Pequeña guía del Condado de Donegal: el corazón gaélico y católico del norte de Irlanda
Cuando llegamos a Donegal, nuestra intención era pasar una noche; al final nos quedamos tres. Lo primero que nos ató a esta pequeña ciudad de la costa oeste de Irlanda fue una de esas veladas mágicas de craic (una palabra que los irlandeses usan para referirse al buen ambiente y a la diversión) en el Reel Inn (Bridge Street; Tel: (+353) 87 933 8456), uno de los mejores pubs de los muchísimos que visitamos a lo largo y ancho de la isla. La música tradicional, las pintas y la amabilidad del variopinto paisanaje del local no fueron más que el comienzo de una relación fantástica que se prolongó durante cuatro largas y felices jornadas. Una generosa ración de Fish and Chips con los pies colgando en el puerto no hicieron sino aumentar el idilio y confirmar las primeras impresiones. Y eso que la ciudad, en sí, no son más que un par de calles en torno al Diamond (la recurrente plaza que sirve de centro urbano de buena parte de los pueblos de la zona). Pero, como suele ser habitual en Irlanda, el número de lugares que ver a apenas unos kilómetros de la desembocadura del Río Eske, responsable del pequeño estuario dónde se asienta la población, es inabarcable. Porque Donegal es un lugar muy especial.
Lo primero que llama la atención es como el condado se encaja a modo de cuña al oeste de las fronteras con el Ulster británico. Este es uno de los tres condados de Irlanda del Norte que se integraron en la República irlandesa tras la separación de la isla en dos partes. No sólo la comunidad católica es amplia mayoría, también forma parte de esa Irlanda más tradicional (la Éire Ghaelach o Gaélica) que mantiene una fuerte identidad propia. Pero a la irlandesa. Aquí se recibe al visitante con los brazos abiertos y no es raro que al final uno acabe de fiesta con alguien hasta las tantas de la madrugada y con alguna pinta de más. Craic. La suma de paisaje y cultura son las bases de la potencia de Donegal como destino viajero. Bueno para hacer una pequeña escala en un viaje por el país e ideal para programar una escapada de cuatro o cinco días. ¿Para tanto da? Y sí. Lagos, playas, castillos, pueblos de interior, viejas aldeas de pescadores, los acantilados más altos de Europa, viejas historias y leyendas que incluyen hasta barcos españoles, arqueología a punta pala (para no variar)… Y esas noches mágicas en los pubs.
Qué ver en Donegal; una pequeña guía de la ciudad.- Más allá de pasear por las calles y detenerse en las fachadas sencillas de sus casitas, el gran hito monumental y patrimonial de la ciudad es el Castillo de Donegal (Saint Helenes, 11; Tel: (+353) 74 972 2405), fortificación y residencia del clan de los O’Donell desde finales del siglo XV hasta que fueron derrotados y expulsados por los ingleses durante la Plantation del Ulster de 1609, un proceso de desalojo violento de la población local para favorecer el establecimiento de colonos protestantes (ingleses y escoceses). Aunque ha sufrido multitud de reformas a lo largo de los siglos (y una restauración en profundidad), es de las mejores fortalezas gaélicas que aún quedan en pie por este lado de la isla. Las otras ‘ruinas’ venerables de la población son las de la Abadía de Donegal (Quayside; Tel: (+353) 87 259 8547), antiguo cenobio franciscano fundado en 1474 bajo el patrocinio de la familia O’Donell. Del complejo apenas quedan algunos muros y restos de columnas y vigas, pero su emplazamiento junto a la orilla del Enke es, sencillamente, espectacular. También hay un Museo Ferroviario (Tyrconnell Street; Tel: (+353) 74 972 2655) y algunos edificios notables. No dejes de hacer el The River Bank Walk, un agradable paseo por el estuario del río y, si eres de los que gustan de rastrear la historia de los lugares que visitas, The Famine Graveyard –cementerio del hambre- (Upper Main Street, 8; Tel: (+353) 86 851 0903), el lugar donde recibió sepultura la gran mayoría de las víctimas locales de la gran hambruna de la patata de 1845-1849. Según dicen, es muy probable que haya varios miles de cuerpos en las fosas comunes. Es un lugar que impresiona.
Los alrededores de Donegal también tienen bastantes sitios por ver. Siguiendo la Ruta Nacional 15 se llega hasta el bonito Lough Eske –fuente del río que desagua en la ciudad-, un pequeño espejo de agua enclaustrado entre grandes colinas redondeadas. En las orillas del lago podemos ver el Castillo de Eske, una impresionante casona señorial del siglo XVII reconvertida en hotel de lujo, y algunas manchas de bosque nativo irlandés, verdadera rareza que ha sobrevivido a la voracidad del ganado y la agricultura en algunos puntos aislados del país (no dudes en adentrarte en Ardnamona Woods). La carretera sigue hacia el norte a través de Barnesmore Gap, un bonito paso de montaña que conecta la costa con el interior del condado. Aquí puedes ver algunas zonas de turberas y manchas de bosque hasta llegar a la población de Ballybofey.
