La Gare Norte: un paseo por las inmediaciones de la estación de tren más famosa de París
Estación del Norte. La estación de tren que comunica París con el norte de Europa (y con las islas británicas gracias al Eurostar) es uno de los puntos de referencia ineludibles de París. Si. Quizás no al mismo nivel que otros hitos como Notre Dame, la Torre Eiffel o Montmartre, claro está. Pero Gare du Nord hay que ir a verla: quizás en ese primer viaje apresurado de fin de semana o puente nos quede un poco a trasmano (aunque está a dos pasos de Montmartre siguiendo por el Boulevard Marguerite de Rochechouart (la siguiente del Boulevard de Clichy , que es dónde se encuentra el mítico Moulin Rouge y que sirve de frontera sur del barrio). Pero la verdad es que muy poca gente va más allá de la estación de metro de Anverscuando para llegar a Gare Nord sólo bastan unos diez minutos de paseo tranquilo. Incluidos nosotros, la verdad. Nunca tuvimos demasiado interés por esta zona de París y la primera vez que nos internamos por aquí fue para ver San Vicente de Paúl (Plaza de Cavaillé-Coll). Nos habían hablado maravillas de esta iglesia. Pero es que se quedaron cortos. Este templo se construyó a mediados del siglo XIX y es uno de los máximos exponentes del Neoclásico en París. Es linda y elegante por fuera e impresionante por dentro: no te exageramos si te decimos que es uno de los edificios más bonitos de toda la ciudad.
La estación de Gare du Nord .- El tren fue el símbolo del progreso durante buena parte de la Revolución Industrial. Y no es de extrañar que todo lo relacionado con la comunicación ferroviaria se considere como un hito casi religioso. Y de ahí la grandeza de las estaciones de muchas ciudades de Europa y América. La Gare du Nord no es una excepción. Se inauguró en 1846 y no se escapó en gastos para su diseño y construcción. La fachada es impresionante. Todo un alarde clasicista adornado con 23 esculturas monumentalesque representan a las ciudades que tienen ruta directa con París a través de esta terminal. Por fuera es brutal y por dentro no lo es menos: un alarde de la arquitectura del hierro fundido (las columnas fueron forjadas en Escocia) y del cristal. Una barbaridad. Hoy, lamentablemente, no se puede caminar libremente por los andenes por cuestiones de seguridad, pero sólo por ver el vehículo merece la pena entrar. Por aquí pasan más de 22 millones de personas cada año: es la estación de tren más transitada de Europa.
La Gare también es un polo de atracción de arte y de lugares de interés. Sin ir más lejos, a dos pasos de la fachada principal de la estación podeos ver la curiosa Maison Fond (Casa Derretida), una curiosa escultura del argentino Leandro Erlich en la que se representa una típica casa del estilo Haussmann que, literalmente, se derrite como advertencia de los efectos del cambio climático. Pasea por los alrededores de la estación. Sobre todo las cuadras que quedan enmarcadas por el triángulo que encierran Rue Dunkerke , Boulevard de Magenta y la mítica Rue Laffayete (siguiendo hacia el sureste llegarás en unos minutos a las famosas galerías). Aquí te vas a encontrar con la típica arquitectura Haussmann que hace única a la capital francesa. A dos pasos está la Iglesia de Saint Vicent de Paul de la que hemos hablado con anterioridad. Y también muy cerca de la propia estación ( Rue du Faubourg Saint-Denis, Boulevard de Strasbourg y el Pasaje de Brady ) hay una pequeña concentración de restaurantes y tiendas de inmigrantes indios que han formado la propia Pequeña India de París (ideal para comer algo diferentes).
Qué ver en torno a la Gare du Nord .- El Distrito X tiene algunos puntos interesantes que ver. Uno de los más bonitos, por ejemplo, es la Plaza Montholon (Rue Laffayete), una pequeña plaza monumental rodeada de edificios normalmente parisinos. Aprovecha que estás por aquí para acercarte a Cité de Trévise, un callejón estrecho que tiene como sorprendente premio una pequeña placeta con una fuente en la que casi nunca hay nadie. Otro lugar curioso es Le Manoir de Paris(Rue de Paradis, 18), un pequeño museo de los horrores instalado en una factoría de cerámica histórica que, según dicen, está encantada. Lo que hace a este lugar probable visitable es su discurso expositivo: la Manoir te adentra en un universo de brujas, monstruos y fantasmas a través de una docena de leyendas urbanas parisinas que se remontan desde la Edad Media hasta nuestros días. Es una gozada. Otro imperdible es el Mercado de Marché Saint-Quentin (Boulevard de Magenta, 85), otro de esos alardes de arquitectura del hierro forjado del XIX que hoy combina su función original de mercado de abastos con el de centro gastronómico.
Dulces y chocolates desde antes de la Revolución francesa .- La confitería A La Mère De Famille (Rue du Faubourg Montmartre, 35) es uno de los locales de este tipo más antiguo de Europa. Lleva abierto desde 1765 y es uno de los mejores lugares de la ciudad para probar la fina e insuperable (digan lo que digan en otros lugares del mundo) repostería francesa. Chocolatinas de impresion. Merece la pena pasar por ahí sólo por ese halo de historia que tiene el lugar.
Barrio de museos .- Como sucede en cada rincón de París, aquí también hay una buena nómina de museos y centros culturales vinculados a la historia de la ciudad, a las artes y oficios y otros 'gabinetes de curiosidades'. El Museo del Abanico (Bd de Strasbourg, 2) ocupa un viejo taller de este verdadero arte situado en una casona de principios del siglo XIX. Para los interesados en el tema, el Museo de la Francmasonería (Rue Cadet, 16) hace un recorrido por más de 300 años de este movimiento religioso y humanista a través de objetos, obras de arte y documentos de altísimo valor histórico . Para los golosos está el Museo del Chocolate (Bd de Bonne Nouvelle, 28) mientras que los amantes del selfi tienen una cita en el famosoMuseo Grevin (Bd Montmartre, 10), una galería de reproducciones en cera de celebridades francesas y mundiales.
Fotos bajo Licencia CC: Miguel Discart ; Pablo Pichota ; carl campbell
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