Aspectos que quedaron eclipsados en las conferencias por el tema de las sanciones a Irán por su programa nuclear fueron el conflicto palestino-israelí o el proceso de paz en Oriente Medio. En las reuniones participaron unos 6.500 asistentes, así como más de la mitad de los miembros del Congreso estadounidense y numerosas figuras políticas israelíes y norteamericanas.
Los representantes de la Administración de Obama le han dado prioridad a la diplomacia con Irán y a la llamada “solución de los dos Estados” para el conflicto palestino-israelí, pero el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha manifestado menos interés en estas metas, postura que compartían la mayoría de los asistentes.
Prácticamente todos los oradores participantes en la conferencia expresaron apoyo al enfoque diplomático de Obama, pero alertaron que si no traía frutos rápido se debían tomar medidas más severas. El senador Jon Kyl, uno de los principales impulsores de la ley de sanciones, llamó a adoptar un “plazo corto y estricto” para la diplomacia, proponiendo el próximo verano como límite.
No obstante, tanto los representantes del gobierno estadounidense como del israelí procuraron insistir en los puntos de consenso y de cooperación, aunque el Comité insiste en que una ley sobre el petróleo refinado en Irán reforzaría la iniciativa diplomática de Obama hacia este país. El gobierno Estadounidense no se ha pronunciado ante la posibilidad de desarrollar esta ley.
En los discursos finales destacó la intervención del senador estadounidense John Kerry haciendo una llamada al gobierno israelí para detener o revertir la construcción de asentamientos judíos. La reacción de la audiencia fue desfavorable y el senador apenas fue aplaudido en estas afirmaciones.
Esta conferencia anual ha supuesto un claro recordatorio de que la Comisión Estadounidense-israelí de Asuntos Públicos sigue siendo una fuerza reconocida en Washington, a pesar de haber sido objeto de numerosas críticas en los últimos años.