Por qué vote la Constitución

Andrés Holgado

Mérida —

Artículo 38: Planificar la libertad. La Constitución española de 1978 dice en su artículo 38: “Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación”. Y yo voy, llego, cojo, agarro, y digo, pues esto lo voto yo, aunque preguntándome antes: ¿Por qué dice que “y, en su caso, de la planificación”, y no siempre? Y llegué a mis propias conclusiones, que pudieran ser erróneas o ingenuas, y voté sí. Porque si la libertad no se planifica no hay mercado sino jungla.

La libertad y el mercado (ambas cosas) no es algo que “se tenga” sino que debe planificarse, someterse a reglas. La libertad no se hace, se organiza, parafraseando a un “insigne teórico” de las libertades posibles... ¿Quién manda en “el mercado”, la plaza esa en la que se unen “oferta” y “demanda”? ¿Por qué es posible la existencia de la propia “plaza” en ese pueblo o sociedad? ¿Manda la oferta? ¿Manda la demanda? ¿O manda el “ayuntamiento” o el “consejo de ancianos” o lo que exista como “poder regulador” en esa aldea? ¿Una empresa puede ignorar al pueblo al que dirige sus productos o servicios y las normas que ese pueblo se haya dado? Sin espacios asignados por alguien, nadie podría ni siquiera andar por el zoco, y el más rico del poblado se quedaría con el santo, la peana, la limosna y hasta encontraría en seguida las bendiciones de algún otro santón vivo... Pensadlo.

La teoría económica encuentra sus causas y sus consecuencias en la más simple realidad social que formamos las personas y nuestras necesidades, en toda cultura: la necesidad del intercambio de nuestros productos y saberes, y la necesidad de reglas que permitan ese intercambio en orden y en cierta convivencia. A eso también conviene llamarle planificación. Perdamos los miedos a las palabras. Yo voté la Constitución de 1978 pese a mi oposición radical a muchas de sus premisas, y voté que sí por algunas pequeñas cosas o frases tan sencillas como la que acabo de destacar en ese artículo: “y, en su caso, de la planificación”. Por cosas como esta suelo decir en estos tiempos “Viva la Constitución” (menos el 135 de 2011, porque “eso” no lo voté y me hurtaron con él, muchas otras cosas, además de mi derecho a votarlo).