Los misterios de Saqqara: el primer gran cementerio del Imperio Egipcio

Saqqara ofició de necrópolis de Menfis durante buena parte del Imperio Antiguo egipcio.

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Al sur de las grandes pirámides de Giza se yergue la Pirámide Escalonada de Sozer. Esta enorme construcción de piedra es un mito en sí misma. De ella se dice que fue la obra de Imhotep, un sabio que vivió durante los inicios de la Tercera Dinastía y que tiene el gran honor de ser el arquitecto conocido más antiguo de la Humanidad; casi nada. A la pirámide se la conoció durante muchos milenios como Dyeser Deyeseru (sagrada entre las sagradas) y se cree que fue la construcción más grande de su tiempo. Estamos hablando del siglo 27 antes de Cristo. Imhotep tuvo la genial idea de sobreponer varias mastabas (tumbas con forma de prisma) para crear algo diferente. El faraón Zoser fue enterrado en un edificio que marcaría, para siempre, al Egipto faraónico. Hoy muchos viajeros y viajeras que visitan El Cairo suelen limitar la excursión más allá de la alfombra verde del Nilo a Giza. Aquí se encuentran las grandes pirámides, el barco solar y el futuro Museo Egipcio de El Cairo. Pocos recorren los apenas 17 kilómetros que separan este lugar de la Meseta de Saqqara.

Menfis fue la primera capital de Egipto tras la unificación de las dos coronas y la pacificación total del país. Las dos primeras dinastías (3100 AC-2650 AC) iniciaron la construcción del país y su consolidación como verdadera potencia regional. Pero fue durante la III Dinastía (y la IV) cuando la cultura egipcia floreció y sentó las bases de su gloriosa historia. Fue el inicio de un esplendor que tuvo como una de sus manifestaciones más icónicas la construcción de las primeras pirámides y las grandes necrópolis cargadas de enormes tesoros. Y Saqqara fue el centro de aquella primera gran explosión del arte funerario egipcio. Un reflejo para el más allá, de lo que debió ser la cercana Menfis, primera capital del imperio.

¿Merece la pena visitar la antigua ciudad? Si eres un entusiasta de la historia, sí. De la cabeza del Imperio Antiguo (en torno al 2050 AC la corte se trasladó a Tebas) apenas quedan algunos rastros: siguió habitada hasta el siglo VII de nuestra era cuando fue abandonada y usada como cantera para El Cairo. No tiene, ni de lejos, la monumentalidad de Tebas (Luxor), pero guarda algunos rastros interesantes de su grandeza. Los templos de Ptah y de Apis apenas son lo que los locales llaman birkas, grandes depresiones en el suelo en el que pueden verse restos de columnas y piedras labradas. Para imaginarse lo que debió ser este lugar hay que leer a Herodoto. Hoy, toda esa grandeza se encuentra bajo los cimientos de Mit Rahineh, un poblado anodino. El Museo al aire libre (la entrada cuesta 4,5 euros) muestra algunas piezas y restos de la ciudad, incluida una imponente estatua de Ramses II y una de las esfinges mejor conservadas de la zona.

Un paseo por Saqqara.- Lo primero. Si quieres visitar el lugar tranquilo debes ir a contracorriente. Lo normal para los que van con excursión organizada es visitar las dos zonas en un solo día: Pirámides de Giza por la mañana y Saqqara por la tarde. Por eso te recomendamos ir a Saqqara a primera hora de la mañana (se puede entrar en la necrópolis entre las 8.00 y las 16.00 –cierra a las 18.00-) y dejar la visita a las pirámides de Giza para otro día. Otro consejo: deja el Museo Imhotep para lo último. En este centro vas a poder ver algunas de las grandes obras maestras del arte egipcio halladas en Saqqara y bastante información sobre el lugar. Pero el horario de apertura es corto (de 8.00 a 16.00) y corres el riesgo de quedarte sin ver alguna de las tumbas si se te pasa el tiempo –por muy deprisa que vayas no vas a tardar menos de cuatro horas-. Saqqara no es el Valle de los Reyes, dónde puedes ir diez días y ver cosas nuevas. Pero no es pequeña. Y la reciente apertura al público de la Pirámide de Zoser incrementa aún más el interés de la visita.

Lo primero que tienes que hacer es comprender el espacio. La orilla occidental del Nilo tenía un significado simbólico muy grande para los antiguos egipcios. En la orilla Este, por dónde sale el sol, se erigían las ciudades y en la orilla oeste, por donde se pone, los enormes complejos funerarios. Las pirámides y las grandes tumbas excavadas son el máximo exponente de esta complicada cultura que tanto nos fascina. La momificación, los complejos rituales y la creencia en una vida más allá de la muerte completan un puzle alucinante que se manifiesta en las paredes de las tumbas y en los sarcófagos. En los últimos tiempos, la Meseta de Saqqara ha sido uno de los grandes filones de nuevos descubrimientos para la egiptología acaparando titulares de la prensa internacional y muchas horas de televisión. Es un lugar dónde la historia de Egipto se reescribe día a día. Y eso justifica la visita.

