Castilla-La Mancha Opinión y blogs

Sobre este blog

La fatal negligencia del Consorcio de la Ciudad de Cuenca

Fernando Casas Mínguez

Catedrático EU de Ciencia Política y de la Administración —

0

En las sociedades actuales, quienes detentan el poder disponen de conocimientos suficientes para preparar sus decisiones y apoyar su actuación. Por su parte, la ciudadanía está mucho mejor informada sobre la actuación de las personas que desempeñan los cargos públicos, lo que permite juzgar lo acertado de las decisiones. El hecho de que quienes gobiernan, en nuestras sociedades democráticas, tengan a su disposición abundante conocimiento, no quiere decir que su gestión la vayan a realizar de manera razonable. En demasiadas ocasiones, las personas que ejercen cargos públicos adoptan sus decisiones prescindiendo de los conocimientos y las informaciones disponibles. Las consecuencias de las actuaciones realizadas, prescindiendo de los conocimientos técnicos existentes, pueden ser catastróficas. Es lo que ha sucedido con la gestión del Consorcio de la Ciudad de Cuenca.  

Debido a su negligente actuación, el Consorcio ha provocado la ruina del trozo de calle y el muro, que está frente a la trasera de la Catedral, entre las Casas Colgadas y el Puente de San Pablo. Lo único verdaderamente positivo que se puede decir sobre el colapso de la muralla y la carretera es que fue una tragedia sin víctimas. Aparte de este hecho afortunado, la ruina provocada es una muestra asombrosa de la desidia de quienes vienen ocupando cargos públicos en el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta, durante estos últimos años.  

Lo más grave de la tragedia es que estaba prevista y no se hizo nada por evitarla. Existían disponibles detallados informes técnicos pronosticando que, debido a las filtraciones del agua y el traqueteo de vehículos por la calle, esa muralla había perdido su carácter estructural como contrafuerte. Esos mismos informes señalaban que había que intervenir con urgencia, porque existía el riesgo cierto de colapso de la frágil estructura. Además, los análisis realizados en 2019 predecían exactamente lo que ha sucedido, es decir que el colapso sería repentino, poniendo en peligro la propia vía, el entronque del puente, la zona de aguas abajo de la calle y las personas y vehículos que se encuentren en esas zonas. A la vista de los informes disponibles, oír al actual Alcalde y Presidente del Consorcio de la Ciudad de Cuenca declarar que ignoraba el motivo del trágico derrumbe resulta desconcertante. Sobre todo, cuando los testigos de yeso, que el Ayuntamiento de Cuenca tenía colocados entre la carretera y la pared de la roca, revelaban un progresivo ensanchamiento de las grietas.  

Resulta difícil comprender que existiendo un peligro grave en la calle trasera de la Catedral (conocida como la calle Canónigos) no se adoptaran medidas eficaces para impedir el colapso pronosticado. No es fácil asumir la desidia de las autoridades competentes que, conociendo el riesgo inminente de colapso de la estructura, decidieron hacer caso omiso de las precisas recomendaciones técnicas efectuadas en 2019. Los informes recomendaban que se actuara con urgencia, impidiera el tránsito de vehículos y personas y realizara una estabilización provisional inmediata, que impidiera la continuación del deterioro y el colapso. Las recomendaciones señalaban explícitamente que se evitara colocar maquinaria pesada sobre la calle y se realizaran los trabajos de estabilización sin apoyarse en la zona de riesgo. Los técnicos advertían que, para evitar el derrumbe, se procediera a realizar un sistema de anclaje de refuerzo con mallas. Sin embargo, el Consorcio de la Ciudad de Cuenca ignorando las informaciones ofrecidas por los técnicos, no actuó con urgencia, no realizó la estabilización provisional, colocó maquinaria pesada en la calle y no realizó los anclajes pertinentes. Un arriesgado proceder en contra de las recomendaciones que provocó la catástrofe, poniendo en grave peligro la vida de la ciudadanía y el Casco Histórico de la ciudad de Cuenca, Patrimonio de la Humanidad. Esta fatal negligencia del Consorcio podría estar ocasionando una erosión profunda de la confianza ciudadana en la institución, que sería aconsejable subsanar lo antes posible.  

Esperemos por el bien del Casco Histórico y de la vida ciudadana, que el Consorcio de la Ciudad de Cuenca, como institución en la que participan todas las administraciones, cuyo Consejo de Administración está integrado por diecisiete personas ( presidente, dos vicepresidentes, diez vocales, gerente, secretario, asesor jurídico, responsable de control), con seis titulados contratados y un presupuesto para el año 2021 que asciende a 4.408.000 €, proceda a rendir cuentas de sus actuaciones y adopte las medidas oportunas para desempeñar en el futuro su cometido de “promover y coordinar todas aquellas acciones que deban realizar en Cuenca las Administraciones y entidades que lo componen (Estado, Comunidad Autónoma, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Cuenca), orientadas a la conservación y revitalización del patrimonio”.  

En las sociedades actuales, quienes detentan el poder disponen de conocimientos suficientes para preparar sus decisiones y apoyar su actuación. Por su parte, la ciudadanía está mucho mejor informada sobre la actuación de las personas que desempeñan los cargos públicos, lo que permite juzgar lo acertado de las decisiones. El hecho de que quienes gobiernan, en nuestras sociedades democráticas, tengan a su disposición abundante conocimiento, no quiere decir que su gestión la vayan a realizar de manera razonable. En demasiadas ocasiones, las personas que ejercen cargos públicos adoptan sus decisiones prescindiendo de los conocimientos y las informaciones disponibles. Las consecuencias de las actuaciones realizadas, prescindiendo de los conocimientos técnicos existentes, pueden ser catastróficas. Es lo que ha sucedido con la gestión del Consorcio de la Ciudad de Cuenca.  

Debido a su negligente actuación, el Consorcio ha provocado la ruina del trozo de calle y el muro, que está frente a la trasera de la Catedral, entre las Casas Colgadas y el Puente de San Pablo. Lo único verdaderamente positivo que se puede decir sobre el colapso de la muralla y la carretera es que fue una tragedia sin víctimas. Aparte de este hecho afortunado, la ruina provocada es una muestra asombrosa de la desidia de quienes vienen ocupando cargos públicos en el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta, durante estos últimos años.