Avast, los rebeldes comunistas que conquistaron Occidente regalando antivirus

Cuando internet aún daba sus primeros pasos y muchos pensaban que el crecimiento exponencial de los ordenadores podría llevar al colapso de las redes, ya había por el mundo quien pensaba en cómo proteger a esas máquinas de las estratagemas que idearían los malhechores para atacarlas, sirviéndose de unas conexiones aún rudimentarias. En la humilde Praga, aún capital de una Checoslovaquia comunista estrechamente vinculada con la Unión Soviética, dos jóvenes desarrolladores se toparon con el invento que cambiaría sus vidas.

Quiso la fortuna que, a la vuelta de un viaje de negocios, uno de los miembros del equipo del Instituto de Investigación de Máquinas Matemáticas eligiese como 'souvenir' un disquete que contenía un código extraño. No era otra cosa que un virus informático llamado Vienna. La situación bien podría haber quedado en simple anécdota, pero donde muchos solo habrían visto una 'frikada', Pavel Baudis y Eduard Kucera vieron una oportunidad. Tanto es así que comenzaron a indagar en un escenario en el que pocos antes se habían sumergido - y menos en la Europa pro soviética - y desarrollaron la primera versión del antivirus Avast!.

Unos visionarios rebeldes

En uno de sus discursos más memorables, Steve Jobs quiso homenajear “a los rebeldes”, porque “ellos cambian las cosas”. Esta máxima bien se podría aplicar a uno de los miembros de la dupla. Y es que, en un estado satélite de la URSS, donde todo debía seguir unas directrices marcadas por el gobierno y salirse de esa senda tenía consecuencias, Eduard Kucera decidió no unirse al Partido Comunista Checoslovaco. Y no fue su único alejamiento del sistema. “Las autoridades comunistas me prohibieron hacer física, así que hice informática”, recuerda en declaraciones a USA Today.

Tanto Kucera como Baudis continuaron sus estudios y acabaron por ser especialistas en virus, lo que hoy se conoce como expertos en seguridad informática. Su pasión por aquel extraño descubrimiento era tal que un año más tarde fundaron su propia cooperativa, ALWIL Software, ciñéndose a las normas del régimen comunista. Pese a que en los primeros momentos, cuando la informática estaba solo empezando a expandirse, no eran muchos los ciudadanos que necesitaban la ayuda de un experto informático, sí que muchas instituciones, como bancos y negocios locales, requirieron los servicios esta nueva sociedad.

Las cosas fueron bien durante unos años, pero la bonanza del negocio se vio truncada cuando, tras la caída del muro de Berlín en 1989, la Unión Soviética tocó a su fin y la conocida como Revolución del Terciopelo devolvió a Checoslovaquia a la senda de la democracia y del capitalismo que ya se había implantado en todo el mundo. En medio de esta marea de cambios, Baudis y Kucera pudieron fundar en 1991 su propia compañía. Pero entonces nadie parecía querer negociar con una empresa checa... “En ese momento parecía que tendríamos que cerrar nuestro negocio”, cuenta uno de los fundadores.

Del capitalismo al comunismo

La vorágine de cambios pilló desprevenidos a estos informáticos checos. Mientras tanto, en Estados Unidos, en la ciudad californiana de Santa Clara, John McAfee ya rentabilizaba el antivirus que había bautizado con su nombre. Así que la firma europea, que pasaba por enormes dificultades y estaba al borde del abismo, vendió en 1997 el motor de búsqueda de Avast! al “niño salvaje de Silicon Valley”, que quería incorporarlo a toda su línea de productos. Como comprobarían después, fue menos una solución que un parche.

Fue entonces cuando Eduard Kucera decidió que la estrategía debía ser otra. Él creía que todos los ordenadores del mundo debían estar protegidos contra cualquier amenaza, independientemente de los recursos que tuviera el propietario de la máquina. Por eso convenció a los suyos para lanzar su antivirus de forma completamente gratuita. Así fue como, el 1 de junio de 2001 , ALWIL Software lanzó de forma gratuita una versión de su antivirus para uso doméstico. Su precio: cero coronas.

Los resultados se hicieron esperar. Más de dos años (30 meses, para ser más exactos) tardaron en alcanzar el millón de usuarios, ya que todo su marketing se sustentaba en el tradicional 'boca a boca'. Mientras su base de usuarios se cocinaba a fuego lento, la firma checa fue creando nuevas soluciones de pago para instituciones, una estrategia que les permitía financiar prestaciones más avanzada de las que incluía la versión gratuita. Así, muchos años antes de la era de las aplicaciones móviles, Baudis y Kucera implantaron un modelo 'freemium' que acabó por revolucionarlo todo.

Ahora, cuando casi 200 millones de clientes de 43 idiomas distintos participan del 25 aniversario de la compañía, que ya tiene lista una nueva versión de su antivirus, solo un 3% de los usuarios pagan por sus servicios (un 10% en el caso de Estados Unidos), pero su arriesgado modelo consiguió ir más allá. Gracias a una apuesta tan descabellada como regalar su producto, estos visionarios checos consiguieron crear una base de investigación, de forma que sus productos se actualizan 250 veces al día (una vez cada seis minutos) para frustar los intentos de ataque.