La Ruta Costera hasta los acantilados de Slieve League.- Uno de los grandes atractivos de esta parte de Irlanda son sus paisajes costeros. La ‘aburrida’ costa este contrasta con la complicada línea litoral del poniente irlandés, que parece haber sido dibujada por un auténtico maníaco. Estuarios, cabos, bahías, puntas y cantiles se suceden creando una sucesión de penínsulas y golfos de todos los tamaños y formas. Y la costa de Donegal no es una excepción. Si vas con coche de alquiler sigue la RN 56 (puedes visitar Salthill Gardens antes de seguir hacia el oeste) hasta la intersección con la Donegal Road (RN 263) para buscar los acantilados más grandes de Europa. Eso sí, para antes en el pueblecito pesquero de Killybegs. Dicen que éste es el lugar con mayor porcentaje de personas morenas y ojos marrones de toda Irlanda y que todo se debe al naufragio cercano de uno de los barcos de la Armada Invencible española. Desde este punto, la carretera empieza a ascender hasta asomarse al abismo en Slieve League. Con más de 600 metros de caída libre hasta el mar, éste es el cantil más alto de Europa (aunque la verticalidad de Moher es más espectacular, la verdad).
La ruta clásica hasta Slieve League incluye la visita a la aldea de Glean Cholm Cille, un conjunto de pequeños grupos de cabañas tradicionales que se desparraman por un valle precioso que desemboca en una playa aún más bonita (Glencolumbkille). Aquí puedes darte un paseo por Glencolumbkille Folk Village (Kilaned -Gleann Cholm Cille-; Tel: (+353) 74 973 0017), un proyecto cultural comunitario que pretende mostrar los modos de vida tradicionales de esta parte del país a través de una muestra etnográfica que ocupa varias de estas cabañas con techo de paja. La jornada culmina con uno de esos puntos calientes de cualquier viaje. El Paso de Glengesh es uno de los tramos de montaña más bonitos de la comarca (y también del país). El tramo de carretera que une Glencolubkille y el pueblo de Ardara apenas tiene 26 kilómetros, pero vaya 26 kilómetros. El momento cumbre es el paso de montaña (a apenas 275 metros sobre el nivel del mar), pero todo el trayecto te va a dejar atónito. En la zona hay varios artesanos de la famosa lana local. Aprovecha para visitar algún taller. Muy cerca de Ardara puedes acercarte a ver la Cascada de Assaranca y la Playa de Maghera. Para amantes de la arqueología queda el Dolmen de Kilclooney (R-261; Tel: (+353) 74 954 5010), uno de los mayores del país.
El Parque Nacional Glenveagh y el norte del condado.- Glenveagh es uno de los seis parques nacionales que hay en la República de Irlanda. No es que sea nada del otro mundo, la verdad, pero es un buen resumen de los paisajes de esta parte del país. El corazón del parque es el Lough Veagh, una de las más grandes lagunas glaciares del norte irlandés. Como suele ser habitual, este lago se encuentra en el lecho de un gran valle rodeado de montañas (las Derryveagh Mountains). Y aquí sí que son montañas. También es un ejemplo de la historia reciente del país. Estas tierras formaron parte de un extenso latifundio usado como coto de caza (la Glenveagh Estate) en manos de la aristocracia inglesa. De aquellos tiempos es el Glenveagh Castle y sus magníficos jardines –solo se puede visitar con tours guiados-. Gracias a eso, es uno de los rincones mejor conservados desde el punto de vista ecológico: hay zonas de bosque nativo, pantanos, turberas y hasta picachos importantes como el Monte Errigal, que con sus 751 metros es la cúspide de las Derryveagh. El sendero de Mullangore Wood parte del castillo y recorre los puntos más interesantes del parque.
Más allá de Glenveagh el número de lugares de interés es alto. Si vas con el tiempo justo te recomendamos acercarte a la costa para ver tres puntos que, creemos, merecen la pena: las dos playas de Tramore (de las más bonitas de la isla y con un campo de dunas cubiertas de hierba simplemente espectacular), el bosque nativo de Ards Woods (de los más grandes y mejor conservados) y el coqueto Castillo de Doe (Castledoe, sn; Tel: (+353) 87 293 7383), una fortaleza de principios del siglo XV situado a la orilla del estuario de Sheephaven Bay (puerto de las ovejas). Otro lugar interesante, aunque ya más alejado, es el fuerte de Grianan Of Aileach, una vieja fortaleza céltica que data del 1700 AC. Este imponente muralla circular de piedra (con un diámetro interior de 23 metros, una altura de cuatro y muros de más de cinco de anchura) se encuentra ya en la Península de Inishowen, tierra que según la mitología local estaba poblada por gigantes. Esta fortaleza estuvo habitada por casi dos mil años y es uno de los lugares más famosos de la comarca. De aquí a la ciudad de Derry, ya en Irlanda del Norte, hay apenas unos kilómetros. Y una polémica y dolorosa frontera de por medio.
Fotos bajo Licencia CC: Finn Terman Frederiksen; Giuseppe Milo; Alain Rouiller; Andrew Hurley; Kent Wang; Raphael Schön; Maciej Brencz
0