Una escapada a la ciudad del ámbar: un par de días en Gdansk

La Calle Santa María. Para muchos viajeros es la más bonita de Gdansk.

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Para entender Gdansk hay que conocer un concepto fundamental: la Liga Hanseática. Esta sociedad de ciudades portuarias y fluviales libres que funcionó desde el siglo XII hasta mediados del XVII –aunque algunas ciudades la mantuvieron viva hasta el ascenso al poder de Hitler 1934- fue un elemento fundamental para explicar lo que es la actual Europa. Era una especie de alianza comercial de puertos francos que aglutinaba a un buen número de plazas y localidades desde la actual Bélgica hasta lo más remoto del Mar Báltico. El eje de aquella auténtica sociedad transnacional era el libre comercio pero también era una alianza militar (mucha veces defensiva pero también beligerante fuera de sus límites) y un auténtico torrente cultural que, por ejemplo, cristalizó en una arquitectura basada en el ladrillo que se repite en lugares tan significativos como Ámsterdam, Lübeck –capital de la asociación-, Hamburgo o Tallin. Una sociedad que trascendía credos y lenguas en pos del comercio.

La vieja Danzig (situada en el extremo occidental de una extensa red de canales y rías del delta del Vístula, era uno de los puertos más importantes de la Liga y principal mercado del ámbar en el viejo continente. Y en sus calles aún pueden verse las huellas de aquel pasado. La enorme Grúa del Puerto -Żuraw en polaco- (Szeroka 67; Tel: (+48) 58 301 69 38) es una gigantesca estructura de madera, ladrillo y hierro que servía para descargar o cargar los barcos que iban y venían por las rutas de la Liga. Ya se la menciona en el siglo XIV y era capaz de levantar hasta dos toneladas a alturas superiores a los 25 metros. Hoy, esta maravilla de la ingeniería medieval (es única en su especie) alberga un interesantísimo museo naval centrado, como no, en las viejas rutas de la Hansa. El viejo puerto ocupa la orilla del Río Stara Motlawa que, al igual que sucede en otras ciudades hanseáticas, se divide en varios canales que sirven de arterias de comunicación y línea de defensa. Un puerto que alterna viejas casonas burguesas, almacenes de ladrillo rojo y alguna que otra gran iglesia que nos recuerdan a las ciudades holandesas y flamencas. Algunas sencillas; otras espectaculares como la que alberga la Puerta Verde, uno de los accesos monumentales al centro de la ciudad o el antiguo monasterio de los Dominicos, una maravilla arquitectónica que hoy alberga el Museo Arqueológico de la ciudad (Mariacka 25; Tel: (+48) 58 322 21 00).  

DE PUERTA A PUERTA: LA RUTA REAL.- La Puerta Verde fue construida como residencia eventual para los reyes polacos. Hoy alberga un museo que permite ver por dentro el palacio. Pero la función principal del edificio es comunicar el puerto con la Plaza del Mercado Largo. Desde aquí parte la calle principal de la vieja Gdansk que culmina, en la otra punta, en la Puerta Dorada. La distancia que separa las dos puertas es de 550 metros y recibe el nombre de ‘Ruta Real’. Poco más de medio kilómetro (unos seis minutos a pie) que concentran una buena parte de todo lo que hay que ver en la ciudad, incluyendo una imponente colección de palacios y palacetes que ponen de manifiesto la riqueza de la que disfrutó la ciudad durante los tiempos de la Liga. En el conjunto sobresalen la Casa Dorada (número 41); la Corte de Arturo –una imponente lonja del siglo XV- (número 44) y el antiguo Ayuntamiento (Długa, 46), una de las obras cumbre del gótico civil de esta parte del mundo y sede del Museo de Historia de la ciudad. La Plaza del Mercado Largo es uno de los espacios urbanos más bonitos de Europa. Sitúate junto a la Fuente de Neptuno y tómate un par de minutos para mirar en todas direcciones. Nada sobra. Todo está en su sitio.  

Sigue por Dluga hasta pasar la Puerta Dorada. Ahí te vas a encontrar con otra concentración de belleza e historia. La propia puerta es una maravilla del siglo XVII que ya adelanta algunas líneas del Barroco. Justo al lado tienes la sede de la Orden de San Jorge (gótico civil del siglo XV), una poderosa organización que aglutinaba a los vecinos más ricos de la ciudad y frente a ambos la Torre del Presidio (Plaza Targ Węglowy, 26; Tel: (+48) 514 222 205), una imponente fortaleza que hoy es la sede del interesantísimo Museo del Ámbar. Desde aquí puedes seguir por la Plaza Targ Węglowy (Mercado del Carbón) y ver los restos de la antigua muralla (con un torreón chato y robusto) que aún pueden verse junto al edificio de la Armería (si te sorprende la fachada de ladrillo de Węglowy aún lo va a hacer más la de la calle Kołodziejska. Este primer paseo lo puedes terminar pasando bajo el Torreón de San Jacinto y visitando el bonito Mercado de Gdansk (Dominikański, 1): es bonito por fuera y por dentro, pero, además, tiene sorpresa. Bajo el pavimento se encontró una vieja cripta románica que hoy puede visitarse. Justo al lado del mercado se encuentra la Iglesia de San Nicolás.

