Lo rentable es ser corrupto y no denunciar la corrupción. Si no, que se lo pregunten a Carlos Espino, secretario general del PSOE de Lanzarote, que sufre el vacío y la persecución en esa isla por haber sido el denunciante de los hoteles clandestino y de la trama del caso Unión, la operación de mayor calado de cuantas se han puesto en marcha para luchar contra esa lacra del latrocinio de políticos y empresarios corruptos. El premio ha sido perder tres diputados de los cuatro que el PSC tenía por la isla de Lanzarote, y perderlos en beneficio del PIL (uno) y de Coalición Canaria, que suma otros dos a los dos que ya tenía. El del PIL se une a los de Nueva Canarias formando esa nueva presencia en el Parlamento con tres actas, dos por Gran Canaria y la otra por la isla conejera. Tampoco obtiene escaño uno de los más afamados denunciantes de corrupción en Canarias, Santiago Pérez, que no logra los mínimos para que su Socialistas por Tenerife entraran en la Cámara regional. Los anti-corruptos adheridos a Sí Se Puede atesoraron en Tenerife 15.332 votos al Parlamento que no sirvieron para sumarlos a los 18.000 de Santiago Pérez, que siempre ha coincidido con ese nuevo partido en todas sus reclamaciones, desde Granadilla hasta Las Teresitas, pasando por lo que se quieran imaginar. Es el eterno drama de las izquierdas que sólo engorda a las derechas.