Los flamencos, arrinconados en Ibiza por la sequía y la presión humana

Esther Cabezas

Eivissa —

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La zona protegida de Ses Salines d’Eivissa i Formentera está situada entre las dos islas Pitiüses, incluyendo la parte marina y la terrestre, acogiendo gran variedad de especies entre las que se encuentran numerosas aves. Entre ellas destacan los flamencos (Phoenicopterus roseus), aves neognatas de la familia Phoenicopteridae, de los que desde el año 1989, antes de que la zona fuera declarada Parque Natural, existen censos. Además, según se refleja en cartografías del siglo pasado y anteriores, el Estany Pudent de Formentera aparece denominado como el Estanque de los Flamencos, con lo que parece ser que su presencia es muy anterior.

Estas aves son de gran envergadura, de entre 80 cm y 1,40 m de largo, y tienen un peculiar color salmón, debido a la ingesta de  su alimento preferido, un diminuto crustáceo llamado artemia salina. Disponen de  patas y cuello largo, lo que hace que se adapten bien a diferentes profundidades de las lagunas salobres y salinas donde se alimentan. Su pico es muy característico, con una pronunciada curvatura hacia abajo y dotado de unas laminillas internas para retener las sustancias alimenticias al filtrar el limo. 

En concreto, la colonia de flamencos en ses Salines de Eivissa i Formentera ha ido variando en número desde que se tienen registros. En los años noventa del siglo pasado, se contabilizaban entre 40 y 70 ejemplares pero, últimamente, su presencia es más numerosa sobre todo entre los meses de julio y octubre, batiéndose el récord este mes de agosto con 1.380 ejemplares, aunque se encuentran también en menor número durante todo el año. Y es que los flamencos no son aves migratorias, sino que se mueven aleatoriamente, según les conviene, en busca de alimento y de hábitats tranquilos, lo que es muy curioso si pensamos, por ejemplo, que sufren dentro del mismo Parque la presión humana derivada del turismo. En concreto, en Eivissa, dentro de su perímetro se encuentra la playa de ses Salines, uno de los centros neurálgicos del postureo turístico, además de la explotación salinera y la presencia, justo en sus límites, del aeropuerto de es Codolar, que, según los últimos datos aportados por AENA, hasta el mes de abril de este año registraba 5.734 operaciones, dato que se incrementa en la época estival.

Sin embargo, y a pesar de todos estos hándicaps, este verano se ha registrado el número más alto de flamencos desde que se realiza el recuento, debido, según asegura a elDiario.es uno de los técnicos de esta zona protegida, Vicent Forteza, “al aumento del número de ejemplares, en general, en las zonas habituales de la península y el sur de Francia, y a la sequía que están sufriendo”. Así, en este mes de agosto, los 1.380 flamencos avistados, se han instalado, sobre todo, en las salinas de Eivissa. Y no es que las Pitiüses no estén padeciendo la falta de lluvias de todo el entorno mediterráneo, sino que al ser un hábitat que mantiene el nivel de agua en sus estanques artificialmente por la explotación salinera, estas aves tienen asegurado su alimento. Además, parecen estar acostumbradas tanto al tráfico aéreo como a la presión de la maquinaria pesada de Salinera Española, que desde 1898 se hace cargo de la extracción de la sal, ya que se sitúan en zonas en las que no se sienten amenazadas por estas actividades.

Anidamiento por primera vez en Eivissa

Asimismo, este verano el personal técnico del Parc Natural de ses Salines ha detectado en Eivissa por primera vez 42 nidos, que, aunque se han hecho en época de segunda puesta, en julio, sí es excepcional, ya que hasta la fecha los flamencos no habían escogido estos lugares para establecer sus nidos. Sin embargo, según el presidente de la entidad conservacionista GEN-GOB, Joan Carles Palerm, “es poco probable que este año veamos huevos, ya que normalmente la primera puesta la hacen en primavera y establecen una segunda, por si la primera no ha salido bien”. Lo que sí parece deducirse de este comportamiento es que los flamencos están buscando nuevos lugares para criar, quizás debido a las condiciones climatológicas que estamos sufriendo“, asegura a elDiario.es.

Los flamencos están buscando nuevos lugares para criar, quizás debido a las condiciones climatológicas que estamos sufriendo

Los flamencos han instalado estos nidos en una zona de un metro de ancho y de entre 100 y 200 metros lineales en la que estas aves se encuentran seguras, ya que ni la maquinaria de gran envergadura de la explotación salinera, “que por desgracia no respeta las motas tradicionales”, ni la presión humana pueden llegar hasta ellos. “Los flamencos, al no disponer de espacio terrestre, han aprovechado esta zona muy estrecha para poner los nidos, están todos en fila, pero aún no se ha detectado ningún huevo”, explica Vicent Forteza. Como decimos, esta circunstancia no se había dado nunca en Eivissa, aunque el otrora Estanque de los Flamencos había sido un lugar de anidamiento y cría.

