inusual respecto a la dinámica de años anteriores. Por ello, el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, mantuvo en junio una reunión con el actual ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien viajó durante el mes de julio a Nuakchot (capital de Mauritania) para reunirse con su homólogo en el país africano y prevenir un posible repunte de la ruta migratoria hacia Canarias. 

Unas semanas después llegaban a Canarias noticias de pateras o cayucos interceptadas en Mauritania en pocos días en operativos de cooperación entre la Policía Nacional, Guardia Civil y el ejército mauritano. “Esta cooperación es muy importante porque se está consiguiendo interceptar en origen a las personas que quieren hacer el viaje y salvarles la vida” expresa El Bachir, quien sin embargo es consciente de que esta forma de proceder no ataja el problema porque “sigue habiendo otras rutas migratorias, ahora por Marruecos, hacia Ceuta y Melilla o por el Estrecho”, puesto que el cierre de fronteras obliga a los candidatos a la emigración a elegir otras rutas.

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