Opinión y blogs

Sobre este blog

Chantaje al Rey

No es la primera vez que el rey Juan Carlos de Borbón sufre un intento de chantaje. Esta película ya la hemos visto antes: con Conde, con De la Rosa y con tantos otros tiburones de aquellos años en los que España era un gran país para hacerse millonario. Siempre eran viejos amigos de la real casa, compañeros de cacerías que utilizaban a otros cortesanos como intermediarios, los que trataban de agarrarse a la corona para evitar la cárcel. La gran novedad de este nuevo intento es que el chantaje es a lo grande: en estéreo, en 3D, en vivo y en directo. En abierto. La noticia está en prime time en las televisiones, en las redes sociales, en las peluquerías y en los mercados de abastos; no es un feo asunto que solo circule entre las élites, como pasó con anteriores escándalos.

La presión sobre la Casa Real es evidente, aunque se presente como una «estrategia de defensa», como eufemísticamente la nombró la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. No hay otra forma de explicar por qué el abogado del imputado Diego Torres -socio del talonmanista Iñaki Urdangarin- va presentando de tanto en tanto, con estudiada cadencia, dosis homeopáticas de sus correos electrónicos en los juzgados. Es tan burdo que resulta pornográfico.

Siguel leyendo en El Periódico

No es la primera vez que el rey Juan Carlos de Borbón sufre un intento de chantaje. Esta película ya la hemos visto antes: con Conde, con De la Rosa y con tantos otros tiburones de aquellos años en los que España era un gran país para hacerse millonario. Siempre eran viejos amigos de la real casa, compañeros de cacerías que utilizaban a otros cortesanos como intermediarios, los que trataban de agarrarse a la corona para evitar la cárcel. La gran novedad de este nuevo intento es que el chantaje es a lo grande: en estéreo, en 3D, en vivo y en directo. En abierto. La noticia está en prime time en las televisiones, en las redes sociales, en las peluquerías y en los mercados de abastos; no es un feo asunto que solo circule entre las élites, como pasó con anteriores escándalos.

La presión sobre la Casa Real es evidente, aunque se presente como una «estrategia de defensa», como eufemísticamente la nombró la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. No hay otra forma de explicar por qué el abogado del imputado Diego Torres -socio del talonmanista Iñaki Urdangarin- va presentando de tanto en tanto, con estudiada cadencia, dosis homeopáticas de sus correos electrónicos en los juzgados. Es tan burdo que resulta pornográfico.