Los migrantes que viajaron a Granada y despertaron los bulos de la derecha: “No quiero estar en un hotel, quiero trabajar en el campo”

Gabriela Sánchez

Gran Canaria —

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En los caminos que rodean un parque temático de la localidad turística de Puerto Rico (Gran Canaria), Amine ultimaba este sábado los preparativos de su viaje a la península. El marroquí, de 23 años, todavía no sabía cómo se desplazaría al aeropuerto de Las Palmas. Aún preguntaba a sus conocidos por el horario de los primeros autobuses de la mañana y por el precio del trayecto en taxi. Andaba un poco perdido, ninguna organización ni institución le había explicado cómo puede trasladarse a Andalucía, a donde quiere llegar para reunirse con un familiar y trabajar en el campo. En su bolsillo ya guardaba un billete con destino a Granada y su pasaporte en regla, la llave que permitía en la práctica la salida de las islas a decenas de migrantes, la mayoría marroquíes, recién llegados en patera.

Ese mismo día, Ahmad (nombre ficticio) se encontraba inquieto, asustado con la posibilidad de que algo saliese mal. Llevaba días midiendo sus palabras, contaba a elDiario.es. Temía que el personal del hotel donde permanecían alojados dos allegados, como miles de migrantes en las islas, pudiese descubrir sus planes. El joven marroquí, con residencia regular en España, había viajado a Canarias para recoger a dos amigos recién llegados a Gran Canaria. También viajarían en el vuelo del domingo Las Palmas-Granada, pero ellos no tenían su propio pasaporte. “He buscado una solución, espero que no nos pillen los policías”, reconocía horas antes del despegue. No lo hicieron.

El billete que este grupo de jóvenes marroquíes había comprado por su cuenta correspondía al vuelo que ha destapado las críticas de PP, Ciudadanos y Vox contra el Gobierno central a raíz de varios vídeos, de origen desconocido pero difundidos por varios sindicatos policiales, en los que se acusaba a Interior y Migraciones de organizar traslados de migrantes desde Canarias a la península sin previo aviso a las autoridades regionales. Los 38 inmigrantes aterrizados en la ciudad andaluza, sin embargo, no formaban parte de un traslado autorizado por el Ejecutivo, sino que habían viajado por su cuenta, como apuntan los testimonios recabados por elDiario.es y ha confirmado la Subdelegación del Gobierno en Granada y el Ministerio de Migraciones.

Aunque el Gobierno obstaculiza los traslados a la Península de quienes llegan en patera al Archipiélago, decenas de migrantes, mayoritariamente marroquíes, llevan meses abandonando las islas con sus propios recursos de manera paulatina. El Ministerio del Interior sostiene que las personas que llegan a Canarias en situación irregular “no tienen documentación acreditativa para poder trasladarse porque tienen abierto un expediente de expulsión” pero, en la práctica, los viajeros, nacionales o extranjeros, no tienen que pasar por un control de Extranjería para tomar vuelos en territorio Schengen y, por lo general, solo están obligados a mostrar su pasaporte antes del embarque, aunque pueden chocarse con controles policiales extraordinarios de extranjería, reforzados desde hace meses por Interior en los aeropuertos canarios.

La Policía Nacional realizó este lunes un control de identificación a algunas de las personas que se encontraban en la fila en la puerta de embarque, según confirman varias fuentes, pero Ahmad y sus compañeros pudieron entrar en el avión antes de que los agentes les requiriesen su documentación.

Los amigos de Ahmad tuvieron “suerte”, cuenta el marroquí ya desde Almería, donde trabaja como temporero desde hace años. “Había una fila de más de 30 personas y la policía empezó a pedir el pasaporte a algunas, de forma aleatoria. Pasaban un rato con cada persona, así que algunos ya pudimos empezar a entrar”, cuenta el joven: “Si les hubiese tocado a mis amigos, les hubiesen dejado atrás... Menos mal”, confiesa el chico, de 20 años, quien había pedido varios días libres en la finca en la que trabaja para recoger a sus compatriotas.

Amine no pudo librarse de la parada policial. Los agentes desplegados le pidieron su pasaporte y, aunque estaba en regla, detectaron que el joven se encontraba en situación irregular. “Me han cogido. Yo tengo pasaporte, ¿por qué no me han dejado subir?”, se preguntaba el joven desconcertado, escasas horas después del despegue del vuelo en el que pretendía llegar a Granada. Desde allí, planeaba trasladarse ese mismo día a Huelva para reunirse con su tía, quien vive en España desde hace casi 20 años.

Refuerzo de controles

Fuentes oficiales explican a elDiario.es que la Policía Nacional ha reforzado “desde septiembre” los controles de identificación en los aeropuertos de las islas, especialmente en el de Gran Canaria, con el objetivo de evitar la salida de las islas de migrantes en situación irregular. No detallan de qué manera se desarrollan dichos dispositivos. El activista Sani Ladan denunció este miércoles identificaciones “discriminatorias”, basadas en el perfil étnico o racial: “Paraban exclusivamente a todos los que tenían rasgos africanos, independientemente de su nacionalidad y su situación administrativa”.

