No atina el eterno benefactor externo de la UD Las Palmas, Manuel García Navarro, en la elección de consejeros que se hagan cargo del club. A un par de semanas de la renovación, de la catarsis de la catarsis de la catarsis, ya anda caliente don Manuel porque dice que no le hacen ni puñetero caso, que cada uno se gobierna solo y que a él nadie le ha comentado siquiera si le gusta la propuesta de entrenador. Que no le gusta, por cierto. No hay autoridad, ni un plan de trabajo que todo el mundo siga sin rechistar, como remando en la misma dirección, dicen que lamenta el accionista. Y para colmo, ya andan revolviéndose de nuevo los trabajadores del club, mosqueados porque no hay nadie que les dé una satisfacción.