Mar y montaña en San Vicente de La Barquera

La Iglesia de Santa María de los Ángeles emerge tras la Ría. El mar y el monte se unen en San Vicente de La Barquera.

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Al Puente de la Maza también se le conoce como el ‘puente de los deseos’. La tradición dice que quien lo cruza de cabo a rabo aguantando la respiración ve cumplido sus anhelos. Y no es un reto fácil. Esta maravilla de la arquitectura medieval (se empezó a construir en el siglo XV en sustitución de una antigua pasarela de madera) junta 28 arcos de piedra para salvar los más de 500 metros de ría que forma la desembocadura de los ríos Escudo y  Gandarilla. Durante algunos siglos, éste fue uno de los puentes más largos de la Península Ibérica. Un alarde que pone de manifiesto la importancia de la población a la que presta servicios. Y cruzarlo sin respirar cuesta lo suyo.

San Vicente de la Barquera es famosa por varias razones. Desde 1212 es una de las villas más importantes de esta zona de la costa cantábrica. Punto de escala del Camino de Santiago de la costa y vía de acceso hacia el interior de las tierras de Cantabria. Por aquí se accede, por ejemplo, al Valle Lebaniego, otra de las joyas turísticas, naturales e históricas de la zona. Pero el pueblo es un destino en sí mismo y merecedor, como poco, de tres o cuatro horas de paseo. Porque hay mucho que ver en San Vicente de La Barquera. Empezando por la propia villa, que guarda verdaderos tesoros de su pasado medieval. Y terminando por el magnífico entorno en el que se asienta.

Una de las costas más bonitas del norte de España.- La Ría de San Vicente es una enorme extensión de aguas y páramos intermareales que supera las 390 hectáreas de superficie (con un perímetro de 31,6 kilómetros). Uno de los mayores espectáculos que ofrece la población es ver cómo cambia el paisaje con el flujo de las mareas. A medida que se retira el mar, las panzas de los barcos se apoyan en el fondo y va descubriéndose todo un mundo de pequeños canales, islas y charcos que entra varios kilómetros hacia el interior. El espectáculo se multiplica con la suma del Parque Natural de Oyambre, un conjunto de playas y rías que conectadas con las marismas de San Vicente crean un ecosistema valiosísimo dónde se combinan los valores naturales (es un lugar de mucha importancia para las aves) y los culturales. El Faro de Punta Silla (Barrio Boria sn; Tel: (+34) 942 712 019) alberga un pequeño pero completo centro de interpretación en el que podrás descubrir los secretos de esta zona antes o después de recorrerla. Una vez tuvimos la oportunidad de dormir en la mismísima Playa de Oyambre y la verdad es que recorrer la playa recién amanece (y con la suerte de una bajamar de principios de verano) es un privilegio. No pierdas la ocasión de internarte junto a la Ría del Arroyo del Capitán. No es tan grande como sus vecinas, pero los paisajes son brutales y puedes ver curiosidades como un molino de marea del siglo XVIII (Diseminado de La Rabia, 7) que movía su mecanismo aprovechando las diferencias de nivel del agua durante las bajamares y pleamares.

La Puebla Vieja y el barrio de los pescadores.- Como te decíamos con anterioridad, la historia de este lugar se remonta muy atrás en el tiempo pero fue en el siglo XIII cuando la villa logró un estatus de privilegio que favoreció su expansión. Al casco originario se le conoce como ‘Puebla Vieja’ y es un conjunto artístico e histórico de importancia. EL burgo medieval se levantó sobre un espolón rocoso que divide la ría en dos. Cuando la marea es alta, el pueblo queda protegido por tres de sus flancos, lo que dificulta cualquier intentona de ataque. Aún así, la Puebla Vieja estaba protegida por una fuerte muralla. La mejor opción para acceder es a través de la calle Padre Antonio, que conduce a una pequeña puerta medieval. Ahí mismo, sobre una peña, puedes ver el Castillo del Rey, que con su planta estrecha y alargada se asienta a la perfección sobre la peña que le sirve de cimiento. Este castillo, que hoy alberga un pequeño museo histórico, se construyó en el siglo XIII y fue el germen del crecimiento de una villa que ganó en importancia al socaire del Camino de Santiago y el mar. La vocación jacobea del pueblo queda de manifiesto en su tope. Ahí está la Iglesia de Santa María de los Ángeles, una maravilla gótica que guarda tesoros como el sepulcro del Inquisidor Corro –que es de las mejores esculturas funerarias renacentistas de España- o los restos del Hospital de la Concepción, que fue albergue para peregrinos durante muchos siglos. Esta zona del pueblo es, también, un mirador excepcional desde donde puedes ver, si el tiempo acompaña, las cumbres de los Picos de Europa (con el Naranjo de Bulnes emergiendo entre las cimas grises).

Aprovecha la bajada para detenerte junto a la portada plateresca del Palacio de la Familia Corro. Este palacete renacentista que hoy alberga la sede del Ayuntamiento, fue también albergue de peregrinos. A dos pasos puedes ver la Torre del Preboste, que alternó funciones como baluarte defensivo y cárcel durante siglos. De aquí hacia abajo callejea buscando rincones lindos. Las casonas de piedra adornadas con balconadas de madera son la marca local lo que conforma un conjunto vistoso. El otro núcleo de interés del pueblo ya está junto al mar. El Puente de La Barquera conduce al puerto y al barrio marinero de la localidad. Aquí te vas a encontrar con lugares de interés como la Cofradía de Pescadores o el Santuario de la Barquera, un coqueto templo de origen medieval que se encuentra junto a la bocana del puerto. Desde esta zona tendrás unas vistas brutales sobre la Puebla Vieja y también es el acceso a la zona del Faro de la Silla, donde se encuentra el centro de interpretación del Parque Natural de Oyambre.

Dos experiencias bajo tierra.- A poca distancia de San Vicente nos encontramos con dos cuevas que merecen una visita. El Soplao (Prao Collao, sn –acceso por CA-181; Celis-) es un conjunto de túneles de origen kárstico con más de 20 kilómetros de galerías y grandes salas que son una verdadera maravilla geológica. El entorno de la cueva también es interesante de ver ya que es un ejemplo de patrimonio minero e industrial. Otro cantar es la Cueva del Pindal (Acceso RD-1 por Pimiango; Tel: (+34) 608 175 284), uno de los mitos de la arqueología del norte de España. Aunque esta cueva se encuentra ya en Asturias, la cercanía con San Vicente justifica la excursión. El Pindal es uno de los mejores ejemplos de arte rupestre paleolítico de España con una amplia representación de la gran fauna de la época (bisontes, ciervos, caballos, un mahmut…) en paneles que se pintaron en un periodo que abarca desde el 14.000 al 20.000 antes del presente. La cueva está en un lugar espectacular, junto a un cantil que da al mar y rodeada de un denso bosque (el Encinar de San Emeterio) donde hay algunos edificios medievales y un faro con muy buenas vistas.

Un bosque de sequoias en Cantabria.- Este trozo de California en tierras cántabras se encuentra muy cerca del pueblo de Cabezón de la Sal (Acceso CA-135). En los años 40, alguien tuvo la ocurrencia de plantar estos gigantes de crecimiento rápido para su aprovechamiento maderero, pero ahí se quedaron creando un pequeño bosque con unas 800 sequoias que ya van alcanzando los 40 metros de altura. Un paseo curioso.

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