Cremas hidratantes: ¿tienen diferentes efectos las más caras frente a las más baratas?

Martín Frías

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El mundo de las cremas hidratantes es muy diverso, con opciones que van desde productos de supermercado por un par de euros hasta cremas de marcas reconocidas que pueden llegar a costar varios cientos. Esta diferencia de precio plantea la pregunta: ¿merece realmente la pena pagar más por una crema hidratante de alta gama, o se pueden obtener resultados similares con una opción más barata? La respuesta depende de múltiples factores, como los ingredientes, la investigación detrás del producto, el marketing y la experiencia sensorial.

Cómo funcionan las cremas hidratantes

Curiosamente, no existe consenso sobre la definición de crema hidratante. El término “hidratante” en sí es un neologismo acuñado por las empresas de publicidad de Madison Avenue en los años 60, y dan la idea equivocada de que estos productos proporcionan humedad a la piel. En realidad, la piel es impermeable al agua y, por tanto, ninguna crema puede realmente hidratarla, como explica un texto clásico de dermatología. Las función de las cremas es otra: evitar que la piel se seque.

La superficie de la piel que podemos tocar está compuesta de veinte capas de células muertas y aplastadas, lo que se denomina estrato córneo. Esta capa es como un muro: las células muertas son los ladrillos, mientras que una mezcla de grasas, como las ceramidas y el colesterol, y proteínas como el colágeno y la elastina, son el mortero que las mantiene unidas. 

Sin embargo, los daños ambientales como el sol o el envejecimiento hacen que este 'mortero' entre las células se deteriore. Esto puede hacer que la barrera de células muertas deje de ser impermeable, aparezcan grietas y, por tanto, que la epidermis, la parte viva de la piel que hay debajo, pierda agua.

Desde la más remota antigüedad los seres humanos han usado una solución evidente para proteger su piel: untarla con aceites. La piel ya dispone de los folículos pilosos que segregan sebo, una grasa que actúa como impermeabilizantes natural. Sin embargo, una capa de grasa sobre la piel forma una barrera adicional para evita la sequedad.

Esta solución es efectiva, pero no muy cómoda. A poca gente le apetece caminar con la piel aceitosa, y la mayoría de los productos cosméticos huyen de esta sensación. Por eso, la industria se ha enfocado en conseguir sensaciones diferentes en la piel empleando diferentes formatos. Estos son los más usados:

  • Aceite: su textura es densa y pueden incluir ingredientes naturales como aceites de jojoba, argán, almendra o rosa mosqueta, así como aceites sintéticos. El problema es que al obstruir los poros, pueden agravar problemas como el acné. Algunos aceites llamados no comedogénicos, como el de argán, no tienen este inconveniente.
  • Sérum: su fórmula es acuosa o con una ligera base en aceite, y está diseñada para penetrar rápidamente en las capas más profundas de la piel, con una alta concentración de ingredientes activos como la vitamina C o el ácido hialurónico. No tiene una función primaria de hidratación, sino que se usa para tratar problemas específicos.
  • Loción: las lociones son emulsiones más ligeras de agua y aceite, diseñadas para hidratar la piel sin dejar una sensación grasa. Tienen una textura menos densa que las cremas, lo que las hace más fáciles de absorber, pero la penetración es más superficial.
  • Gel: generalmente a base de agua, se absorbe rápidamente sin dejar residuos grasos. Se usan en productos como limpiadores faciales y tratamientos antiinflamatorios, como el gel de aloe vera, que es conocido por sus propiedades calmantes y cicatrizantes.
  • Ungüento: es un producto con una base grasa, generalmente compuesta por aceites o vaselina, lo que le otorga una textura muy densa y pegajosa. Se utiliza principalmente en áreas de piel extremadamente seca, dañada o irritada. Se usan para los labios o las manos agrietadas.
  • Manteca: la manteca cosmética, como la de karité o cacao, es una grasa sólida que se funde al contacto con la piel, convirtiéndose en un aceite.

Diferencias menores, precios dispares en las cremas

Una de las principales diferencias entre las cremas hidratantes económicas y las de mayor precio reside en los ingredientes que se utilizan. Las cremas más baratas suelen estar formuladas con una base de ingredientes comunes y ampliamente disponibles, como la vaselina, la glicerina y el aceite mineral. Estos ingredientes son eficaces para sellar la humedad en la piel, pero por lo general no contienen ingredientes activos destinados a la prevención del envejecimiento o la corrección de manchas.

En el extremo más caro del espectro, encontramos cremas que contienen ingredientes activos patentados o raros, como péptidos, ceramidas, ácido hialurónico de bajo peso molecular, antioxidantes avanzados como la vitamina C estabilizada y retinoides de alta calidad. Estos ingredientes suelen estar respaldados por estudios clínicos que muestran su capacidad para mejorar la elasticidad de la piel, reducir las arrugas o dar un tono uniforme. Sin embargo, estos estudios pueden estar patrocinados por las propias marcas, lo que plantea dudas sobre la imparcialidad de los resultados. 

Hay excepciones. Algunas investigaciones independientes apoyan la efectividad de estos ingredientes en el cuidado de la piel, como es el caso del ácido hialurónico, que ha demostrado mejorar la hidratación y la apariencia de las arrugas en estudios clínicos. El ácido hialurónico es hidrófilo, lo que quiere decir que atrae la humedad y evita que se pierda la que tiene la piel. 

Otro aspecto importante es la investigación y desarrollo detrás de cada producto. Las marcas de alta gama suelen invertir en investigación científica, ensayos clínicos y pruebas dermatológicas, en especial para descubrir nuevos ingredientes activos que puedan patentar. En cambio, las marcas de supermercado suelen producir cremas basadas en fórmulas estándar que han estado en uso durante décadas, aunque no por eso son menos eficaces.

El marketing influye enormemente en el precio del producto. Las marcas de lujo gastan enormes sumas en publicidad, lo que se refleja a la hora de comprarlos. Este sobrecoste no tiene que ver con la eficacia o la calidad del producto, sino con la cantidad que cobra la persona famosa que lo está anunciando, entre otras cosas.

Numerosos dermatólogos coinciden en que los beneficios básicos de hidratación pueden lograrse con productos más baratos, siempre que contengan ingredientes clave como aceites no comedogénicos, la glicerina o el ácido hialurónico. Un estudio comparó los efectos de tres hidratantes comerciales de distintas marcas, formulaciones y precios en personas mayores, y después midió la retención de humedad en la piel, sin encontrar diferencias significativas. 

Otro estudio con niños que sufrían de eccema publicado por la prestigiosa revista médica The Lancet tampoco fue capaz de encontrar ninguna diferencia en el poder hidratante al comparar lociones, cremas, geles y ungüentos. Todos hacían lo mismo: depositar una capa grasa para evitar la pérdida de humedad de la piel. La dermatóloga Divya Shokeen explica en su canal de TikTok que en el caso de las cremas hidratantes, la diferencia de precio no es importante. Sin embargo, aconseja gastar algo más al comprar sérum, ya que los que tienen mayor concentración y diferentes ingredientes activos suelen ser más caros.

En un estudio se comparó la eficacia de las cremas hidratantes con grandes diferencias de precio: una de ellas era 90 veces más cara que la más barata, de nuevo, con una eficacia similar. La conclusión de los investigadores fue que, al final, depende de las preferencias de las personas. Cabría añadir que también depende de su bolsillo.