Una violenta erupción creó una gigantesca caldera de colapso en Gran Canaria
Hace 14 millones de años una erupción volcánica formó en Gran Canaria la única y gigantesca caldera producida en el Archipiélago canario por colapso: una violenta explosión de magma salió velozmente a la superficie y con ella surgieron las ignimbritas o “rocas de nube de fuego” como material asociado.
La evolución geológica de Gran Canaria ha producido unas formaciones únicas en Canarias por su magnitud y circunstancias, como la citada caldera de colapso, y de este último caso existen pocos ejemplos tan “claros” a nivel planetario, afirma en una entrevista a EFE el biólogo Juan Sergio Socorro.
El investigador, que es responsable de la Cueva del Viento, hablará el viernes en el Museo de la Naturaleza y el Hombre del Cabildo de Tenerife sobre las “Catástrofes volcánicas en Canarias” y en concreto, de la enorme caldera de Tejeda, que mide 28 por 18 kilómetros de superficie y de la que sólo quedan restos de la mitad del perímetro.
Juan Sergio Socorro indica que este caso es el único en el archipiélago en el que se ha demostrado “al cien por cien” que se trata de una caldera de colapso, pues en lo que se refiere a la de Las Cañadas del Teide hay varias teorías, como la del deslizamiento gravitacional, que parece la más probable por las evidencias científicas.
Las “huellas” de esta caldera de la mitad oeste de Gran Canaria se extienden desde el barranco de Agaete, Andén Verde, Veneguera y Mogán al barranco de Arguineguín.
En su perímetro se perciben unas capas verde-azuladas (como los “azulejos” de Veneguera) y por debajo de dicho nivel se encuentran los primeros basaltos de la isla, la Gran Canaria primigenia.
Explica el investigador que cuando se produce una erupción no sale al exterior todo el magma, pues parte de él se queda a unos dos o tres kilómetros de profundidad, en lo que se denominan las cámaras magmáticas residuales.
Al ir enfriándose lentamente cristalizan algunos de sus minerales, que se depositan en el fondo de la cámara magmática, como sucede con los ricos en hierro.
Cuando a este residuo magmático llega una nueva inyección de magma basáltico procedente del manto terrestre “como si se apretase una jeringuilla con más líquido”, aumenta la presión y desequilibra al sistema.
Este fenómeno es el que, en el caso de la caldera grancanaria, hizo explotar el residuo magmático que estaba evolucionando y desgasificándose y en esa ruptura se provocó una gigantesca explosión, una nube ardiente que salió por la periferia, hacia varios puntos, y produjo un escape de material magmático bastante rápido, en quizás menos de dos horas.
Al quedar vacía esa cámara la cubierta de la isla “colapsó”, se hundió, y además generó un tipo de roca muy particular, con matriz rosada llena de cristales blancos que es la ignimbrita, una “de las más raras y extrañas que se pueden encontrar”.
La ignimbrita se encuentra fuera del perímetro de la caldera y el magma fue tan pulverizado, como un spray muy fino, que en la roca resultante se percibe en estructuras casi microscópicas.
En la caldera se observan además las huellas de más de dos millones de años de evolución geológica posterior, sobre todo en las cabeceras de los barrancos de Agaete y de Mogán que, en la parte inferior, tienen lavas horizontales de basalto y por encima, en el nivel superior, materiales más gruesos e inclinados “como tratando de salir de la caldera”.
Además, explica Juan Sergio Socorro, hay un sistema de diques cónicos en el centro de la caldera, que quedó debilitada por las explosiones y condicionó de esta forma la estructura de la isla.
Los diques son los conductos por los que asciende la lava en determinadas erupciones, sobre todo las basálticas, que generan una grieta por donde se va inyectando el material y cuando éste alcanza la superficie, surge el volcán.
En el caso de Gran Canaria se formaron diques cónicos con un foco a unos 2 kilómetros bajo el nivel del mar, en lo que antes era el centro de la isla, y desde ahí cada vez que se producía una inyección de nuevo magma tendía a salir en forma de conos.
Esos diques cónicos no se han encontrado en otras islas salvo en el caso de Vallehermoso en La Gomera, donde se localizan a menor escala.