Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo: las joyas del prerrománico asturiano

Celosías en piedra. El arte prerrománico asturiano logró una altísima calidad decorativa.

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Las colinas verdes que rodean la ciudad de Oviedo guardan verdaderos tesoros históricos que trascienden a la propia ciudad o, incluso, al territorio asturiano. Las piedras ilustres que se agrupan al norte de la capital ovetense son una de las mayores joyas de la arquitectura peninsular y, a la vez, testigos de una época que resultó crucial para entender lo que ahora es el país casi 1.200 años después de que se construyeran. La importancia de San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco (al igual que otras iglesias de aquel periodo repartidas por el territorio de Asturias) va mucho más allá de lo que suponen desde el punto de vista artístico. Para entenderlo hay que situarse en el siglo IX de nuestra era. Apenas cien años antes, la oleada que supuso la invasión islámica había puesto la Península Ibérica patas arriba. Las tropas musulmanas entraron en el corazón del reino visigodo con la violencia de un verdadero tsunami. Dicen que para muchos, sobre todo en las tierras en las que Roma había dejado grandes y prósperas ciudades, la llegada de los nuevos señores fue poco menos que un mal menor al desorden endémico que sucedió a la caída del Imperio. Sólo eso puede explicar la rapidez de una conquista que se fraguó en apenas dos años. La fecha clave del asunto se sitúa entre el 718 y el 722. Algunos historiadores dicen que el hecho de marras no existió; otros lo catalogan como escaramuza sin demasiada importancia y para la historiografía tradicional española fue un hecho decisivo que tendría dos consecuencias vitales para el devenir de los siglos: la imposibilidad de los musulmanes para conquistar una estrecha franja del norte de la Península y el nacimiento del Reino de Asturias de la mano del mítico don Pelayo, germen primigenio de todo lo que vendría después. Hablamos de la célebre Batalla de Covadonga.

Nos situamos a mediados del siglo IX. Ramiro I reina en una Asturias que ya no se limita al pequeño trozo de tierra que media entre las alturas de los Picos de Europa y el Cantábrico. Territorios como Galicia ya se han integrado al reino astur y la frontera con el Islam se ha retirado varios cientos de kilómetros hacia el sur. En ese contexto se ponen las primeras piedras de las joyas del Prerrománico asturiano. Oviedo es ya una capital de importancia y el reino, con sus altos y bajos, vive un periodo que adelanta los años de esplendor de la siguiente centuria. Ramiro ha conseguido la corona tras años de guerra civil; ha derrotado a los musulmanes en la Batalla de Clavijo (en La Rioja), a los temibles vikingos en Gijón y La Coruña y hasta se permite el lujo de tratar de repoblar la vieja León, cerca ya de la frontera. Y ahí surge lo que se conoce como arte ramirense. Es una época en la que, otra vez, se vuelve a construir con sentido de la monumentalidad tras el trauma de la invasión musulmana.

Estas piedras ilustres, como decíamos, son una muestra de que Asturias no sólo es una entidad que resiste; es un estado que se desarrolla y se relaciona con las grandes potencias de su tiempo: con el Emirato de Córdoba al sur, y el Imperio Carolingio al norte. Es este momento histórico el que conecta de manera directa al estado astur con la herencia visigoda y paleo cristiana. Y para ello se recupera la tradición clásica (arcos de medio punto, espacios abovedados), elementos del arte visigodo (como los arcos de herradura y las filigranas en piedra) y las influencias que vinieron desde el sur, el norte y más allá (como por ejemplo el arte bizantino). Y el resultado, aunque escaso, se yergue como uno de los milagros culturales y artísticos del solar ibérico. Aquellos 200 años del Reino de Asturias (que se transformaría en el de León tras el traslado de la capital desde Oviedo a la población leonesa –en el 924-) dieron para apenas una quincena de edificios sobrevivientes concentrados en Asturias (también hay trazas en otros edificios más modernos como sucede con la propia Catedral de El Salvador en Oviedo). El Románico se impuso como modelo artístico hegemónico durante el siglo XI acabando con la tradición astur al mismo tiempo que los reinos cristianos empezaban a presionar hacia el sur ocupando el conocido como Desierto del Duero –la tierra de nadie entre las dinastías del norte y los musulmanes-.

La colina prodigiosa.- El Monte Naranco se yergue a poca distancia de la capital ovetense. Desde el centro de la ciudad apenas basta una hora de paseo tranquilo para plantarse en las alturas que dominan la ciudad. Las Líneas A1 y A2 de Transportes Unidos de Asturias conectan con esta zona (con parada, por ejemplo, en la calle Uría frente al Campo de San Francisco –ver mapa-) en apenas un cuarto de hora. En los tiempos de Ramiro I, este lugar estaba prudencialmente retirado de la ciudad. Un sitio tranquilo en el que el rey se hizo construir un pequeño palacio y un templo para uso familiar. Santa María del Naranco se construyó en el año 848 como residencia real. San Miguel de Lillo si fue templo desde sus orígenes. Así que estamos ante un conjunto monumental que se diseñó con la intención de aunar uso residencial y religioso.

