Descubrir Argel: la magnífica y desconocida capital del Magreb

El Puerto de Argel desde la Kasbah.

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Hace ya algunos años tuvimos la oportunidad de visitar Argelia en uno de esos viajes organizados. Eran otros tiempos y el Argel se estaba sólo de paso. Aún así nos dio tiempo de dar un paseo por la medina (que estaba en un estado de ruina terrible) y ver algunos hitos de la ciudad antes de seguir camino tierra adentro en busca del mítico Valle de M’zab, un oasis situado en pleno Desierto del Sáhara donde se pueden ver las famosas ciudades bereberes fortificadas, y lo que era el objetivo fundamental de la excursión, el Parque Nacional de Tassili n’Ajer (uno de los mejores lugares que vimos jamás). Pero las intenciones del gobierno argelino es abrir Argelia al turismo. Ya se han dejado atrás los tiempos de la violencia y el país se ofrece como uno de los últimos paraísos mediterráneos por descubrir. Y la verdad es que el país tiene muchísimo que ofrecer: playas alucinantes, plazas antiquísimas con medinas repletas de edificios notables, viejas ciudades romanas en un grado de conservación increíble, los espacios naturales únicos del Atlas, la cultura bereber, el desierto, las pinturas rupestres de Tassili… Mucho que ver. Mucho. Porque, entre otras cosas, Argelia atesora siete lugares que están incluidos en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO: la Kasbah de Argel, el Valle de M’zab y sus fortalezas, el Castillo de Qal’aa Beni Hammad, Tassili n’Anjer y las ciudades romanas de Djemila, Tipasa y Timgad.

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de planificar el viaje a tierras argelinas es que es necesario sacar visado previo. Solo hay siete países exentos de visa: Libia, Malasia, Malí, Mauritania, Marruecos, la República Árabe Saharaui Democrática, Las Seychelles y Túnez. Para el resto de mortales es necesario tramitar un visado de entrada que puede demorar entre uno y tres meses y es válido para permanecer en el país por 90 días. Para lograrlo hay que presentar una reserva de hotel (o carta de invitación del mismo), pasaporte en vigor, un seguro de viajes y pagar los derechos de visado (95 euracos que no es poco) en cualquiera de las embajadas u oficinas consulares del país. Según hemos podido leer, estos requisitos (en pie en junio de 2022) se van a relajar bastante en un futuro próximo para posibilitar la llegada masiva de turistas. Porque Argelia está ahí mismo. Por avión hay vuelos directos desde Madrid y Barcelona, mientras que vía marítima se puede ir desde Almería hasta Orán y Ghazaouet y desde Alicante hasta Orán y Argel.  Las compañías aéreas españolas que operan en el país son Iberia, Vueling y Air Nostrum.

Empezar por Argel.- La capital del país es una ciudad apasionante en la que la herencia musulmana se mezcla sin complejos con las huellas de la dominación colonial francesa (desde 1830 hasta 1962). Su Kasbah (Medina) es digna representante del urbanismo islámico medieval y encierra verdaderas maravillas en forma de viejos palacios, mezquitas y madrassas; pero uno se planta en la céntrica Plaza Port Saïd, a dos pasos, y parece que camina por Marsella (con sus edificios eclécticos con soportales y la imponente fachada del Teatro Nacional). Y eso es uno de los puntos clave que convierten a la ciudad en un destino atrayente. La amplia presencia de Francia por más de un siglo transformó de manera notable la ciudad asimilándola a los usos y modas de la metrópoli. Nada que ver con las insulsas Ciudades Nuevas de Marruecos dónde más allá del diseño de las calles y avenidas, el peso de lo occidental se limita a detalles o pequeños conjuntos de edificios. Argel es una ciudad de fisonomía francesa más allá de su medina o de los detalles que se desparraman acá y acullá (mezquitas, arcos, monumentos…). Ándate hasta la Plaza del Emir Abdelkader y sube por las escaleras (las llaman Zig-Zag) de la calle Coronel Haouas. Cualquiera de los edificios que ves podría estar en París. Y no exageramos. 

Y también es un centro cultural de primer orden. Aquí se acumulan los museos y los monumentos (una constante en otras ciudades del país). El más importante de ellos es el Museo Nacional de El Bardo (Av. Franklin Roosevelt, 3) que es uno de los mejores museos arqueológicos de toda África. Aquí (en un magnífico palacio de época otomana) puedes ver amplias colecciones prehistóricas y romanas y una exposición permanente dedicada a Tassili n’Anjer incluidas algunas de sus famosas pinturas rupestres. El Bardo comparte instalaciones con el Museo de Antigüedades y Arte Islámico antiguo, otra maravilla que se centra en la época islámica desde la Edad Media hasta prácticamente antes de ayer. Como te decíamos, para ver una dupla de museos históricos de la talla de estos dos centros hay que saltar a Egipto o a Europa. Estos museos están en el barrio de Plateau Sauliere, uno de los distritos ‘franceses’ de la capital. Un lugar pintoresco repleto de pequeños jardines y parques (no te pierdas un paseo por el Parque de La Libertad o echarle un vistazo a los jardines que rodean al Museo de El Bardo) en los que abunda el Art Nouveau. Aquí está, por ejemplo, la singular y espectacular Catedral del Sagrado Corazón (Hocine Beladjel), que más que una iglesia es una auténtica escultura arquitectónica.

