Guía de urgencia para visitar la Costa Almafitana y Capri

Una estatua en Villa Jovis -residencia de Tiberio- y el paisaje de Capri. David van der Mark (CC)

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La Costa Almafitana es uno de esos lugares a los que hay que ir al menos una vez en la vida . A dos pasos de Nápoles y muy cerca de otros mitos viajeros italianos como Pompeya y Herculano, este trozo de litoral comprendido entre Sorrento y Salerno es, literalmente, otro mundo. Como sucede en la mítica Cinque Terre, aquí la naturaleza condicionó la existencia de los hombres y mujeres imponiéndoles un terreno agreste y difícil que cae a plomo sobre el mar. Los pueblos tuvieron que amoldarse a esta geografía abrupta y colonizar las laderas y los cauces de los torrentes para construir sus casas y sus tierras de labor. Y esa dictadura impuesta por la geología obligó a agudizar el ingenio y multiplicar los trabajos. Desde Sorrento, la SS-163 se asoma al mar a través de curvas imposibles que ponen de manifiesto esto que decimos: lo vertical manda.

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El viajero que llega hasta aquí se encuentra con uno de los países más hermosos de la vieja Italia. La Campania fue siempre un lugar especial. En la época de la República Romana en estas tierras de clima suave bañadas por el Mediterráneo se edificaron suntuosas villas de recreo para las élites romanas, que pasaban aquí largas temporadas alejadas de la jungla que suponía aquella Roma atestada de gentes y desechos. Ciudades como Pompeya o Herculano eran algo así como los grandes resorts de la época. Hoy, esta porción de litoral es una de las máximas atracciones turísticas del país: para los turistas de afuera y de adentro. Por eso hay que evitar a toda costa venir en julio o agosto. Al igual que sucede en Cinque Terre, en plena temporada alta esto es un caos absoluto de turistas, viajes organizados y kamikazes italianos al volante. Las playas privadas están en su apogeo e ir a la playa es imposible. En primavera y principios de verano es una gozada. Puedes moverte por los pueblos en transporte público (buses o transbordadores marítimos) y no hay demasiada gente.

UNA RUTA POR LA COSTA ALMAFITANA .- Positano es la puerta de entrada a la Costa Almafitana desde Sorrento y también una de las bases recurrentes de los que optan por quedarse un par de días en la zona. Entre este pueblo y Vietri Sul Mare median 37,6 kilómetros de curvas imposibles. Un tramo chiquito de carretera en el que se apelotonan los pueblos, las viejas torres defensivas (algunas datan del siglo XII), las calas maravillosas, las viejas villas señoriales y algunas playas en las que, por desgracia, dominan las grandes terrazas privadas (es algo que no entendemos). Mucho que ver y concentrado en muy poco espacio. Entre cada población crecen feraces los pinares y las terrazas de cultivo (dominan las vides). Estas fueron tierras ricas casi desde siempre. En Minori se pueden visitar los restos de una vieja Villa Romana del siglo I que representa a la perfección lo que los ricos buscaban en estas tierras; la villa se construyó con todas las comodidades (tenía hasta unas pequeñas termas) y rodeada de enormes jardines. En torno a estas villas lujosas fueron creciendo los pueblos, germen de la famosa República Almafitana , un territorio más o menos autónomo del Imperio Bizantino que dominó buena parte del comercio mediterráneo durante dos siglos.

De esa a medio camino entre el final de la Edad Media y el comienzo del Renacimiento son los grandes edificios de la comarca: como la Torre dei Normanni (en Maiori), una imponente fortaleza a orillas del mar que se levantó para defender una de las escasas grandes playas almafitanas –propicias para el desembarco- o el conjunto monumental de Rovello, pueblo que sirvió de musa a numerosos artistas a lo largo de los siglos (imponentes el Duomo de Santa Assumpta –iniciada en el XI y de un románico sencillo y precioso- y la Villa Rufolo , una imponente casa fortaleza del siglo XIII que ha visto pasar toda la historia local). Cada pueblo tiene algo por lo que destaca: en Vietri Sul Mare, por ejemplo, hacen una cerámica preciosa; en Maior y Positano están las mejores playas y entre medias hay maravillas como Cala di Furore, una manga de mar que penetra en la tierra algunos centenares de metros creando una playa alucinante sobre la que, literalmente, se cuelgan las cuatro o cinco casas del pueblo. Un lugar único.

