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El cultivo único que fija población en la sierra riojana pero al que amenaza el cambio climático

El pueblo de Anguiano se encuentra enclavado en la montaña a casi 700 metros de altitud. A 44 kilómetros de Logroño, es la puerta de entrada a la zona del Alto Najerilla, el río que baña el pueblo muy cerca de su nacimiento. Las cuestas y calles empedradas hacen única la tradición más antigua de La Rioja, la Danza de los Zancos, y su localización también es la clave de uno de los cultivos más apreciados de la gastronomía típica riojana, la Alubia de Anguiano, que cuenta con una de las cinco denominaciones de origen protegidas.

Es un cultivo que además no se está enfrentando a los dos principales problemas de la agricultura. “No es que sea rentable, es que es muy rentable”, apunta Nacho Ruiz, director técnico de la Asociación de Cultivadores de la Alubia de Anguiano. Y además, lo que es extraño ver en el campo riojano y nacional, aquí sí se está produciendo: hay relevo generacional y esta legumbre está demostrando que es un modo para facilitar que las personas jóvenes se queden en el pueblo. “Entre los 34 socios de la asociación, claro que hay gente mayor, los productores de toda la vida, pero tenemos una Junta Directiva en la que la mayoría no superan los 40 años”, explica Ruiz.

Sin embargo, la principal amenaza ahora es el cambio climático, que ha destrozado la última campaña. A falta de los datos finales, estiman que la cosecha se ha reducido este año en torno a la mitad. “En los últimos 2-3 años, estábamos cerca de los 30.000 kilos de alubias, ya con la calidad suficiente para poder venderlos como Denominación de Origen”. Las esperanzas puestas en la última cosecha, que se preveía extraordinaria, se truncaron con las lluvias de octubre, que “provocaron algunas enfermedades a última hora que ya no se pudieron controlar y que complicaron mucho la recolección”.

Octubre es mes húmedo y de lluvias y todavía más en las zonas de montaña, pero “las cantidades de este año fueron mucho mayores que un año normal”, según explica este agricultor. Tanto que muchas fincas quedaron impracticables y ni siquiera pudieran acceder a ellas para recoger las legumbres. Además, la excesiva humedad imposibilitó un secado fundamental para esta alubia, que es lo que le aporta el intenso rojo, color vino, que le caracteriza. En Anguiano, estos frutos se secan en el campo:  “Cuando ya ha llegado al final de su crecimiento y están para recoger, se corta el tallo por abajo, lo que llamamos cortar el hilo y se dejan secando las alubias”. Este año, no solo tuvieron que trasladarlas bajo techo a pabellones, sino que no han llegado a coger su color y “se han quedado descoloridas”.

El que no quiera ver el cambio climático es que no abre los ojos

El secado a cubierto ya se hace con otras legumbres como la verdina o la faba asturiana. “Aquí no teníamos ese problema, pero puede que a partir de ahora nos lo vayamos encontrando”, teme el presidente de los cultivadores. Y es que el cambio climático está amenazando a esta legumbre como a toda la agricultura y, como dice tajante Nacho Ruiz, “el que no lo quiera ver es que no abre los ojos”. A las lluvias de este octubre, se suman otras en junio de hace dos años, “que no eran habituales ni normales”, o los golpes de calor, que “están provocando problemas de quemaduras en las plantas por la radiación y las altas temperaturas, incluso en la montaña”. Para ello, la alubia de Anguiano trata de adaptarse, adelantando o atrasando la época de siembra fundamentalmente, a unos cambios que son impredecibles.

La drástica merma de la cosecha 2024 suspendió la fiesta popular que cada año ofrece para degustar un plato de alubias de Anguiano, o caparrones como se les conoce también en otros puntos de La Rioja, según la receta tradicional. Hasta 1.500 raciones se han llegado a repartir en años anteriores para poner en valor un producto único. Sí que podrán degustarse en los diferentes restaurantes de la zona, en las Jornadas de la Alubia de Anguiano que se celebran en febrero y marzo.

La Denominación de Origen Protegida, la más reciente de las que ostentan productos riojanos, reconoce la calidad y autenticidad de esta legumbre autóctona producida solo en el término municipal de Anguiano. Una autenticidad que viene dada indudablemente por las condiciones climatológicas y medioambientales de su pueblo. Como explica Nacho Ruiz, “la pobreza del suelo de montaña le da una virtud muy grande, hace que sea una alubia pequeña y con una piel muy fina, que hace que sean muy gustosas en el paladar”. “Son un producto altamente gourmet”, señala a la vez que pone en valor cómo el agua de la montaña afecta también a las propiedades del cultivo.

Modernización para aumentar la producción

Otro de los obstáculos importantes que se encuentra este cultivo es el proceso de selección, todavía muy manual. Como cuenta el presidente de la asociación, “en Anguiano sigue siendo habitual ver en los bares o en las casas como echan las alubias encima de la mesa para apartar a mano las que no tienen la calidad suficiente”. Disponen de una máquina seleccionadora, pero reconoce que “es bastante precaria”. Esto suponen muchas horas de trabajo y “es una atasco” para el cultivador.

Por eso, el siguiente paso será la instalación de un centro de selección en Anguiano con varias máquinas, incluso una óptica de color, con el objetivo de que el productor deje la alubia en la entrada y pueda sacarla embolsada. La previsión es que pueda estar en funcionamiento para la próxima cosecha. Además de la modernización del proceso, están convencidos que puede aumentar la producción, “ya que muchos agricultores siempre han dicho que sembrarían más si no tuvieran que dedicar tanto tiempo a la selección”

Los granos rojos germinados al fresco de la sierra riojana han conseguido superar los obstáculos a los que se enfrenta la agricultura actual y han conseguido ser una alternativa de vida para quedarse en un pueblo alejado de la ciudad y en plena sierra, hasta donde no se llega rápido. Sin embargo, la crisis climática y los cambios bruscos e imprevisibles que está provocando ponen en riesgo una legumbre de color vino que es uno de los productos más apreciados de la gastronomía de La Rioja.