No suele el Premio Nobel de la Paz hacer correr tanta tinta.
En efecto, los de física, química, fisiología/medicina o economía (que no fue creado por Alfred Nobel y que es otorgado por el Banco Central de Suecia) interesan solo a los especialistas en las diferentes materias.
El de literatura suele dejar a la mayor parte de las personas indiferente cuando se le otorga a escritor@s poco o nada conocidos.
El de la Paz tiene siempre relación inevitablemente con un contexto político u otro. Los galardonados por este premio han sido defensores del desarme, del respeto por los derechos humanos, de la democracia, de la ecología, de la igualdad racial…
Este año, el Premio Nobel de la Paz, otorgado el 10 de octubre a María Corina Machado, ha sido a la par tan aplaudido como criticado. No ha dejado indiferentes, vaya.
Machado, figura destacada de la oposición venezolana, luchadora contra la dictadura de 26 años en Venezuela, fue excluida de las elecciones presidenciales de julio de 2024 por estar inhabilitada por organismos controlados por el régimen de Nicolás Maduro. A raíz de la represión política tras esas elecciones, vive en la clandestinidad dentro de Venezuela. Salir de su encierro es arriesgar su vida y quiere seguir luchando en su país, no ha querido exiliarse. Sin embargo, no avala ataques militares para derrocar a Maduro.
El pueblo venezolano exiliado ha celebrado el nombramiento como una reivindicación de su lucha. Evo Morales (Bolivia) y Miguel Díaz-Canel (Cuba), Petro (Colombia) lo han criticado o, por lo menos, cuestionado por la posición anti Maduro de la galardonada.
El régimen de Venezuela impone silencio en los medios públicos sobre el galardón y una censura férrea en los privados. El lunes 13 de octubre anunció, en un ambiguo comunicado, el cierre de su embajada en Noruega tras la concesión del premio, afirmando que se trataba de una reestructuración de su servicio de extranjería, una “reasignación estratégica de recursos”.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega aclaró que el Premio Nobel es independiente del Gobierno noruego, lo cual es evidente ya que, en su testamento, Alfred Nobel estipuló que la categoría de la Paz fuera responsabilidad de un comité independiente nombrado por el Parlamento noruego.
El Gobierno español ha mantenido un silencio oficial. El presidente Sánchez alegó ante su silencio que no se pronuncia sobre los Nobel. Como Secretario de Organización del PSOE fueron habituales sus felicitaciones; como presidente, también. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, declaró que no le corresponde a él valorar la decisión de la concesión a la persona galardonada (sin nombrar a Machado).
El Jefe del Estado también mantuvo silencio. Fuentes del Palacio de la Zarzuela alegaron que solo se suele felicitar en los casos que los premios son españoles. Sin embargo, Felipe VI felicitó a Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, que recibió el Premio Nobel de la Paz tras su controvertido acuerdo de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Y siendo todavía Príncipe de Asturias felicitó a Barak Obama en 2009 cuando recibió el mismo premio.
¿Y los partidos políticos?
El Partido Popular la felicitó.
Podemos criticó frontalmente la decisión. Con frases como “se lo podrían haber dado a Hitler a título póstumo” (Pablo Iglesias), que no admiten ni réplica. O bien la de Ione Belarra lamentando que el premio se entregue a “golpistas y criminales de guerra”, que tampoco merece la pena replicar.
Izquierda Unida también criticó la concesión, aunque con comentarios menos estrambóticos.
Y estas reacciones eran de esperar. La dedicatoria de Machado en redes: “Dedico este premio al pueblo sufriente de Venezuela y al presidente Trump por su apoyo decisivo a nuestra causa” cayó como un rayo fulminante en amplios sectores que miran con simpatía al régimen venezolano y con antipatía (por decirlo suavemente) al presidente de los EEUU.
Y Machado ha dado las gracias a Trump a pesar de su decisión de retirar la protección a refugiados y de haber bombardeado lanchas en aguas internacionales matando, tal vez, a ciudadanos venezolanos por asuntos de estructuras narcoterroristas relacionadas con el régimen de Maduro.
Petro ha acusado abiertamente a Trump de que haya habido colombianos muertos en esas embarcaciones. Machado ha declarado abiertamente su lucha contra el narcoterrorismo al denunciar a Maduro como cabeza de la una infraestructura mafiosa.
La justificación del Comité Nobel no ha servido para suavizar los ánimos. El Presidente del Comité dijo en la lectura del fallo queMachado ha demostrado que las herramientas de la democracia son también las de la paz, y que la galardonada encarna la esperanza de un futuro diferente, en el que se protejan los derechos fundamentales de los ciudadanos y se escuchen sus voces. Añadió que “como líder del movimiento democrático en Venezuela, Machado es uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en América Latina en tiempos recientes”.
Erika Guevara-Rosas, Directora Senior de Investigación, Incidencia, Políticas y Campañas de Amnistía Internacional, declaró que el galardón es un reconocimiento al pueblo de Venezuela que ha soportado represión y persecución por cuestionar a las autoridades venezolanas por las violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, tratos crueles.
Pero ¿cuáles son los criterios por los que se otorga el Premio Nobel de la Paz?
Machado cumple con los tres criterios establecidos en el testamento de Alfred Nobel para la selección de un laureado con el Premio Nobel de la Paz. “Ha unido a la oposición de su país, nunca ha titubeado en resistir la militarización de la sociedad venezolana y ha sido firme en su apoyo a una transición pacífica hacia la democracia”, resumió el Comité Nobel.
Lo cierto es que esta concesión nos impulsa a hablar de nuevo de Venezuela, olvidada por las tragedias de Ucrania y de Gaza. Un país sumido en un colapso económico con una inflación espeluznante, un país que pasa hambre, hambre que ha forzado a unos ocho millones de personas a cruzar a pie el Tapón del Darién buscando un sustento que no pueden tener en su país.
Tal vez, el nombramiento pueda ser un estímulo para el pueblo venezolano, que reclama un cambio en su país hacia la democracia, que acaben las restricciones y que haya libertad. Machado no es la figura radical y violenta que quiere hacer ver el Gobierno de Venezuela. El galardón le ha sido concedido por “su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
El premio es también un reconocimiento a todas las personas que luchan pacíficamente por la justicia y los derechos humanos, una celebración de la resistencia y la resiliencia.
Es pronto todavía para saber si este premio tendrá consecuencias políticas, pero la esperanza de una apertura democrática de Venezuela no puede perderse.
Machado ha manifestado que, mientras Maduro esté en el poder, no puede dejar el lugar donde se esconde, ya que existen amenazas directas contra su vida.
Machado no podrá viajar en diciembre a Oslo para recoger el premio.