Antes de meterse en los monumentos conviene hacer una parada previa en el Centro de Interpretación del Prerrománico Asturiano (Antiguas Escuelas del Naranco, sn; Tel: (+34) 985 114 901; E-mail: info@centroprerromanicoasturiano.com), que se encuentra a los pies mismos de Santa María del Naranco. Aquí no sólo vas a entender las claves constructivas, artísticas y simbólicas de estos monumentos únicos, sino que vas a ponerlos en su contexto histórico, social, religioso y hasta creativo. Un ejemplo es la relación de la orfebrería astur, heredera directa de la visigoda, con el trabajo en la piedra que vas a encontrar en los edificios. De ahí a Santa María apenas media un centenar de pasos. Este edificio es la cumbre de la arquitectura del reino asturiano y también una de las construcciones altomedievales (desde la caída de Roma en el 476 hasta el año 1000) más importantes y mejor conservadas de toda Europa.

Este antiguo palacio de dos plantas presenta dos partes bien diferenciada. La planta inferior es una especie de cripta con una gran bóveda central y dos pequeños compartimentos en la que apenas entra la luz mientras que la superior es un canto al virtuosismo de su desconocido arquitecto. Las dos balconadas de sus extremos son su elemento más característico y dónde la decoración en piedra alcanza niveles inéditos en el arte de su tiempo en la España cristiana –en capiteles, fustes, medallones incrustados en las paredes-. Aquí quedan de manifiesto las influencias clásicas, las bizantinas y las árabes que llegaron de la mano de los refugiados mozárabes (cristianos de los territorios ocupados por el Islam). El interior debió estar decorado con pinturas. Debía ser, sencillamente impresionante.

San Miguel de Lillo se encuentra un poco más arriba y, como decíamos con anterioridad, fue concebida como iglesia desde sus inicios. Pese a ser contemporánea a la construcción de su vecina, las diferencias entre ambos edificios son notables, por lo que todo hace indicar que fueron levantados por equipos de constructores distintos. Aún así, Samiguel de Lliño, como se dice en bable o asturiano, es otra de las obras cumbre del Prerrománico astur. De la primitiva iglesia apenad nos queda un trozo, ya que una buena parte (casi dos tercios) se fue al suelo a causa de una riada en el siglo XI (se cerró mediante la construcción de una capilla bastante tosca en comparación con la fábrica original). Del exterior destaca su elegancia y altura y en el interior hay que destacar sus celosías de piedra, los delicados relieves en arcos y paneles, los medallones y los restos de pinturas murales que datan de su fábrica primitiva. Aún mutilada como está, es una verdadera delicia.

Otras joyas prerrománicas cercanas.- Aunque nos hemos centrado en las dos construcciones que se encuentran en el Monte Naranco, en la misma Oviedo hay otras construcciones prerrománicas que conviene visitar si pasas por la capital asturiana. Otra verdadera joya es San Julián de los Prados (Calle Selgas, 2; Tel: (+34) 985 285 582) otro de los templos de la época (este es anterior) que han llegado enteros y bien conservados. Para encontrar otras huellas prerrománicas en plena ciudad hay que buscar elementos aislados que se integraron en construcciones más modernas como la Catedral de El Salvador (Plaza Alfonso II el Casto, sn; Tel: (+34) 985 219 642) –La Cámara Santa y la Torre Vieja-; San Tirso (Plaza Alfonso II el Casto, 4; Tel: (+34) 985 220 702) o la sorprendente Foncalada (Foncalada, sn), la única fuente altomedieval que nos ha llegado en la Península Ibérica. También cerca de Oviedo, pero ya en pleno campo tenemos San Pedro de Nora (Caserio Nora, 5ª; Tel: (+34) 985 257 494), Santa María de Bendones (Santa María de Bendones) o la impresionante Santa Cristina de Llena (Santa Cristina, sn; Tel: (+34) 609 942 153), que es bonita por dos razones: porque es linda y porque está en un lugar impresionante. El resto de las construcciones de este estilo ya están más alejadas.

Centro Prerrománico Asturiano.- Antiguas Escuelas del Naranco, sn; Tel: (+34) 985 114 901; E-mail: info@centroprerromanicoasturiano.com; Página Web Oficial; Tiene centro de visitantes. Ofrece visitas guiadas.

Cómo llegar: En transporte privado el acceso se realiza por la calle Ramiro I Rey y la Avenida de los Monumentos. Dispone de aparcamientos públicos. En transporte público a través de las Las Líneas A1 y A2 de Transportes Unidos de Asturias.

Horario: Del 1 al 28 de febrero y 1 de noviembre al 31 de diciembre, de miércoles a domingo, de 09:30 a 14:30 horas. Lunes y martes cerrado, excepto 6 y 7 de diciembre. Cerrado: 24, 25 y 31 de diciembre y del 1 al 31 de enero. Del 1 de marzo al 30 de junio y del 1 de septiembre al 31 de octubre, de miércoles a domingo, de 09:30 a 13:30 y de 15:30 a 18:00 horas. Lunes y martes cerrado, excepto 11 y 12 de octubre. Del 1 de julio al 31 de agosto, de lunes a domingos de 10:00 a 14:00 y de 15:30 a 19:00

Precio: 3 euros. La entrada al Centro de Interpretación es gratuita.

Patrimonio Mundial de la UNESCO: Sí

Fotos bajo Licencia CC: manuel m. v.; Michel Curi; David Álvarez López; Nacho

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