Machalilla, el parque nacional de Ecuador que rivaliza con las Galápagos

Piquero de Patas Azules en la Isla de La Plata, en la costa de Ecuador.

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El bosque seco tropical es un ecosistema típico de las costas del Pacífico sudamericano. A diferencia de las costas de la banda atlántica, que gozan de un régimen de lluvias muy importantes, las costas del norte del Perú y Ecuador tienen un régimen climático dónde las aportaciones de agua dependen mucho de la altitud. Apenas subes unos centenares de metros y aparecen las típicas formaciones del bosque húmedo. Pero en la costa, las condiciones climáticas impuestas por las corrientes marinas impiden que esa masa de verde perpetuo baje hasta la línea de costa (corriente fría de Humboldt del Sur). Y en su lugar florece el bosque seco, una de las grandes joyas naturales del Ecuador. El Parque Nacional Machalilla es, sin duda alguna, el mejor ejemplo de bosque seco ecuatoriano. Pero también uno de los escenarios de costa más completos de este país repleto de verdaderos playazos. En este caso, hablamos de la Playa de Los Frailes y Tortuguita, dos arenales vírgenes y preciosos que son sólo dos de las piezas de un rosario de grandes playas y pequeñas calas que sirven de colofón al parque.

¿Solo playa? Ni mucho menos. Machalilla es un complejo ecosistema que combina 56.184 hectáreas de superficie terrestre y una muy buena porción de mar de otras 14.430 hectáreas. La estrella del parque es el bosque seco; aunque lo es a medias. Este ecosistema recibe aportes de humedad por dos vías. La más importante es la de los vientos cargados de agua que llegan desde el mar y la segunda es a través de corrientes subterráneas que llegan desde las cercanas montañas de la Cordillera Chongón-Colonche y que afloran en lugares espectaculares como la laguna de Agua Blanca, un enorme afloramiento de aguas subterráneas sulfurosas (de ahí su color blancuzco) que fue usada con fines medicinales desde tiempos anteriores a la conquista española. Justamente aquí se encuentra un imponente yacimiento arqueológico en el que se han localizado casi un millar de estructuras de piedra. Según parece este lugar ejerció de capital de la cultura Machalilla –también conocida como Manteña- (que le da nombre al parque), una civilización preincaica que dejó numerosos restos y una impresionante colección de enterramientos en vasijas que pueden verse en el Museo Arqueológico de Agua Blanca (Tel: (+593) 99 369 3183). También hay un sendero autoguiado en el que puedes ver algunos de estos restos históricos de enorme valor antropológico.

En Agua Blanca hay un loable proyecto de desarrollo comunitario que ofrece alojamiento y una experiencia de turismo inmersivo que incluye el conocimiento del pasado y presente de la cultura manteña y tours para conocer los valores naturales del parque. Los otros lugares tradicionales para quedarse a las puertas del espacio natural son la propia Machalilla, una población playera con una buena oferta de alojamientos para todos los bolsillos y restaurantes, y la ciudad costera de Puerto López. ¿Cómo llegar hasta el Parque Nacional de Machalilla en transporte público? Las puertas de entrada a la comarca son las propias Puerto López y Machalilla. Las empresas Reina del Camino y Cooperativa Carlos Aray  comunican la comarca con Quito (Estación Sur –Quitumbé-). El viaje dura entre nueve y diez horas y el pasaje ronda los ocho euros. Desde Guayaquil, las empresas que llegan hasta Puerto López son Reina del Camino, Jipijapa, Rutas Portovejenses y Coactur. El viaje dura unas tres horas y el costo de los pasajes es de unos 4 euros. También hay conexiones directas con autobús desde Manta, Salinas y Santa Elena. Desde Cuenca hay que hacer transbordo en Guayaquil. El aeropuerto más cercano es el de Manta, con vuelos directos a Quito operados por LAN Ecuador, TAME y AeroGal.

Mucho más que playa, decíamos. En Machalilla hay dos ambientes bien diferenciados: el tropical árido que reina en las zonas bajas y el subcálido pre-montano en las alturas cercanas a los picos de Perro Muerto y Punta Alta. Hay varios senderos que permiten ver esos dos ecosistemas que, en conjunción, forman el bosque seco tropical. Selvas bien desarrollados en las partes altas (desde los 500 a los 800 metros), bosques de galería en el cauce de los ríos y un sotobosque de matorral, plantas espinosas y suculentas (hay una gran variedad de cactus) en las zonas más bajas. El bosque cuenta con más de 400 especies vegetales endémicas que crean un verdadero paraíso en el que viven 69 especies mamíferos (entre los que destacan el Puma; el Venado encerado; el oso hormiguero; el mono aullador o los pecaríes) y más de 250 aves (muchas vinculadas al bosque y otras tantas a los ecosistemas costeros). El Sendero de los Monos (nueve kilómetros), el de Bola de Oro (diez kilómetros) y el del Sombrerito (1,7 kilómetros) son los tours básicos que se ofrecen para internarse en el bosque y aprender sus secretos. Otra cosa es la costa.

Como te decíamos, la Playa de Los Frailes es la gran carta de presentación del parque. Según los portales turísticos y las opiniones de los blogueros, esta es la mejor playa continental de Ecuador. Nosotros no os vamos a atrever a tanto pero es verdad que es un auténtico playazo. Pero no es el único. Están también Tortuguita y Playa Coral que, como sucede con el enorme arenal de Los Frailes, culminan un área de cantiles que sirven de hogar a multitud de aves marinas (pelícanos, piqueros de patas azules, fragatas…), lobos marinos, iguanas y tortugas –aquí están presentes cuatro especies de las que tres anidan en las playas del parque y los alrededores: tortuga marina verde; tortuga carey y tortuga marina de caparazón de cuero-. Esta porción de mar, influenciada por esa corriente fría de Humboldt es mala cosa ara echarse un baño (porque el agua está fresquita) pero es ideal para que la vida explote. Este es un lugar de residencia habitual y paso de grandes cetáceos de entre los que destacan varias especies de delfines y grandes especies como la ballena jorobada (entre junio y septiembre).

Visitar la Isla de la Plata.- Este pequeño trozo de tierra situado a pocos kilómetros de la costa de Machalilla recibe el nombre de la Pequeña Galápagos. La única manera de acercarse hasta este verdadero paraíso natural es con excursiones guiadas que salen desde Puerto López (poco más de una hora de travesía) y que demoran toda una jornada. ¿Merece la pena ir? Si conoces Galápagos –como es nuestro caso- ese título oficioso y comercial te va a parecer algo exagerado pero no es un mal plan. Este espacio natural está perfectamente conservado y es de vital importancia para muchísimas especies de aves marinas que pescan y crían aquí. Sólo se pueden encontrar colonias más grandes de fragatas o piqueros de patas azules en las lejanas Galápagos. La excursión suele incluir algún chapuzón con snorquel para ver la riqueza piscícola de un lugar donde es muy fácil nadar, por ejemplo, con tortugas marinas.

Fotos bajo Licencia CC: Michael Shick; Ludo Raedts; reenoSX; David Ceballos; Nick Athanas

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