Una vida más corta por culpa de la alimentación
El sobrepeso y los hábitos alimentarios inadecuados, que crean enfermedades degenerativas, pueden provocar que los hijos vivan menos años que los padres, informaron hoy los expertos participantes en el estudio 'Alimentación, consumo y salud', y organizado por Fundación 'la Caixa'.
El médico especialista en medicina preventiva salud pública, Javier Aranceta, señaló que “la obesidad induce a enfermedades que acortan la vida. Una persona entre 12 y 15 años que presenta obesidad, desarrolla factores de riesgo que apuntan a una muerte prematura”, destacó. A su vez, señaló que se trata de una alerta intelectual, que podría producirse si no se ponen medidas y si se sigue por el mismo camino. “El entorno escolar es el sitio clave para empezar. Ha de haber un consenso para formar un perfil alimentario”, destacó.
La coordinadora del estudio, Cecilia Díaz Méndez, manifestó que existen dos paradojas. Por un lado, no hay una falta de alimentos, pero ha aumentado la preocupación por la alimentación. “Hablar de de seguridad alimentaria hoy es hablar de calidad de los alimentos”, apuntó. En este sentido, se refirió a la incertidumbre y a la incapacidad de elección del consumidor . Por otro lado, señaló que “hoy tenemos más información que nunca, pero también existen más dudas acera de una alimentación adecuada”.
Los referentes tanto en los hábitos como en los aprendizajes culinarios son hoy las instituciones y los medios de comunicación. Méndez Díaz destacó que “existe una alarma social, ya que se han perdido los referentes de confianza y los consumidores están confusos”.
Por su parte, la profesora de Derecho de la Universidad de Oviedo, Alicia de León, ha destacado que “las políticas de alimentación son hoy preventivas y no reactivas, lo que puede posibilitar la garantía de seguridad del consumidor”.
Los factores que condicionan lo que comemos son el hedonismo, la oferta alimentaria y el ritmo de vida. En relación a esto, Méndez Díaz manifestó que “esta tendencia aleja al consumidor de los patrones saludables de alimentación”. Tan sólo el 64% de las familias planifica la comida, y muchas de ellas sufren signos de desestructuración en sus rutinas alimentarias. “La carencia de fruta en el desayuno, el descenso de alimentos sanos al mediodía así como las cenas rápidas e informales componen un estilo de vida poco saludable”, señaló.
Además, la información en ocasiones es contradictoria y sesgada. “El consumidor recibe mensajes heterogéneos y en ocasiones contradictorios. Los propios científicos han ofrecido una información no siempre consistente”, declaró.
En lo que se refiere a las medidas sociales que puede llevar a cabo la Administración, el coordinador del estudio, Cristóbal Gómez, destacó que “las cuestiones como el etiquetado, los mensajes publicitarios, el uso de determinados ingredientes y elementos añadidos son algunos de los campos en los que se podría intervenir”.
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