Espacio de opinión de Tenerife Ahora
El boomerang
En la mayoría de los mercados, es el cruce entre la oferta y la demanda el que plantea la situación de equilibrio. Este puede ser estable o inestable, de forma que el estable tiende a la autorregulación, mientras que el inestable, ante un exceso de demanda o de oferta, se aleja, debiendo existir mecanismos correctores ex profeso para volver a la situación previa a la alteración. Por ello, más importante es el análisis de los desequilibrios que del equilibrio en sí.
De esta forma, cuando el cruce no es posible, el denominado lado corto del mercado tiene la sartén por el mango, tanto en el campo de la oferta como de la demanda. ¿Por qué? Porque es la parte que tiene el predominio a la hora de colocar el precio sobre la cantidad que se va y se quiere intercambiar. Un claro ejemplo de esto es el mercado de trabajo, donde la oferta (personas trabajadoras) y la demanda (necesidades laborales de las empresas) puede tener varias intersecciones, dependiendo del nivel de jornada y estrato salarial, de forma que a menor salario más demanda habrá, pero, a mayores sueldos, la oferta tendrá más predisposición. Y a partir de aquí comienza la negociación.
No obstante, la demanda de trabajo, derivada de la demanda de bienes y servicios, está directamente vinculada a la actividad económica; es decir, al crecimiento económico, de modo que solo una subida sostenida de la renta puede garantizar la progresión positiva del empleo en cantidad suficiente para absorber la población que activamente busca empleo. Ante esta tesitura, la teoría nos dice que el desempleo es un desequilibrio económico originado por la diferencia entre la cantidad de trabajo ofrecida y la cantidad de trabajo demandada, en las condiciones y niveles de salarios existentes en un momento dado en el mercado de trabajo.
Saliendo del laboratorio se puede comprobar que los mercados teóricos no existen al 100%, debido a que hay condicionamientos (algunos estructurales y otros coyunturales) que alteran las normales condiciones de presión y temperatura existentes. Intervienen las instituciones, la legislación, las relaciones sociales, el impacto de las negociaciones, la correlación de fuerzas… Es decir, sabiendo que en los mercados competitivos el precio funciona como un mecanismo de ajuste hasta que se alcanza el equilibrio, en el mundo del trabajo y de las relaciones laborales no se funciona así.
Y he aquí la designada madre del cordero en relación con las denominadas rigideces del mercado, donde se ha defendido por una parte de la sociedad que el mercado no funciona al no existir una total desregulación de este, mientras que hay otra en la que la defensa férrea de las circunstancias sería la fórmula eficaz. Sabiendo que las posiciones extremas generan disfuncionalidades, el hecho de apostar por el equilibrio en la correlación de fuerzas y convicciones puede configurarse como un paso inicial en la búsqueda de la solución, de forma que el verdadero alcance del equilibrio en el mercado de trabajo ha de instalarse en el concepto de productividad, el cual íntimamente está relacionado con los niveles formativos de las personas y la destreza profesional necesaria para desempeñar un puesto de trabajo. De esta forma, hay que apostar por ejecutar las inversiones necesarias para que los procesos productivos sean más eficaces, así como establecer un proceso de redistribución social de los beneficios obtenidos.
*Economista
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