Entrevista Cineasta

Albertina Carri: “El Gobierno de facto en Argentina en complicidad con la sociedad civil hizo desaparecer vidas”

La obra de Albertina Carri (Buenos Aires, 1973) es difícil de catalogar, según confiesa ella misma. Va del documental a la ficción y de la animación a la pornografía, pero todas sus películas tienen un punto en común: la desnaturalización de la violencia. “Cada una de mis películas trabaja sobre algún tópico que demuestra cómo naturalizamos sistemas que oprimen. A veces de manera más obvia, como las dictaduras, y otras de maneras menos obvias, como el capitalismo eurocentrista que se ejerce sobre nuestra educación como cineastas y como ciudadanos”, asegura.

Esta directora, guionista, productora y activista feminista sabe de lo que habla, porque conoció el significado de la palabra violencia cuando era muy pequeña, concretamente a los cuatro años cuando sus padres, intelectuales y militantes revolucionarios, fueron secuestrados y desaparecidos por la dictadura militar de 1977. Durante el cautiverio lograron escribir algunas cartas a sus hijas. Carri las describe como la 'no-obra'. “Así llamo a esa gran obra que son las cartas que mamá nos mandó a mis hermanas y a mí. Fueron las teas que iluminaron algo de un camino muy difícil de atravesar. No solo por su ausencia, sino porque luego de su desaparición vino el silencio y la violencia de la época sobre nuestros propios cuerpos”, detalla.

El festival de cine y artes escénicas LGTBI+ de Bilbao Zinegoak ha querido realizar un reconocimiento a la vida y obra de Carri y le entregará el próximo lunes su Premio Honorífico, el máximo galardón que entrega el festival, por ser una de las voces más influyentes de toda una nueva generación de creadoras latinoamericanas.

Recibirá el máximo galardón de Zinegoak en la gala de inauguración que se celebrará el lunes en el Teatro Arriaga. Desde el festival destacan de usted que “se trata de una de las voces más influyentes de toda una nueva generación de creadoras latinoamericanas” y que su trabajo es “una continua exploración de lenguajes propios y formas de mostrar todo aquello que las miradas dominantes pretenden dejar fuera de campo”. ¿Qué supone este premio para usted?

Hace tiempo que no presto mucha atención a los premios, porque son importantes para que las obras tengan mayor visibilidad, pero no siempre tienen una relación directa con el trabajo realizado, ya que se seleccionan bajo cientos de criterios que a veces exceden a las intenciones de las películas y sus realizadores. Sin embargo, debo decir que este premio honorífico me llena de orgullo porque es un reconocimiento a mi trabajo en general. Es un reconocimiento a mi cine y a mi forma de pensar y escribir el mundo, y eso es muy acogedor siempre, qué los demás reconozcan una tarea realizada durante tantos años. 

Cada una de mis películas trabaja sobre algún tópico que demuestra cómo naturalizamos sistemas que oprimen

Con motivo del premio honorífico, Zinegoak ha organizado un ciclo especial sobre su cinematografía. ¿Con qué le gustaría que el público vasco se quedase de sus obras? ¿Qué es lo que busca expresar con su cine?

Mis películas son muy difíciles de catalogar porque son todas muy diferentes entre sí. Van del documental a la ficción y de la animación a la pornografía, pasando por momentos súper experimentales, narrativos muy clásicos y reflexiones filosóficas sobre el cine y la mirada. Sin embargo, creo que hay un punto en común y es la desnaturalización de la violencia. Cada una de mis películas trabaja sobre algún tópico que demuestra cómo naturalizamos sistemas que oprimen. A veces de manera más obvia, como las dictaduras, y otras de maneras menos obvias, como el capitalismo eurocentrista que se ejerce sobre nuestra educación como cineastas y como ciudadanos. 

Su segundo largometraje, 'Los rubios', trata sobre su padre y su madre, intelectuales y militantes revolucionarios, secuestrados por la dictadura militar de 1977 y desaparecidos cuando usted apenas tenía cuatro años. ¿Qué supuso para usted llevar la historia de sus padres al cine?

'Los rubios' no es exactamente la historia de mi madre y mi padre, sino una parte de mi propia historia. Es la historia sobre qué significó para mí y para mi generación, para aquellos que estábamos en el jardín de infantes cuando sucedió la dictadura, el genocidio de una generación, la desaparición de los cuerpos y la desaparición de muchísimas imágenes. Cómo se convive con esa ausencia y con esa falta de justicia y cuál es el legado ético político que esa generación a la que el pensamiento hegemónico de la época llamó subversiva, cómo algo nocivo para la convivencia en sociedad. Lo que hace 'Los rubios' es enfrentar al espectador a mi propia experiencia: la de la ausencia. No se cuenta la historia de dos intelectuales asesinados, sino que se cuenta cómo el Gobierno de facto en complicidad con la sociedad civil hizo que esas vidas desaparezcan y, con ellas, su historia.

