Una ruta por el Lago Trasimeno: una escapada de un día desde Florencia
La Toscana es una de las regiones históricas más intensas de toda Europa. Las cosas que ver y las ciudades que visitar en esta región darían para un largo viaje de meses emulando a los ricos herederos y herederas británicas que emprendían el Grand Tour durante los siglo XVIII y XIX (una especie de viaje iniciático por Europa que culminaba en el descubrimiento de las grandes joyas italianas). Florencia es la reina indiscutible del universo toscano. La ciudad es, según nuestra opinión, la mejor escapada urbana de Europa porque lo tiene todo y, también, la posibilidad de dar saltos de poca distancia que te descubren verdaderas potencias monumentales (Pisa, Siena, San Gimignano…) y espacios naturales de gran belleza. La Ruta A-1 (Autostrada del Sole) es la gran autopista que conduce hasta el Lazio y al umbilicus mundi de la civilización occidental: Roma. La autovía permite ir y venir de manera rápida desde Florencia hasta las orillas del Lago Trasimeno donde, por ejemplo, nos encontramos con otro centro monumental de importancia como es la ciudad de Peruggia o la pequeña pero intensa Arezzo.
El Trasimeno se encuentra justo en el límite de las regiones de Toscana y La Umbría aunque pertenece a esta última (Provincia de Peruggia). Estamos hablando de un pequeño espejo de agua de 128 kilómetros cuadrados (es casi un óvalo entre 15 y 18 kilómetros de anchura máxima) con profundidades medias entre los cuatro y los seis metros. Llegando desde Florencia, la orilla norte del lago se encuentra a 115 kilómetros. Llegamos a Borghetto, un pequeño pueblo de apenas un centenar de c asas a orillas del Trasimeno. No es, ni de lejos, lo mejor que vamos a encontrar. Pero es un buen ejemplo de lo que puede ofrecer este lugar al viajero inquieto. Lo primero dos joyas patrimoniales: la Iglesia di San Martino (con unas interesantísimas pinturas murales del siglo XIV) y La Torre di Borghetto, que sirve de testigo de un viejo castillo del siglo XII que fue testigo de las luchas entre las poderosas familias de Florencia y Peruggia. Y lo segundo el peso rotundo de la historia: a dos pasos de la población encontramos un pequeño memorial que recuerda la Batalla de Trasimeno –junio del 217 aC- entre los cartagineses de Aníbal y los romanos de Cayo Flaminio (y que dejó Roma al alcance de los cartagineses aunque no supieron aprovecharlo). En Tuoro Sul di Trasimeno hay un centro de interpretación de la batalla (Piazza Garibaldi, 7).
Recorrer las orillas del lago es encontrarse a cada paso con esta combinación tan frecuente en estas tierras italianas. Pueblos bellísimos que atesoran verdaderas joyas patrimoniales y pinceladas de esa historia en mayúsculas que trasciende lo local. Como aquella derrota de las legiones de Cayo Flaminio en lo que los expertos consideran la mejor emboscada militar de todos los tiempos y que pudo cambiar la faz de Europa si Aníbal hubiera decidido marchar contra una Roma indefensa y aterrorizada. Y también pequeños detalles como la Dogana Pontificia (Strada Statale Trasimeno, 4) puesto fronterizo de los antiguos Estados Pontificios que controlaba el acceso desde la ruta de Florencia. Puede que para ti no sea más que una vieja casona, pero aquí presentaron sus papeles camino de Roma personajes como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Galileo, Goethe, Lord Byron… Italia. Simplemente Italia.
Primera parada en Passignano sul Trasimeno.- Las orillas del lago están plagadas de pequeños pueblos encantadores, viejos castillos, santuarios y restos arqueológicos romanos y etruscos. Llegamos a Passignano desde el entorno de Borghetto y Tuoro y nos encontramos con un pequeño casco histórico encerrado por murallas que culmina en el Castillo de La Roca (Vía Castello), una fortificación del siglo XV que recibe el nombre popular de Torre del Poniente. Entre las calles del centro hay algunos palacios, casonas medievales, iglesias y ermitas… Y hasta una playa. Esta concentración de cosas por ver es una constante que se repite en todos y cada uno de los pueblos que vamos a visitar. Una cuestión que se multiplica si decidimos hacer alguna incursión lejos de la orilla. Un lugar muy bonito de ver es el pueblo de Castel Rigone (aquí tienes que ir a visitar el Santuario de la Virgen de Los Milagros y sus frescos renacentistas) y de camino hacer una parada en la Villa Romana de Quarantaia (junto a la carretera SP-142 que conduce a Castel Rgone).