El control policial de este lunes ha desbaratado los planes de Amine. “Vengo para trabajar en la fresa”, respondía con ilusión un día antes de la ruptura de sus expectativas. No le importaban las difíciles condiciones de trabajo del campo onubense a las que se enfrentan los trabajadores migrantes en situación irregular: “Prefiero mil veces el trabajo duro de España que el sufrimiento en Marruecos”.

Pero el domingo Amine no pudo abrazar a su tía ni empezar a mover hilos para buscar empleo en la recogida de frutos rojos. El marroquí regresó por sus propios medios a la localidad turística de Puerto Rico y pasó una noche más en el hotel donde son acogidos de emergencia los recién llegados a Canarias.

“Yo no quiero estar en un hotel, yo quiero trabajar en el campo, en la península: ahora ya no me queda dinero, ¿qué hago?”, se lamenta el marroquí. Desde niño, explica, tenía en la mente la idea de migrar a España, pero tras la pandemia la situación económica en casa empeoró. Los trabajos temporales que encadenaba como mecánico en su país se frenaron en seco. Su padre trabaja en un hotel, cerrado por la crisis sanitaria. “Estaba en casa sin hacer nada y yo quería trabajar”, insiste.

Cómo funcionan los traslados

Los traslados autorizados de migrantes desde Canarias a la Península son competencia de los ministerios de Migraciones e Interior. El departamento dirigido por José Luis Escrivá envía al equipo de Fernando Grande-Marlaska una serie de listados de posibles personas a derivar a la Península, propuestos por las ONG que gestionan su acogida. Interior se encarga de autorizar una parte de estos, muy reducida desde principios de este año, a los que proporciona salvoconductos que permiten su viaje a pesar de encontrarse en situación irregular. El billete es financiado por la organización, que también los recoge en el lugar de destino, donde cuentan con una plaza en el sistema de atención humanitaria.

La confusión gira en torno a las explicaciones del Gobierno acerca del tránsito de migrantes a la península sin autorización. Desde Interior llevan meses negando estos viajes, vinculándolos en ocasiones con los traslados de migrantes autorizados por el Ejecutivo. Las salidas organizadas, sin embargo, se limitan a aquellas personas de “perfil vulnerable”, es decir, demandantes de protección internacional, enfermos, mujeres embarazadas, o personas de países con los que España no cuenta con un acuerdo de expulsión.

No obstante, la polémica generada por los bulos difundidos a raíz de la llegada de 38 migrantes a Granada por sus propios medios ha empujado a la Subdelegación del Gobierno en Granada a reconocer estos viajes, a pesar de la política de bloqueo de Interior. Estas personas, ha apuntado la subdelegada, son “libres” tras haber pasado 72 horas por el correspondiente Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE), por lo que, “con sus recursos propios, se han podido trasladar en un avión comercial” a Andalucía u a otras zonas de España.

Las declaraciones de la subdelegada se contradicen con las explicaciones aportadas por la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero: “No nos constan que se produzcan desplazamientos de personas que no estén en condiciones regulares de poder hacerlo”, ha indicado la ministra. “Las reubicaciones se hacen de forma concreta o puntual priorizando aquellos que tienen protección o que pertenecen a colectivos vulnerables”, ha añadido. “Las personas migrantes que llegan a las costas canarias son personas en situación irregular y que por lo tanto no disponen de documentación acreditativa, por lo que su traslado a otras comunidades autónomas debe de ser autorizado”, recalcan por su parte desde Interior.

Mientras el Gobierno ha acelerado esta semana el ritmo de las deportaciones a Marruecos, según ha adelantado El País, Amine busca a toda prisa otra oportunidad para desplazarse a la península. La negativa de los agentes a permitir su acceso al avión le ha descolocado, pues creía que no iba a encontrarse obstáculos al contar con su pasaporte en regla. Su amigo de la infancia, Hassan, también ve en su caso un golpe de realidad. “Si él no ha podido viajar y tiene pasaporte, ¿qué voy a hacer yo si lo tengo caducado?”, se preguntaba desconcertado el día que se enteró de lo ocurrido a su amigo.

Cientos de migrantes marroquíes que carecen de pasaporte en regla tratan de encontrar una vía para arreglar su documentación en el consulado de su país, para lo que es necesario contar con un certificado de empadronamiento, un trámite difícil de conseguir en su situación –acogidos en alojamientos de emergencia– pero para el que ya empiezan a surgir ofertas de quienes se aprovechan de su situación.

El tío y el amigo de Ahmad ya se encuentran en casa de sus familiares, después de sortear el control policial y el bloqueo de Interior. “Están descansando, están muy contentos de que hayamos tenido tanta suerte”, relata el marroquí en un español de marcado acento almeriense: “Ahora es más complicado pero, cuando mejore el tiempo y falten manos en el campo, pronto empezarán a poder trabajar, aunque estén en situación irregular, como ocurre siempre”, augura el joven desde la experiencia de dedicarse a la recolección de tomate desde hace años.

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