La UD Las Palmas se ha convertido en los últimos tiempos en el paradigma del sinsentido. Entre las numerosas peñas fieles que siguen día a día al equipillo se encuentra la Ultra Naciente. El grupo, formado por varios centenares de jóvenes, se ha caracterizado siempre por su constante apoyo a los jugadores y por el colorido que da (tanto en en los tiempos del Estadio Insular como en el nuevo y gélido estadio de Gran Canaria) a las gradas. Sin embargo, en el club parece haber alguien empeñado en estar a la gresca con ellos. Ante el Poli Ejido se fueron del recinto de Siete Palmas hartos del trato que reciben en su grada -la Naciente-. Están aislados del resto del estadio por unas vallas que la UD ha colocado en los dos extremos de la grada. Si quieren ir al baño o a la cantina, tienen que pedir permiso estilo grupo escolar. Pero han reaccionado. Y lo han hecho de forma pacífica y con la ley en la mano. Desde el Cabildo de Gran Canaria alguien ha hecho llegar a la peña la reglamentación de espectáculos culturales y deportivos vigente en España. La UD, según la norma, está cometiendo una infracción grave al obstaculizar el libre acceso de los espectadores a las salidas del recinto en caso de tener que evacuar, por una emergencia, el estadio. Y a todas éstas, sin jefe de seguridad.