Saqqara no tiene el ‘glamour’ de Giza o el Valle de los Reyes, pero es un lugar fundamental para entender el origen y esplendor de la cultura egipcia; sólo para ver como las mastabas se convirtieron en Pirámides merece la pena el paseo. Pero es que hay mucho más. Algunas de las tumbas tienen decoraciones magníficas que en nada desmerecen a las de las grandes obras maestras del Valle de Los Reyes. Porque aquí fue dónde se inició todo. ¿Se puede visitar la necrópolis por tu cuenta? Sí. La entrada cuesta unos 8 euros al cambio y te da acceso a todo el recinto; eso sí, prepárate para caminar porque los monumentos están bastante separados unos de otros (desde la entrada al recinto a la pirámide de Zoser tienes 1,5 kilómetros y desde aquí a la mastaba de Mereruka 1,1 kilómetros). La otra opción es contratar en alguna agencia un coche con conductor (unos 45 euros de alquiler y permisos) y a esto añadir la posibilidad de ir con un guía oficial (unos 18 euros la hora).  

Que ver sí o sí en la Necrópolis de Saqqara,- La estrella del conjunto es la Pirámide de Zoser, que ha sido reabierta recientemente al público después de varios años de trabajo de consolidación (estaba a punto de venirse abajo) y restauración. La Pirámide escalonada está rodeada de viejas dependencias y templos; entre ellos una espectacular sala hipóstila que sirve de antesala a la entrada al interior del complejo. Como suele ser habitual en Egipto, la ginda del pastel se paga aparte. La entrada a Saqqara no sirve para entrar a la famosa ‘Sagrada entre las sagradas’. Hay que abonar un plus de unos 4,5 euros al cambio. ¿Merece la pena? Sí. Es un lugar con un significado crucial en la historia del país y venir aquí y no entrar no tiene mucho sentido. Las otras dos tumbas que no pueden faltar en la visita son la Pirámide de Teti y la Mastaba de Mereruka. No te dejes engañar por el estado ruinoso de la pirámide: el interior es brutal. Los corredores y las diferentes cámaras sepulcrales están muy bien conservadas. También hay varias pequeñas pirámides subsidiarias y otras estructuras que sirvieron de última morada para las esposas y varios altos funcionarios del faraón.

La Mastaba de Mereruka es una de esas tumbas subsidiarias a la gran pirámide de Teti (medía más de 50 metros de altura en sus buenos tiempos) y fue construida para albergar la tumba de uno de los más altos funcionaros del reinado del faraón (Mereruka, obviamente). Con más de 1.000 metros cuadrados, es la tumba privada más grande del Imperio Antiguo y, también, un modelo a seguir que condicionó el arte funerario posterior. Los relieves policromados y los frescos son, simplemente, espectaculares. Una enorme estatua que representa al dueño de la tumba completa el conjunto. Dicen que este es el monumento funerario más bello del Imperio Antiguo. Una de las particularidades de esta mastaba es la variedad de temáticas que se representan en sus paredes y que son un verdadero ‘reportaje’ en piedra de la vida cotidiana durante el inicio de la VI Dinastía. Aquí podrás ver trabajos agrícolas, hornos de fundición de metales, barcas de pesca, hornos de pan, relaciones sociales y hasta un castigo por no pagar impuestos. La importancia de esta mastaba va mucho más allá de su valor artístico o estético: es un libro sobre la vida en Menfis en los tiempos del faraón Teti.

Saqqara es un lugar enorme; un lugar del que apenas se conoce un bajísimo porcentaje de los tesoros que alberga. Sólo te hemos hablado de tres de los grandes monumentos funerarios pero hay mucho más: viejas pirámides como la del faraón Userkaf o la Mastaba de Mehou (Unas). Pero también una multitud de pequeñas tumbas privadas que abarcan más de 3.000 años de historia egipcia y cientos de estructuras relacionadas con los ritos funerarios de la complicada religión egipcia. Algunas tan curiosas como el Serapeum (queda un poco lejos), una singular estructura en la que se situaron 24 grandes sarcófagos destinados a toros sacralizados en honor al dios Apis. Una rareza que también merece la pena verse aunque haya que caminar un poquito. Si tienes tiempo no dejes de pasar por el Museo Imothep dónde podrás hacerte una idea de cómo funcionaba este espacio maravilloso durante los milenios en los que estuvo abierto y disfrutar de aire acondicionado, que no es poco.

Fotos bajo Licencia CC: Vincent Brown; Hossam el-Hamalawy; kairoinfo4u; Carole Raddato; kmf164; Chris Buckridge

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