Perdió los papeles por completo el bueno de Borja Benítez de Lugo en unos momentos en que no debía. Se piensa retirar de la política en estos días y lo va a hacer de la peor manera: saltándose por la tremenda las mínimas normas de educación y de comportamiento parlamentario. Borja se sienta en el Parlamento a escasos metros de José Manuel Soria, y todos sabemos que el ilustre parlamentario, secretario de la Cámara, es persona de grandes reverencias a la autoridad. Y seguramente quiso tener un gesto original, de esos que le pudieran hacer pasar a la posteridad dentro del clan más violento y radical del PP. Por eso, y porque tiene su corazoncito, insultó gravemente a Alejandro Díaz, al que, entre otras lindezas, llamó “golfo”. Decir eso tan cerca del escaño de Soria entraña riesgos de alcance incalculable, aunque bien pensado, y dada la inmunidad parlamentaria, lo podía haber dicho dos veces. Para que nadie se quedara con la magua.