Se estrenó en sede parlamentaria el último escándalo de la factoría soriana, el concurso de la hemodiálisis de 124 millones de euros y dos piedras. Fue este martes con gran expectación porque el asunto ha venido acompañado de las correspondientes tracas políticas producto de una incomprensible, a la par que sospechosa, dejadez del presidente del Parlamento, Antonio Castro, torpemente dedicado a poner palos a la bicicleta de las muy nobles y regladas atribuciones de la Cámara regional. Como siempre que ocurren estas cosas, lo que se ve y se oye en el vetusto edificio de Teobaldo Power lo explica todo, o casi todo. Porque queda para una posterior investigación saber por qué Coalición Canaria se ha remangado hasta las axilas para emplearse a fondo en la contención del asunto, que hasta el momento sólo es atribuible a altos cargos y parientes del Partido Popular. Es como si alguien hubiera lanzado la consigna de Fuenteovejuna porque ya tiene despejadas todas las incógnitas: el móvil, el beneficiado, la cantidad, el proceder, los cómplices y hasta el nombre del comendador.