En este sentido, Joan Carles Palerm asegura que en la Camarga francesa, región con una de las mayores poblaciones de Europa, “se construyeron islas artificiales para favorecer la cría y, parece ser, que es por este motivo que la población de flamencos en el Mediterráneo ha ido creciendo con los años”. 

Presión sobre el Parque

Tanto el equipo técnico del Parque, que depende de la Conselleria de Medi Ambient del Govern balear, como las entidades ecologistas coinciden en que en la actualidad lo que más preocupa, para que la colonia de Phoenicopterus roseus siga sintiéndose segura y continúe visitando las Pitiusas, es la presión humana y, curiosamente, no apuntan al turismo que acude en masa dentro del mismo Parque, con la existencia de establecimientos hoteleros y de restauración dentro del área protegida. Tampoco señalan a la maquinaria de gran tonelaje que se utiliza para la extracción salinera, ni al ruido y el vuelo de los aviones que cada día despegan y aterrizan en el aeródromo de Eivissa sobre las cabezas de los flamencos, que se pueden avistar incluso desde las aeronaves.

El mayor peligro, según técnicos y conservacionistas, son las personas que se introducen entre los estanques practicando deporte, con sus perros, haciendo fotografías o con la intención de ver más de cerca a estas maravillas de la naturaleza, “porque los flamencos se encuentran seguros dentro del entramado de estanques donde se alimentan y nos estamos encontrando a personas que, seguramente por desconocimiento, quieren acercarse a ellos”, nos cuenta el técnico Forteza, lo que hace que estas aves se sientan desprotegidas y, “posiblemente”, decidan no volver, lo que supone una paradoja difícil de entender.

El mensaje en este sentido es directo: “Hay que dejar que los flamencos se alimenten y disfruten de las salinas con tranquilidad. Es muy importante que la gente sea consciente de ello”. Forteza deja muy claro que está terminantemente prohibido pasear, hacer deporte, o cualquier otra actividad dentro de la zona inundada, tal y como anuncia la cartelería instalada, y que incumplir esta normativa es motivo de sanción, tanto por parte de Salinera Española como por el Parque Natural. Los amantes de la naturaleza y las aves disponen de miradores en zonas seguras y de un centro de interpretación en Sant Francecs, en Eivissa. En Formentera, los interesados en la biodiversidad de estos parajes pueden acudir al centro de interpretación de can Marroig.

Tendidos eléctricos

Por otro lado, otro de los peligros para la subsistencia de los flamencos en el Parc Natural de ses Salines de Eivissa i Formentera son los tendidos eléctricos de alta y media tensión, así como las redes de telecomunicaciones, que se encuentran dentro mismo de su perímetro en Eivissa. “Los flamencos vuelan también de noche y son un poco torpes en su vuelo, esto, unido a sus grandes dimensiones, hace que los tendidos sean un peligro real y más en los días de viento”, seǵun Forteza.

Hasta el mes de junio de este año “los agentes de Medio Ambiente han levantado dos actas por la muerte de flamencos, además de otras dos relacionadas con el impacto y muerte de un xebe-lí y un agró roig. Por su parte, en 2021 se produjeron ocho incidentes con flamencos y uno con un mussol”, según datos aportados por la Conselleria de Medi Ambient, que asegura que desde 2017 han sido uno o dos ejemplares al año los que han resultado muertos por estas causas. La cuestión es tan importante que “hace ahora un año se ha creado un grupo de trabajo entre el Parque, las empresas eléctricas y las administraciones para llegar a un acuerdo, lo más urgente posible, que suponga el soterramiento de estas líneas de media y alta tensión”, y que se volverá a reunir a final de este verano.

Los flamencos vuelan también de noche y son un poco torpes en su vuelo, esto, unido a sus grandes dimensiones, hace que los tendidos eléctricos sean un peligro real y más en los días de viento

La compañía Red Eléctrica, con la que elDiario.es se ha puesto en contacto, asegura que desde finales de 2010, y hasta la presente década, sólo se ha producido en sus infraestructuras una colisión de Phoenicpterus Roseus, en concreto, en 2014. “En marzo de 2021 se tuvo noticia de cuatro colisiones; si bien la línea tenía a la fecha instalados dispositivos anticolisión de tipo espiral y cumplía con lo preceptuado en el RD 1432/2008”. La compañía asegura que “más allá de lo preceptuado legalmente y de manera coordinada con la administración competente, se procedió a la sustitución de estos dispositivos por otros de tipo aspa reflectante, más visibles para las aves, especialmente en el atardecer”. Al parecer, desde la instalación de estos sistemas, no se ha recibido ninguna notificación que atribuya directamente el incidente a una colisión con la línea de la que Red Eléctrica es titular. “En 2022 se han registrado tres notificaciones de colisión, pero no se ha concretado contra qué infraestructura se ha podido producir el impacto, ni el tipo de aves” puntualizan.