LA IGLESIA DE LADRILLOS MÁS GRANDE DE EUROPA Y LA CALLE MÁS LINDA.- Empezamos este bloque por la Basílica de Santa María (Podkramarska, 5; Tel: (+48) 58 301 39 82). Aún si no eres de ver iglesias, visitar este edificio merece la pena. Primero para presumir de haber visto por dentro el templo de ladrillos más grande de Europa, lo que no es poco. La Catedral de Santa María es una maravilla del gótico y, también, un ‘recipiente’ único repleto de obras de arte; no dejes de ir a ver la Capilla Real, un pequeño templete barroco adosado al edificio principal (). La segunda excusa para visitarla es subir a su campanario, una torre de más de 80 metros que se eleva sobre los tejados de la ciudad vieja y permite ver toda Gdansk desde las alturas. Justo a las espaldas de la catedral nace la calle Mariacka (Santa María), para nosotros la más bonita de toda la ciudad. Esta calle angosta tiene la particularidad de los pequeños anteportales elevados que dan acceso a las casas (detente un rato a ver las gárgolas en las que culminan los bajantes de desagüe de los aleros y tejados). Esta pequeña calle se vinculó desde los tiempos de la Hansa al comercio de ámbar. Y aún hoy hay varias tiendas dedicadas a este fósil vegetal tan abundante en el Báltico (se calcula que el 80% de las reservas de ámbar mundiales se encuentran en esta zona de Europa).

DESDE LA ESTACIÓN AL ASTILLERO.- Si llegaste a la ciudad en tren, la primera impresión que te vas a llevar de Gdansk va a ser inmejorable, porque es un edificio bellísimo que respeta las líneas maestras de la arquitectura monumental del casco histórico (Stare Miasto). Desde aquí vete hasta el Canal Raduni, uno de los muchos cursos de agua que recorrían diferentes partes de la ciudad. Ahí podrás ver un enorme edificio de ladrillo rojo con techos a dos aguas altísimos e inclinados. Se trata del Viejo Molino (Wielkie Młyny, 7). El interior no se puede visitar, pero puedes ver la casa del molinero y las canalizaciones que aceleraban el paso del agua para mover las ruedas de la maquinaria. Es uno de los molinos medievales más grandes y mejor conservados de Europa. Antes de dejar la vieja Gdansk puedes ver las iglesias de Santa Catalina (Profesorska, 3) y Santa Brígida (Profesorska, 17) antes de emprender ruta hacia la zona portuaria.

Un ‘tente en pie’ en Panorama (Avenida Wały Piastowskie, 1; Tel: (+48) 58 307 42 51).- Las huellas de la época comunista en la ciudad no son tan numerosas como en otras partes del país. Hay quienes, directamente, aborrecen la arquitectura soviética. Pero a nosotros no nos disgustan. El Centro Técnico Okretowej es un modesto rascacielos que sirve de punto de ruptura entre la vieja y la nueva ciudad. No es especialmente bonito o grande; pero merece la pena subir hasta la última planta para ver la panorámica y, de paso, tomar algo o comer. Los precios, al cambio, no son altos (platos principales en torno a los 9 euros).

Terminamos este paseo por Gdansk en la zona portuaria. No es que sea particularmente bonita o espectacular, pero fue uno de los lugares más importantes para entender la historia de Europa en los últimos 30 años. Caminamos por Wały Piastowskie, dónde aparecen algunos edificios de factura moderna, viejos bloques de apartamentos de la época soviética  hasta un gran espacio abierto en el que sobresalen tres enormes cruces adornadas con anclas. La Plaza Solidarności es uno de los espacios más significativos de la Polonia moderna. El monumento recuerda a los obreros del astillero que murieron durante varias jornadas de protesta en diciembre de 1970: fue el principio de un proceso que culminó con la creación del sindicato Solidaridad, la primera de las grietas del Muro de Berlín. El Centro Europeo Solidaridad (Solidarności, 1; Tel: (+48) 58 772 41 12) cuenta la historia del nacimiento del sindicato Solidaridad y el proceso que desembocó en la caída del bloque del Este. Y todo empezó acá; en los astilleros de Gdansk.

VISITAR EL CASTILLO DE MALBORK.- La mejor manera de llegar a Malbork es a través del tren. Las conexiones son muy frecuentes y el viaje apenas dura media hora. Y la recompensa es mucha. Si vas a pasar varios días en la ciudad, no puedes dejar de visitar esta joya de la arquitectura militar. El Castillo de Malbork (Starościńska, 1; Tel: (+48) 55 647 08 00) es una construcción del siglo XIII que se levantó para servir de sede capital de la potente Orden Teutónica, una organización religiosa y militar que nació al albor de las Cruzadas. Este imponente ejemplo de gótico militar es el castillo más grande del mundo y, también, uno de los complejos más espectaculares.

EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE STUTTHOF.- Campos verdes, profundos bosques costeros y una enorme playa… Puede ser el inicio de cualquier historia bonita, pero en Stutthof, durante la Segunda Guerra Mundial, este lugar era la personificación del horror alemán. Lo más corriente es ir en excursiones contratadas, pero también tienes la posibilidad de llegar en transporte público (salida desde la Estación de Autobuses de Gdansk; Línea 870). El Campo de Concentración de Stutthof (Muzealna, 6 –Sztutowo-; Tel: (+48) 55 247 83 53) fue el primero construido fuera de las fronteras alemanas. En principio sirvió para encarcelar a los líderes locales pero pronto se sumó a la maquinaria de exterminio fascista. En él murieron más de 65.000 personas.

Fotos bajo Licencia CC: Maya-Anaïs Y.; altotemi; Lukas Plewnia; Mitch Altman; Alistair Young

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