Un paseo por la vieja Kasbah.- La medina de Argel es uno de esos laberintos medievales típicos. Pero tiene un aquél más que interesante fruto de su origen cien por cien bereber. Y aún así, está más cerca de las ciudades del oriente islámico que de sus vecinas marroquíes (que se inspiraron más en las glorias de Al Ándalus). Un hecho que pone de manifiesto la importancia que tuvo este lugar como frontera oeste del Imperio Otomano hasta el primer tercio del siglo XIX. El edificio más antiguo y germen de la ciudad es el Palacio del Dey (Mohamed Taleb), un soberbio complejo palaciego construido entre los siglos X y XVI que fue el germen de la ciudad. Este edificio monumental es parte palacio, parte fortaleza y parte mezquita. Se construyó a forma de ‘taksebt’ o casba, esto es, una fortaleza con capacidad para resistir grandes asedios –aquí es donde más se nota la huella bereber-. Desde este lugar puedes acceder a la medina a través de Bab Djedid (Puerta Nueva) y empezar a ir y venir rastreando sus secretos y su aire decadente.

En la medina hay varios lugares que se pueden visitar por dentro y fuera: El Museo Alí La Ponte (Abderames) ocupa una casa tradicional y está dedicado a la Batalla de Argel, una de las acciones más cruentas de la Guerra de la Independencia local a través de la figura de Alí La Ponte; el Palacio Dar Mustapha Pacha (Aoua Abdelkader); el Dar Aziza (Cheikh Ben Badis) o el Museo de las Artes y Tradiciones Populares (Mohamed Akli Malek, 9), que ocupa una casona espectacular. Lamentablemente no se pueden visitar por dentro los edificios religiosos y tenemos que conformarnos con ver por fuera verdaderas maravillas como la Mezquita Ketchaoua (Plaza  Cheikh Ben Badis), una edificación monumental del siglo XVII que perfectamente podría estar en Estambul o la más modesta Ali Bichin (Bab El Oued).

La Plaza de los Martires sirve de puerta de entrada y salida de la Kasbah por la banda de mar. Desde aquí podemos bajar hasta el mar saliendo del ‘Barrio Otomano’ (el otro nombre que recibe la kasbah) por Bab Al Bahr y pasando por la Mezquita Nueva y la Gran Mezquita de Argel. Nos acercamos al puerto. Aquí hay dos joyas de la época otomana. La primera son las antiguas atarazanas otomanas que se han transformado en el Museo Marítimo Nacional (Jetée Kheir Eddine), un lugar que tuvo una importancia en la historia del Mediterráneo ya que aquí se fabricaban las famosas galeras argelinas, azote de las costas europeas durante siglos. El otro punto de interés de esta parte de la vieja medina es el Palacio del Rais (Boulevard Amara Mohamed Rachid Basse, 23), una de las mejores muestras de arquitectura tradicional de toda la ciudad.

El Monumento de los Mártires y una cueva cervantina.- El Memorial a los Mártires de la Independencia es uno de los huitos arquitectónicos iconográficos de la ciudad (Parada Jardin d'Essais del metro Línea 1). Su enorme torre piramidal se puede ver desde casi cualquier punto de la ciudad. Este enorme faro actúa de icono de un gran centro cultural (el Riad Al Fath) en el que la historia reciente del país es la protagonista absoluta. Aquí se rinde homenaje a los héroes y heroínas de la guerra contra Francia a través de salas de exposición y centros más específicos como el Museo del Ejército Popular. Los otros grandes lugares de interés de esta parte de la ciudad son el Museo de Bellas Artes (Dr Laveran), que es el museo más grande de África en su género, y el enorme Jardín Botánico El Hamma, un auténtico bosque en medio de la trama urbana. Esta zona de Argel era, hasta hace poco tiempo, un área de grandes quintas y fincas en las que las clases altas construyeron enormes palacios campestres. Algunos de ellos se pueden visitar pero si hay que elegir uno te recomendamos la Villa des Arcades (Chemin Omar Kechkar), residencia de del Rais Hamidou, uno de los corsarios argelinos más temibles del siglo XVIII. Otro de los atractivos de esta zona tiene mucho que ver con España. En una pequeña cueva situada muy cerca del Memorial de los Mártires estuvo cautivo Miguel de Cervantes después de ser capturado durante la Batalla de Lepanto. El lugar está aún muy descuidado pero tiene un interés indudable (acceso desde Boulevard Cervantes).

Fotos bajo Licencia CC: Mickaël T.; Simona; habib kaki; Henry Marion; The Algerian; PhR610; Salim Shadid

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