Polillas en la cocina: ¿cómo entran y cómo conseguir que se vayan?

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La presencia de polillas en casa no es algo ni deseado ni agradable, ni las que encontramos en los armarios y que dañan la ropa ni las que encontramos en la cocina. Uno de los signos más reveladores de que tenemos estos pequeños insectos voladores es la presencia de una especie de telaraña sedosa que dejan en los envases de alimentos y zonas cercanas. 

“Las polillas aparecen en los alimentos secos como legumbres, harina, pasta y arroz”, nos explica Belén Rodríguez Serrano, responsable técnica de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA). Y, aunque no muerden ni transmiten enfermedades, dejan larvas y huevos en la comida, algo que no es dañino pero sí molesto.

Temperaturas cálidas y botes no herméticos, los grandes aliados de las polillas

¿Cómo han entrado las polillas en la despensa? “Las polillas suelen llegar en estadio de huevos o larvas con los alimentos a nuestras cocinas, pudiendo parecer que llegan de la nada”, dice Rodríguez. Además de que pueden entrar a través de los huecos de puertas y ventanas, también puede ocurrir que las infestaciones empiecen cuando, sin darnos cuenta, metemos en casa huevos en alimentos como la harina, los cereales o los frutos secos en lugares libres de humedad y luz. Por tanto, muchas veces las introducimos nosotros mismos sin saberlo porque ya están dentro de los envases de los alimentos secos.

Una vez dentro, las polillas hembras encuentran una cocina llena de recipientes sin cerrar y comida, un escenario con las mejores condiciones posibles para poner sus huevos (el ciclo de vida de este insecto pasa por cuatro etapas: huevo, larva, pupa y adulto, y dura entre 30 y 300 días, que en nuestras cocinas suele ser de cuatro a siete semanas). A temperaturas cálidas, las polillas se desarrollan de forma más rápida, como confirma esta investigación; las hembras ponen más huevos y es más probable que las orugas sobrevivan hasta la edad adulta.

Por tanto, y aunque podemos encontrar polillas en cualquier época del año, las temperaturas más cálidas constituyen un factor determinante para que esta especie de mariposa pequeña encuentre un ambiente perfecto que favorece su crecimiento. 

Las polillas pueden meterse dentro de los envoltorios de plástico y cajas de papel, donde tejerán redes en los alimentos. Es posible que veamos telarañas de aspecto polvoriento en las grietas alrededor de los armarios o incluso en los espacios entre el armario y la pared. En ocasiones, también podemos encontrar trozos de cereales o harinas agrupados y grietas y agujeros que dejan las larvas cuando se arrastran. 

En cuanto encuentran un buen refugio, se reproducen con facilidad. Cualquier cosa que no esté en un bote de cristal o una lata bien tapado puede convertirse en una fuente potencial de alimento y caldo de cultivo para las polillas. 

Qué hacer para eliminar las polillas

Si sospechamos que tenemos polillas en la cocina lo primero que tenemos que hacer es inspeccionar bien la despensa y encontrar el origen del problema. Lo sabremos sobre todo porque veremos un ejemplar adulto revoloteando por la estancia, lo que significa que seguramente tengamos alimentos infestados; los huevos o larvas, en cambio, son muy difíciles de detectar.

Aunque tienden a infestar las harinas y los granos, también tendremos que mirar bien los frutos secos, los dulces o los alimentos para mascotas. No necesitaremos ningún producto químico ni insecticida para eliminarlas, solo investigar bien y ser minucioso y persistente a la hora de retirar la comida afectada. “Los insecticidas comerciales pueden servir para tenerlas a raya durante un tiempo, pero siempre quedan larvas o huevos escondidos en pequeños recovecos”, matiza Rodríguez.

El próximo paso es limpiar a fondo todos los rincones y grietas con una aspiradora y agua con jabón. Una limpieza a fondo nos ayudará a deshacernos de estas polillas y, para ello, deberemos tener en cuenta que pueden llegar a encontrar su camino hasta en la grieta más pequeña para crear sus capullos. Por tanto, debemos ser muy meticulosos a la hora de limpiar cada rincón y grieta para eliminarlas completamente.

Una de las formas más eficaces de hacerlo es vaciar toda la despensa, retirar estantes de soporte incluidos y, si tenemos cajones, también. Lo aspiraremos todo: cajones, estantes, el espacio que queda en las guías de los cajones, puertas y paredes del armario. Además de agua y jabón, podemos completar la limpieza con una solución de 50-50 vinagre blanco y agua tibia para matar los huevos de polilla. 

Lo recomendable es “introducir los alimentos contaminados en una bolsa y bajarla de inmediato a la basura”, apunta Rodríguez. Debemos tener en cuenta que si encontramos un paquete contaminado, es posible que el de al lado también lo esté porque las larvas pueden pasar un producto a otro perforando el envase. 

¿Qué ocurre si, sin darnos cuenta, cocinamos comida con polillas o huevos? Rodríguez explica que las larvas de polilla junto a los alimentos “no suelen ser tóxicas y no suponen un riesgo para la salud de las personas, aunque sí constituyen un problema al ser una plaga”. 

Qué tenemos que hacer para no tener polillas

Rodríguez nos da algunas recomendaciones para prevenir las polillas en los alimentos guardados: 

  • No almacenar comida durante mucho tiempo: aquí es importante seguir el método FIFO, las siglas en inglés de First In, First Out (lo primero que entró es lo primero que sale). Utilizado sobre todo en la gestión de mercancías en almacenes, esta táctica que recomienda la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), nos permite un mayor control de los productos perecederos. Así, los alimentos que adquirimos los guardaremos al final de la estantería, por detrás de los que tienen una fecha de caducidad más temprana, y tiraremos los alimentos caducados. 
  • Guardar la comida como cereales, harinas y otros productos secos en latas o frascos herméticos para evitar que esta astuta plaga coma a través del papel o el plástico y, si ya están dentro, evitaremos que salgan y colonicen otros productos. 
  • Eliminar revestimientos adhesivos en las estanterías y cajones de la cocina: estas zonas pueden crear espacios donde no solo las polillas sino otras plagas pongan huevos.
  • Mantener una limpieza óptima, evitando que restos de comida se vayan acumulando en nuestros armarios. Aquí incluimos aspirar bien el interior de los muebles, haciendo hincapié en las aristas.
  • Revisar toda la comida que tenemos almacenada con el fin de encontrar posibles focos.
  • Limpiar todos los armarios con agua caliente y algún producto desinfectante.

Con el fin de eliminar el problema en los casos más graves, Belén Rodríguez también considera importante “contar con empresas registradas y autorizadas para realizar los tratamientos más adecuados de desinsectación y control de organismos nocivos”.