Antes del silencio definitivo, usted y sus hermanas recibieron una serie de cartas de sus padres desaparecidos. ¿De qué manera esas cartas han guiado su vida?

No sabría explicarlo muy bien. Pero los libros que dejó escritos mi padre y la 'no-obra' -así llamo a esa gran obra que son las cartas que mamá nos mandó a mis hermanas y a mí- que dejó mi madre, fueron las teas que iluminaron algo de un camino muy difícil de atravesar. No solo por su ausencia, sino porque luego de su desaparición vino el silencio y la violencia de la época sobre nuestros propios cuerpos. 

¿Han tratado de buscar justicia por el caso de sus padres?

Sí, por supuesto.

¿En qué quedó el caso?

Hace apenas unos cuatro años la causa de mis padres fue parte de un juicio por lesa humanidad. Sin embargo, la justicia, la verdadera justicia poética, en mi caso no ha sido la institucional sino la que obtuve de la comunidad. De mis amigas y amigos, de mis parejas y de mis colegas. El amor incondicional que he recibido por parte la familia emocional y artística que me rodea. No solo con quienes comparto la filiación de mi hijo, sino también con quienes trabajo y discuto mis ideas cinematográficas y literarias. Mis ideas narrativas que en definitiva son las ideas políticas que plasmo sobre mis obras. 

La 'mass media' nos sigue considerando a las personas LGTBIQ+ como una minoría o como una franja de la población vulnerable

¿El arte, en este caso el cine, es una herramienta para aprender a vivir con sucesos como ese o para denunciarlos ante la sociedad?

El arte y el cine son sucesos vitales y necesarios en nuestra vida, tanto como el amor y la confianza. Son pura potencia política y en ese sentido pueden conducirnos hacia la denuncia como hacia la supervivencia. Aunque en la palabra denuncia no sea de mi agrado. Prefiero siempre buscar otras formas de la comunicación que las considero más profundas y contundentes. 

Su cine, al igual que el festival Zinegoak, está estrechamente ligado a los derechos LGTBI. También ha realizado series de televisión abordando esa temática ¿Considera que las personas LGTBI siguen siendo discriminadas en espacios como el cine o la televisión? ¿De qué manera?

Considero que la 'mass media' nos sigue considerando como una minoría o como una franja de la población vulnerable. Por son tan importantes estos espacios como el Zinegoak, donde se pueden ver películas de todo el mundo y escuchar voces que no están centradas una mirada heterocapitalista. 

Su hijo fue el primer inscripto en Argentina con triple filiación de su padre y dos madres, una de ellas usted. ¿Qué supuso para ustedes en aquella época romper con los estándares de la familia tradicional para construir el modelo de familia que ustedes querían vivir?

Nuestro hijo nació en el año 2008 y fue inscrito como hijo de madre soltera. Tuvimos ese recaudo para que se pueda reconocer los derechos de la otra madre, porque si lo anotábamos como hijo con madre y padre, luego iba a ser muy difícil que la ley reconozca otra madre. Luego llegó la ley de matrimonio igualitario, en el año 2010 y ahí le hicimos su segunda partida de nacimiento, dónde se reconoce a las dos madres y a partir de eso iniciamos los trámites para que también se incorpore al padre. Pero como no queríamos que se judicialice el caso porque no estábamos dispuestas a que nuestro hijo tenga que enfrentarse a jueces y a abogadas, fue que lo iniciamos como un trámite civil de cambio de partida de nacimiento. Finalmente en el año 2015 nos aceptaron el trámite en el registro civil y nuestro hijo tiene los tres apellidos. ¡Tres partidas de nacimiento! (risas) Y él se sintió muy feliz cuando obtuvo ese derecho. Que se reconozca a su familia tal cual es. 

A mi país todavía le falta el reconocimiento a las personas que sufrieron violencia por discriminación en etapas anteriores y que han quedado con secuelas

¿Siguen latentes en la sociedad los estigmas ligados a los diferentes tipos de familias o se han dado pasos adelante en ese sentido?

Se han dado muchos, muchísimos pasos. Pero queda mucho, mucho por hacer.

¿Cómo valora la lucha de los derechos LGTBI en Argentina y Latinoamérica? ¿Qué considera que queda por hacer?

Argentina ha sido un país de vanguardia en el reconocimiento de derechos de la comunidad LGBTIQ+ y me cuesta hablar en nombre de Latinoamérica porque es un territorio muy amplio y complejo con realidades muy diversas. Puedo decir de mi país que si bien el cambio cultural se ha ido profundizando a partir de las leyes, todavía falta el reconocimiento a las personas que sufrieron violencia por discriminación en etapas anteriores y que han quedado con secuelas. El Estado debe hacerse cargo de esas personas que en algunos casos lo han perdido todo o no han podido recibir ninguna educación porque fueron expulsadas a la calle. Y también el cine, la televisión y los medios de comunicación en general tienen la obligación ética ciudadana de colaborar con ese cambio cultural y desarticular el paradigma de inmoralidad que se desplegó sobre nosotras durante siglos. 

elDiario.es/Euskadi

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