El Anillo de Kerry y Dingle: celtas, monjes, vikingos y jedis en el suroeste de Irlanda
El suroeste irlandés es, pese a las reducidas dimensiones de la isla, una comarca remota. Más allá de Cork, la gran ciudad del sur, las poblaciones de importancia se pueden contar con los dedos de una mano y hasta las pequeñas aldeas escasean. Los grandes espacios naturales se adueñan del paisaje en lugares como Killarney y también afloran algunos de los restos de las antiguas culturas irlandesas en Dingle, uno de los territorios con mayor concentración de yacimientos arqueológicos por kilómetro cuadrado del mundo. Esta es una región de carreteras sinuosas y estrechas que dificultan aún más la pesadilla que supone circular por la izquierda. Pero la recompensa para el viajero es encontrarse con la Irlanda más auténtica. Una Irlanda de campos salvajes, castillos, abadías y pequeñas aldeas dónde se respira la cultura tradicional más pura. Una auténtica maravilla que no debe faltar en ningún viaje a la Isla Esmeralda.
UN PASEO POR EL PARQUE NACIONAL KILLARNEY .- La pequeña localidad de Killarney se encuentra a 88 kilómetros de Cork por una cómoda carretera de doble sentido (N-22). Si vas con coche de alquiler, en la ruta invertirás apenas unos cuarenta minutos de paseo agradable por un paisaje dominado por la campiña irlandesas y los pequeños pueblos. El único ‘accidente’ destacable del camino es el valle del Río Flesck, una estrecha franja de campos y prados verdes enclaustrados por colinas ásperas que nos recuerdan a los paisajes del norte de la isla. Esta péquela cadena de montañas chatas es el anticipo de lo que nos espera apenas unos kilómetros más adelante. Killarney es una ciudad relativamente pequeña: tiene una bonita catedral gótica (Santa María), una vieja casona palaciega del siglo XVIII con jardines bonitos de ver (Killarney House) y un centro con las típicas casitas que se apelotonan en torno a High Street y New Street. Pero tras esta fachada sencilla se esconde uno de los lugares más bonitos de esta parte del país.
Los lagos Leane y Muckross ocupan el centro del Parque Nacional Killarney, un espacio que aúna imponentes paisajes, grandes valores naturales y algunos monumentos históricos de primera magnitud. Antes de ir hacia el extremo sur del parque (dónde se concentran sus maravillas naturales) pásate por Ross Castle (Ross Road, sn), una auténtica maravilla del siglo XV que aún se mantiene en pie guardando el gran Leane Lough (desde aquí salen los barcos que llegan hasta la isla de Innisfallen; aquí están las ruinas de una vieja abadía del siglo VII) . A diferencia de otras grandes fortalezas de la isla, Ross apenas ha sufrido modificaciones a lo largo de sus más de seis siglos de existencia. Otro punto de encuentro con la historia son la vieja Abadía de Muckross, también del siglo XV, y la Muckross House, una enorme casa solariega victoriana (siglo XIX) con imponentes salones y jardines. Más allá, la naturaleza manda y la huella humana se limita a humildes cottages (cabañas) que se asoman a los lagos entre imponentes manchas de bosque. La mayoría de los que llegan hasta aquí se limitan a visitar la Cascada de Torc. Pero si tienes tiempo puedes dejar el coche un poco más adelante y hacer un par de kilómetros a pie hasta Dinish Island y sus alrededores.
DUNLOE GAP.- La garganta de Dunloe era hasta hace poco un secreto bien guardado por senderistas y ciclistas y ahora es uno de los puntos culminantes de cualquier viaje al sur de la Isla Esmeralda. Hay dos maneras de acceder. La más fácil es desde Killarney y la orilla norte del Lago Leane hasta la pequeña aldea de Dunloe dónde podemos hacer una parada para ver sus Estelas Medievales, una serie de piedras grabadas con mensajes en lenguaje Ogham, un viejo sistema de escritura habitual en Irlanda y Escocia hasta el siglo VII. A apenas unos kilómetros, los prados y campos verdes se interrumpen y el camino empieza a escalar por una espectacular garganta de piedra en la que se suceden los pequeños saltos de agua y los lagos. Más allá de la cabecera de la garganta se extiende un pequeño valle que culmina en Upper Lake, fuente principal del Leane y Muckross. A orillas del Río Gearhameen (que alimenta al Upper Lake) hay algunas pequeñas granjas tradicionales.
