Amersfoort: una joya holandesa a salvo del turismo de masas

Amersfoort desde las alturas de la Torre de Nuestra Señora.

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El listado de las grandes y pequeñas ciudades holandesas que merecen una visita es amplísima. Como sucede en la vecina Bélgica, es increíble todo lo que puede caber en territorios tan pequeños. Ámsterdam encabeza un listado en el que caben verdaderas joyas históricas como Rotterdam, Utrecht, Groninga, Zwolle o La Haya. Pero hay otras pequeñas ciudades que quedan ocultas ante la potencia monumental de sus vecinas. Y quizás el mejor ejemplo de esto que hablamos es Amersfoort, una pequeña plaza fuerte que se encuentra a apenas 20 kilómetros de Utrecht y que se ha mantenido a salvo de las masas de turistas que visitan otros puntos del país. El marketing es lo que tiene. Amersfoort lo tiene todo para ser un imprescindible para cualquier viaje a los Países Bajos, pero muchos pasan de largo dejando la ciudad sólo para unos cuantos viajeros. El resultado es autenticidad y tranquilidad. Algo que se agradece después de días de aglomeraciones en otros puntos.

La primera razón para visitar Amersfoort es que está ahí mismo, al alcance de la mano. Holanda es pequeña y en apenas un par de horas uno puede ponerse de una punta a otra. Pero es que estamos hablando de una población que se encuentra en el centro geográfico del país. Ya te dijimos que desde Utrecht el paseo es de 20 kilómetros (13 minutos en trenes con frecuencias de unos 10 minutos); pero es que desde Ámsterdam sólo hay 57 kilómetros (entre 30 y 45 minutos en tren) y desde Róterdam apenas supera los 81 kilómetros (Una hora y cuarto en tren). Se puede ir y venir en una sola jornada. Y merece muchísimo la pena, porque es una de las ciudades más bonitas.

La traducción de Amersfoort es Fortaleza del Amer. Y plantarse ante la Koopelpoort pone de manifiesto lo adecuado del topónimo. La ciudad se construyó durante la edad media como plaza fuerte a orillas del río Eem –antes Amer-, uno de los tantos cauces creados artificialmente del país. Una serie de canales sirven para conectar este cauce principal con la ciudad y otros entran en las antiguas murallas para crear esas calles de agua tan características de las ciudades holandesas. Esto queda de manifiesto en Koopelpoort: Aquí, el canal crea un foso que impide el acceso directo al antiguo burgo que queda protegido, además, con un sólido castillo de ladrillos que sirve de protección a una puerta terrestre (comunicada con el exterior mediante un puente) y a otra fluvial. Es un adelanto de lo que nos espera ‘puertas adentro’.

 La circunferencia (singel) es una calle que rodea todo el casco viejo siguiendo el trazado de uno de estos canales. El tamaño permite recorrerla entera e ir usándola para entrar y salir a la ciudad histórica. Aquí vas a encontrar los primeros grandes hitos: el Museo Flehite (Westsingel, 50), una colección de objetos históricos y obras de arte que ocupa una preciosa manzana de casas medievales; la ermita gótica de Mannenzaal (Westsingel, 47); el Ayuntamiento Viejo (Westsingel, 43); la imponente Onze Lieve Vrouwetoren –Torre de Nuestra Señora- (Krankeledenstraat, 30), una atalaya de 98 metros de altura y construida en el siglo XIV que marca el centro geográfico del país; la imponente Groot Tinnenburg (Muurhuizen, 25), una estructura medio casa medio torre que servía para defender el acceso al agua de la ciudad; la espectacular Monnikendam (Plantsoen Oost, 2) la otra puerta acuática de las antiguas murallas que pueden verse por dentro –hay un restaurante-; la Kamperbinnenpoort, hermana de tierra de la Koopelpoort, o la Iglesia de San Francisco Xavier (Het Zand, 29), un precioso edificio neoclásico de piedra y ladrillo. Y todo esto en apenas mil seiscientos metros de paseo tranquilo.

Dos calles principales sirven para ir explorando todo lo que queda dentro de la Circunferencia formando una curiosa cruz: Langergracht y su continuación Kortegracht va desde la Koopelpoort hasta la Groot Tinnenburg –y de ahí por agua hasta la Monnikendam- y Langestraat hace lo propio desde Kamperbinnenpoort hasta la Plaza de Varkensmarkt. Casi todos los grandes edificios de la ciudad están en la Circunferencia; el otro gran centro monumental es el Hof, la gran plaza central de la ciudad que sirve de escenario para el gran mercado semanal desde la Edad Media (actualmente se celebra los sábados). Aquí vas a encontrar la Catedral de San Jorge (Hof, 1), un templo gótico del XV que ocupa buena parte de la plaza y es, con mucho, el edificio más grande de la ciudad. De resto queda patear las calles e ir descubriendo pequeñas y grandes sorpresas.

Amersfoort es una ciudad muy fotogénica llena de rincones preciosos: lugares como el Havik, una verdadera plaza acuática rodeada de casas de ladrillo. También en el centro histórico hay otros lugares de interés como el Museo Mondriaan (Kortegracht, 11), dedicado a la obra del artista local Piet Mondriaan; el Elleboogkerk (Langegracht, 36), una antigua iglesia reconvertida en centro cultural o la coqueta Sinagoga (Drieringensteeg, 2), un precioso edificio del siglo XVIII que pone de manifiesto la importancia que tuvo la comunidad judía en la ciudad hasta la Segunda Guerra Mundial. Si te gustan los lugares curiosos no dejes de visitar Spellenpoort (Scherbierstraat, 4), una tienda especializada en puzles, o la Piedra de Amersfoort (Arnhemsestraat, sn), un pedrusco de varias toneladas de peso que fue transportado hasta la ciudad en 1661 por 400 vecinos de la ciudad picados por una apuesta.

Kunsthal KAdE (Eemplein, 77).- Este centro cultural es uno de los contrapuntos de vanguardia al precioso casco histórico de Amersfoort. Más allá de la programación del centro, que suele ser de gran calidad, está bueno acercarse hasta aquí para admirar la arquitectura del edificio y de los espacios anexos. En esta zona de la ciudad se apelotonan muy buenos ejemplos de arquitectura contemporánea. No dejes de pasar por la calle Smallepad para ver el Rijksdienst voor het Cultureel Erfgoed, otro alarde de acero, hormigón y cristal.

El Palacio de Soestdijk.- Este es una de las cuatro residencias oficiales de la familia real holandesa. El Soestdijk es una soberbia construcción que se construyó en el siglo XVII pero que fue modificada en numerosas ocasiones hasta terminar siendo una buena muestra del neoclasicismo en el país. Tanto el edificio como sus jardines y bosques son impresionantes. Este complejo palaciego se encuentra a 11,7 kilómetros de la ciudad.

Un espacio para la memoria.- A pocos kilómetros al sur del centro urbano se encuentra el Monumento Nacional de Amersfoort Kamp (Loes van Overeemlaan, 19 –Leusden-), unos antiguos cuarteles militares holandeses que se convirtieron en centro de internamiento y detención durante la ocupación alemana del país. Este campo estuvo en funcionamiento entre 1941 y 1945 y sirvió como lugar de concentración de resistentes holandeses, prisioneros de guerra y de diversos colectivos como judíos, gitanos o testigos de Jehová. Aquí se internaron más de 47.000 personas y desde aquí se destinaban a otros campos de concentración y exterminio. Visitar este lugar estremece.  

Fotos bajo Licencia CC: Sjaak Kempe; [●] wim goedhart; PEP photo; Paul van de Velde; Petra Links; jonathan

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