UNA PEQUEÑA GUÍA DE ALMAFI.- Almafi es la capital de la comarca y guarda buena parte de los tesoros de aquellos años de gloria. Aquí descubrirás que los cimientos de la República se construyeron sobre papel… Sí sobre papel, ya que fue aquí donde se produjo el primer papel industrial de Europa. El Museo de las Cartas (via Delle Cartiere, 24; Ver Horarios) se instaló en una de las viejas fábricas de papel que, desde el siglo XII, funcionan en la zona aprovechando la fuerza del agua en los torrentes almafitanos. Es una visita increíble que ayuda a poner en contexto la historia del lugar y, también, su importancia. De ahí maravillas como el Duomo de San Andrea Duomo de San Andrea (Via Duca Mansone I, sn), una maravilla del románico italiano –con sus características piedras bicolores- que asombra por su belleza; allá arriba aupada sobre la escalinata, esta iglesia es una de las mejores construcciones medievales de la comarca (data del siglo XI). Su Claustro de las Maravillas, de inspiración árabe, sirvió de panteón a las familias nobles del lugar y hoy es una de las grandes atracciones del pueblo. Caminar por su casco histórico descubre sorpresas como La Fontana de Cape e Ciuci, dónde se lleva a los recién nacidos en procesión para protegerlos de todos los males. Desde la Marina (que culmina en dos buenas playas lamentablemente colmadas por terrazas privadas) salen los barcos que llevan a la Gruta de las Esmeraldas Gruta de las Esmeraldas (a cinco kilómetros de Almafi), una impresionante cueva conectada con el mar que recibe el nombre por la intensa coloración verde del agua producida por la entrada de la luz solar.

UNA EXCURSIÓN A LA IASLA DE CAPRI .- Una de las excursiones paradigmáticas de esta parte del país es pegarse un salto a la Isla de Capri. Este pequeño pedazo de tierra situado a poca distancia de Sorrento es sinónimo de glamour. Desde siempre fue lugar de veraneo de la alta sociedad italiana que salpicó la isla de villas de lujo con acceso directo al mar a través de calas de ensueño. Hoy todo se desmadró bastante y la isla se ha sobresaturado de casas, pequeños hoteles y, durante las vacaciones de verano, de turistas. Pero aún así es un clásico de cualquier viaje al sur de Italia y un fijo almafitano. Con un día basta para ver lo más interesante; pero (como decimos siempre) pasar una noche en la isla te da la oportunidad de ver otros lugares de interés y vivir la magia del lugar. Eso sí, no es un destino barato.

Y qué ver en Capri. Para visitas de urgencia los fijos son hacer la excursión por la costa de la isla (unas tres horas de navegación) con visita a la impresionante Gruta Azul (la entrada no está incluida en el precio del barco); subir en el telesilla hasta el Monte Solaro (con espectaculares sobre toda la isla y el Golfo de Nápoles), acercarse hasta el Belvedere de Trágara (un bonito paseo por la costa entre pinares, villas y preciosas calas) y caminar por el casco histórico de Capri visitando sus principales calles y edificios –imprescindibles laIglesia de San Stefano, el mirador de la Plaza Umberto I y las calles adyacentes a la calle Vittorio Enmanuelle. Hay excursiones organizadas que te quitan el problema de decidir; pero nosotros te recomendamos hacerlo todo por tu cuenta. El Centro Caprense Ignazio Cerio (Piazzetta Ignazio Cerio, 5; Tel: (+39) 081 837 6681) es una sorpresa. Este pequeño museo cuenta con una interesante colección arqueológica que pone de manifiesto la importancia que la isla tuvo desde tiempos remotos.

Tiberio gobernó el imperio romano desde la Villa Jovis durante casi diez años. El divino Tiberio tenía miedo a que lo mataran en Roma y se mudó aquí para protegerse. Las ruinas del palacio impresionan por su tamaño (más de 7.000 metros cuadrados) y por su ubicación en el Monte Tiberio, a 334 metros sobre el nivel del mar y vistas impresionantes. Hay otras villas y restos romanos en la isla: la Villa de Damecuta se construyó en el otro extremo de la isla y también es una muestra de la habilidad constructiva de los ingenieros y arquitectos romanos y sobre la Gruta Azul se sitúa la Villa de Dragola, más modesta que las anteriores pero también dignas de ver. Pasar dos o más días en la isla te permite visitar estos lugares con tranquilidad. Como bajar a los Belvederes, balcones sobre los acantilados que se encuentran a lo largo de toda la costa o acercarse a las fortificaciones construidas por los españoles en tiempos del Reino de Nápoles –Fuerte del Pino y la Torre de Barbarroja-. Otra ventaja de pernoctar en la isla es ir a la playa. Hay calas por todos lados, pero las mejores se encuentran en la costa sur (Marina Piccola y Torre Sarracena).

Alquilar una moto en Capri.- Para nosotros la mejor opción para moverse cómodamente por la isla. Capri Scooter ofrece pequeñas motos de 50 cc por 50 euros el día (esto es desde por la mañana hasta por la tarde). Las 24 horas salen 65 euros. Las distancias son muy cortas y si vas en verano es la mejor opción para recorrer la isla en pocas horas.

Como llegar a Capri.- Existen servicios de ferris e hidroplanos desde Nápoles, Sorrento, Positano y Almafi. Caremar ofrece conexiones con Nápoles y Sorrento; Linee Marittime Partenopee conecta la isla con Positano, Almafi, Salerno e Ischia; Las compañías Capitán Morgan, Rumore Marittima y Alilauro hacen la ruta entre Ischia y Capri. Las navierasSnav y Consorzio Neapolis hacen la conexión con Nápoles. En la página web de Capri puedes consultar las tarifas de transporte actualizadas. Más información sobre navieras que operan en el golfo de Nápoles .

FOTOS BAJO LICENCIA CC: Greger Ravik ; Ross Elliott ; David van der Mark ; k_crosland ; Dan

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