EL ANILLO DE KERRY Y UNA DE STAR WARS.- El Ring of Kerry es una ruta escénica que parte desde Killarney y recorre los puntos más destacados de este condado. Desde el Parque Nacional, la ruta se interna en un precioso paraje de montañas y lagos a través de la N-71. Durante todo el trayecto hay mil y una razones para dejar el coche y darle a la patilla. Como Ladies View, un mirador que te muestra un paraje de bosques, lagos y montañas. Si quieres salirte de ruta y ver alfo sencillamente brutal salte de la N-71 y toma la R-578 rumbo a Black Valley Hostel, una auténtica sorpresa que seguro que te va a encantar. Ya sólo por hacer la ruta, el desvío merece la pena aunque la carretera que parte de la 568 y baja hasta el cauce del Río Riverowenreahg hasta el Lago Brin aunque la carretera estrecha y, en algunos tramos de buena tierra pisada, te asuste. Esta parte del condado es brutal y apenas te vas a cruzar con nadie. Después del lago tienes dos opciones: si quieres más montaña vete al norte por la Ballaghbeama Gap y Ballaghisheen Pass para volver a la costa ya en Waterville (es un tramo de carreteras secundarias y terciarias de gran belleza paisajística). La otra opción es ir al sur en busca de la 568 y retomar el Ring of Kelly en Sneem. La ruta no es tan espectacular, pero permite visitar el Staigue Stone Fort (Acceso por Castlecove –está bien señalizado-), una fortaleza de piedra de la Edad del Hierro (siglo V-IV antes de Cristo) que nos recuerda a las que visitamos en Inishmore, y la espectacular costa de Derrynane.
Este paseo lo empezamos a terminar en Portmagee, desde dónde salen los barcos que permiten visitar las espectaculares Islas Skellig. Este lugar remoto es uno de los parajes más bonitos y mágicos de Irlanda. En la Isla de Skellig Michael se construyó uno de los monasterios más singulares y bellos del país. Pequeñas celdas de piedra seca (en forma de cúpulas) forman un conjunto único que se cree data del siglo XIII. Este lugar se hizo mundialmente famoso ‘gracias’ a dos de las últimas películas de la saga de Star Wars (El despertar de la Fuerza y El último Jedi). La travesía suele ser agitada y subir a lo alto de la isla no es fácil; pero merece la pena. El lugar es zona de anidamiento de los simpáticos frailecillos, una de las aves marinas emblemáticas de la costa atlántica irlandesa. La excursión no es barata (unos 80 euros), los barcos operan entre mayo y octubre (ver página oficial de las Islas Skellig) y las plazas son muy limitadas, por lo que conviene reservarlas con mucha antelación.
UNA VISITA A LA PENÍNSULA DINGLE.- Dingle es la porción de tierra más occidental de Irlanda y, también, otro de esos lugares con mística que tanto abundan en este pequeño pero intenso país. La puerta de entrada a la comarca es el pequeño puerto de Dingle, a 63 kilómetros de Killarney –se puede ir y venir en un día pero lo más convenientes es hacer noche en la propia Dingle y empezar la ruta desde bien temprano-. Antes de llegar haz una parada en Inch Beach, un inmenso campo de dunas que contrasta con el verde intenso de los campos; una pasada. Dingle es el típico pueblo costero irlandés de casitas bajas de colores. Un pueblo desde el que se pueden ver muchas cosas: como un círculo de Estelas Ogham, el Oratorio de Gallarus (una iglesia paleocristiana del siglo VI), la Iglesia de Kilmakedar (siglo VII y uno de los mejores ejemplos del románico irlandés), el llamado Oratorio de San Brendan (otra iglesia que data de los primeros años del cristianismo y que repite el esquema de forma de barco invertido) o el Fuerte de Dunbeg (uno de los muchos restos de la Edad de Hierro que están repartidos por la comarca), Las chozas colmena (Beehive Hut) tan características de la comarca… Sólo en Dingle hay unos 2.000 yacimientos arqueológicos.
La Slea Head parte de Dingle y recorre todo el perímetro de la península conectando los puntos más importantes de esta comarca mágica. La carretera es sinuosa y estrecha, pero aún así es uno de los caminos imprescindibles que hay que hacer sí o sí si se visita esta parte de Irlanda. El aislamiento fue la tónica histórica de esta parte de la isla hasta hace pocas décadas: aislamiento y pobreza. Esta parte de Irlanda sufrió de manera importante durante la Hambruna de la patata, una crisis alimentaria que a finales del siglo XIX mató a más de un millón de personas y obligó a otras tantas a emigrar fuera del país (Irlanda perdió un 25% de su población). Las Cabañas de la HambrunaCabañas de la Hambruna, junto al Fuerte de Dunbeg y las chozas colmena, recuerdan aquel episodio a través de una exposición que mezcla objetos de la vida cotidiana de aquellos años y muñecos que dan hasta miedo.
Este fue un lugar muy duro para vivir hasta hace poco tiempo. Pero también es hermoso. Hacer la ruta Slea Head requiere de cinco o seis horas de conducción tranquila ( son sólo 47 kilómetros pero hay muchísimo que ver). Los restos arqueológicos se combinan con acantilados de escándalo (como los de Cross at Slea Head), los típicos paisajes bucólicos irlandeses, pueblos encantadores (como Ventry o Dunquin), playas muy bonitas ( Coumeenoole, Clogher) y una cultura propia muy potente que mezcla lo real y lo mítico a través de historias como la del célebre monje San Brandan (nuestro San Borondón), que exploró el Mar del Norte (hay quien dice que también llegó hasta Canarias) en el remoto siglo VI. Si tienes tiempo y ganas pasa a las Islas Blasket (desde Dunquin harbour).
Fotos bajo Licencia CC: Andrew Mager; highlander411; Olivier Bruchez; Hannes Hiller; Robert Linsdell; Giuseppe Milo
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