Además, Red Eléctrica ha querido resaltar que, desde finales de 2010, año desde la compañía es su titular, y hasta la fecha, no se ha solicitado ni instado por parte de la administración competente, ni por parte de ninguna otra administración, el soterramiento de los tendidos. 

Esta redacción se ha puesto en contacto con la compañía Endesa, sin que hayamos obtenido ninguna respuesta.

El peligro de las serpientes

Por otro lado, uno de los grandes retos para la conservación de la biodiversidad en Eivissa son las serpientes, especie continental que, según los expertos, ha llegado a la isla dentro de los troncos de olivos centenarios provenientes en su mayoría de la península y que a estas alturas han colonizado, prácticamente, todos los rincones de la Isla Blanca. Estos ofidios están provocando niveles cercanos a la extinción en especies emblemáticas y endémicas de estas islas como la lagartija ibicenca, (Podarcis pityusensis), que a este ritmo podría desaparecer en 10 años, según los expertos. Además, este problema está afectando a pequeñas aves como la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), el tarro blanco (Tadorna tadorna) y el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), que también forman parte de la riqueza biológica del Parc Natural de ses Salines.

Para prevenir este daño en esta zona tan frágil, y a la que acechan tantos peligros, esta zona protegida ha sido rodeada de trampas, que las diferentes administraciones están poniendo a disposición de la ciudadanía desde 2007. Sin embargo, Joan Carles Palerm, del GEN-GOB, asegura que “en el caso de los flamencos la presencia de serpientes no supone un peligro por su gran envergadura ya que no se los pueden tragar y como, de momento, no ponen huevos, no hay peligro de que se los coman”. El problema vendría si la primavera que viene los flamencos deciden que las motas en las que han dispuesto sus nidos este año son un buen sitio para criar, por lo que se hace más urgente aún la disposición de lugares seguros por si estas aves se decantaran por las salinas de Eivissa como lugar de cría, “como se ha hecho en la Camarga francesa”.

La riqueza del Parque de ses Salines

A pesar de todos los peligros que acechan a esta zona protegida, el Parc Natural de ses Salines d' Eivissa i Formentera cuenta con diversas reservas marinas y terrestres. En concreto, se extiende desde el sur de la mayor de las Pitiüses hasta el norte de Formentera, incluyendo la zona marina que las separa, y ocupa un territorio de unas 2752,5 hectáreas terrestres (1776,3 de ellas pertenecen al Parque y 106,8 ha a la Reserva) y 14.028 hectáreas marinas (13.610,5 de ellas corresponden al Parque y 416,9 a la Reserva). Ses Salines d’Eivissa i Formentera representa un ejemplo paradigmático de la riqueza de la biodiversidad mediterránea. Su singularidad reside en constituir un área de descanso y de nidificación para las aves en sus migraciones, aunque no es el caso de los flamencos que se mueven de una manera “errática, por interés”. Como espacio natural de especial interés engloba un conjunto de hábitats terrestres y marinos, con valores ecológicos, paisajísticos, históricos y culturales de primer orden a escala internacional.

Aunque desde los años 70 ha habido un interés por proteger legalmente este área de las Pitiusas no fue hasta 1991 cuando se aplicó su protección como ANEI (Área Natural de Especial Interés), a buena parte de la zona. La Ley estatal 26/1995, de 31 de julio, convirtió ses Salines en Reserva Natural. Pero hasta el 2001, a través de la Ley 17, de 19 de diciembre, no se recalifica la zona como Parque Natural, bajo la gestión y administración del Govern de les Illes Balears.

En este pequeño paraíso, han sido censadas unas 210 especies de aves, entre las que se encuentran, además de los flamencos y las especies anteriormente mencionadas, la gaviota de Audouin (Larus audouinii) y la pardela balear (Puffinus mauretanicus). Por su parte, en el Estany Pudent de Formentera hay una de las mayores concentraciones de zampullines cuellinegros de Europa (Podiceps nigricollis). En cuanto a las especies terrestres destacan la lagartija de las Pitiüses (Podarcis pityusensis), el lirón careto (Elyomis quercinus ophiusae) de Formentera y diversas especies de caracoles y escarabajos endémicos.