Las huellas de la Orden de Malta en Magione.- Es, sin duda alguna, la gran villa monumental del lago. La historia de esta pequeña localidad está íntimamente ligada a la orden militar de los Hospitalarios de San Juan (los Caballeros de Malta) y de ahí la importancia del Castello (Via Cavalieri di Malta, 31), una de las grandes fortalezas del lago (impresionantes los frescos de su capilla), y la monumentalidad de la Iglesia de San Juan Bautista (Via XX Settembre) que aúna un cuerpo románico, una fachada barroca de ladrillo que es una maravilla y bonitos frescos renacentistas en su interior. Magione ejerce de capital de lago (es la población más grande) y aquí puedes encontrar algunos rincones que sirven para explicar el día a día de las gentes del lugar a través de sus ocupaciones tradicionales más importantes. En San Feliciano está el Museo de la Pesca (Lungolago Della Pace E Del Lavoro, 20) donde puedes conocer no sólo el legado antropológico de la pesca sino también la complejidad ecológica del lago. Y en Monte Sperello se puede visitar la Cantina Bieroli (Via del Moscatello, 3), una de las más importantes y bonitas bodegas de Peruggia.
Castiglione del Lago y la herencia etrusca.- El circuito por las orillas del Trasimeno culmina en la ciudad amurallada de Castiglione. Decíamos que Magione es la gran villa del Lago, pero Castiglione es la que mejor ha conservado su legado medieval. El casco histórico sigue protegido por murallas y sólo se puede acceder a su interior atravesando las antiguas puertas fortificadas. Los muros tienen su punto álgido en la Rocca del Leone (Via del Forte, 46), plaza fuerte con vistas al lago. Los muros encierran varios tesoros. La Iglesia de la Magdalena (Via Vittorio Emanuele, 17) es el gran templo del lago. Por fuera parece una iglesia normal, pero por dentro es una verdadera joya del neoclásico que lleva la firma de uno de los mejores arquitectos del XIX italiano: Giovanni Caproni. El edificio es ‘nuevo’ pero custodia tesoros artísticos que se remontan al siglo XIII.
La Vía del Forte ejerce de espina dorsal de la ciudad aglutinando plazas y palacios. En la Plaza Guiseppe Manzzini está el Palazzo Sciurpa y en la Piazza Antonio Gramsci el Palazzo della Corgna que es sede del museo municipal y se sale de bonito que es. Este palacio fue la casa familiar de los Corgna y tiene uno de los mejores frescos históricos del país: El Salón de las hazañas de Ascanio donde se narran a modo de ‘comic’ los hechos de armas del fundador de la familia. Cada uno de los salones y pasillos de este imponente palacio está decorado con frescos y ni decir tiene que el conjunto se completa con esculturas, pinturas, tapices y una gran colección de artes decorativas. Una maravilla. La otra joya del pueblo es una necrópolis etrusca que puede verse alrededor del casco histórico con numerosas tumbas.
A las islas o a la Città della Pieve.- En el Lago Trasimeno hay dos islas: Maggiore y Polvese. ¿Merece la pena visitarlas? Nosotros estuvimos en Maggiore y la verdad es que no nos pareció gran cosa (y sí, hay un castillo del siglo XIII, casas bonitas, una iglesia, un par de capillas…). Si tienes que elegir entre ir a una isla o darte un paseo por el pueblo de Città della Pieve no lo dudes y date el gustazo de visitar esta población a medio camino del lago y la Autopista A-1. Es una delicia. Calles estrechísimas (dicen que aquí está el callejón más estrecho de Italia –Vicolo Baciadonne-), edificios de piedra y ladrillo, varios palacios y hasta una concatedral con una cripta preciosa. Un yacimiento arqueológico diferente en Cetona.- Fuera de ruta pero muy recomendable para amantes de la arqueología. Si viajas por Italia vas a tener una sobredosis de mundo romano, etrusco, medieval, renacentista, barroco… Pues en este pequeño pueblo (que es precioso, la verdad) se encuentra uno de los enclaves arqueológicos más importantes del país que abarca un lapso de tiempo que va desde el Paleolítico a la Edad del Bronce, justo el momento en el que se generan las grandes civilizaciones italianas. El museo del pueblo es digno de verse y cuenta con un recorrido con reproducciones que es una pasada. De lo mejor que hemos visto en este sentido.
Fotos bajo Licencia CC: Eduardo M.; Glen Bowman; David Bramhall; Anthony Majanla; Stefano Avolio; Andreas Manes; N i c o l a
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