''Una voz me dijo híncale el cuchillo''

La acusada de asesinar a su pareja, el alemán Bernfried Kart Grobb, ha afirmado este martes que le acuchilló tras escuchar una voz que le decía “acércate, clávale el cuchillo, ha sido él, híncale el cuchillo. Sí, le pinché en el estómago porque él me lo clavó en la cabeza en Navidad. Estaba en la cama y le pinché con el cuchillo”.

María Paz M.R. sufre un trastorno bipolar con rasgos de esquizofrenia, según se explicó este martes durante el juicio con jurado que se sigue contra ella en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, pero asegura que cuando mató a Bernfried, el 24 de agosto de 2007, en un apartamento de Costa del Silencio, en Arona, llevaba tiempo sin tomar la medicación pero abusaba del alcohol. Incluso telefoneó al día siguiente al fallecido, por lo que los peritos sospechan que no tenía muy claro que lo había matado.

La declaración de María Paz ha puesto de manifiesto que, en efecto, sufre un grave problema mental, en el que se apoya el abogado de la defensa como eximente para pedir su absolución. Respondió al fiscal que Bernfried no era su pareja, pese a que vivía con él. “Le conocí en el psiquiátrico. Él se metió en medio de mi divorcio porque quería casarse conmigo, pero yo no quería. No abría las ventanas porque padecía sinusitis y me tenía drogada para abusar de mí. Yo oía una voz que decía échate la medicación, yo oía esa voz, pero él se había cambiado el color de los ojos con las lentillas”.

María Paz alteró su versión de lo ocurrido ese 24 de agosto en varias ocasiones, pero pese a que declaró ante la Policía Judicial que había matado a su compañero sentimental, ante el jurado se negó a reconocer al fallecido como tal. “Yo dormía en esa casa de vez en cuando y la limpiaba”, dijo. Bernfried también tomaba una fuerte medicación, un opiáceo, para calmar el dolor, ya que padecía cáncer y cirrosis. En un momento, la acusada llegó a decir al fiscal que hizo una salsa para un pollo en la que puso varias pastillas machacadas del opiáceo, algo que también aseguró que le había contado uno de los dos policías locales que la encontraron cuatro días después del crimen, dentro de un saco de dormir, en una playa de Las Américas, a unos 15 kilómetros del apartamento.

En la sangre de Bernfried se hallaron hasta 16,21 miligramos por litro de sangre del opiáceo, una cantidad letal, pero los forenses del Instituto de Toxicología no se atrevieron a asegurar que esa fuese la cantidad de medicamento que circulaba por las venas de la víctima en el momento de la muerte, ya que el cadáver fue hallado en avanzada fase de descomposición y pudo haber una redifusión cadavérica, de tal forma que no se puede saber si la procesada “durmió” a la víctima para asesinarla o si todo es una invención. No se analizaron los restos de comida.

Lo que sí se ha corroborado es que María Paz puso, o intentó poner, una denuncia por malos tratos ante la Guardia Civil de Las Américas, pero mezcló la denuncia con que la perseguía un monstruo y los agentes optaron por llevarla a un centro médico del sur de Tenerife para que la valoraran psiquiátricamente.

Hechos inexplicables

Mientras el fiscal sostiene que María Paz pudo “dejar” dormido a Bernfried con las pastillas que añadió a la salsa para acuchillarle sin posibilidad de defensa, por lo que califica el crimen como un asesinato, la defensa alega que hubo una discusión previa, lo que elimina esa agravante y rebaja el delito a homicidio. María Paz declaró al fiscal que “después de pincharle, él cogió el cuchillo, me dobló los brazos y me tiró al suelo, pero yo le volví a pinchar”. El cuerpo de la víctima mostraba en el abdomen varias incisiones no profundas por arma blanca, además de la cuchillada mortal, También un corte “coetáneo” en la muñeca izquierda, que pudo ser una herida de defensa.

Sin embargo, hay hechos difíciles de explicar todavía en esta muerte, ya que todos los agentes de la Policía Judicial están convencidos de que Bernfried fue acuchillado en la cama, pero apareció muerto junto a la taza del wáter, con los calzoncillos bajados, como si hubiera ido a defecar sin darse cuenta de que estaba agonizando. Tampoco se ha explicado aún cómo, si fue agredido en la cama, pudo llegar hasta el cuarto de baño sin dejar ni una gota de sangre en el camino.

El fiscal pide una condena para María Paz de 17 años de cárcel, además de una indemnización a los herederos de Bernfried de 120.000 euros. La defensa, por el contrario, pide la libre absolución.

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