Tensa espera

Mientras Patricia Hernández, Carolina Darias y Gustavo Matos han logrado el número de avales necesario para participar en las elecciones primarias del PSOE de Canarias, que tendrán lugar el próximo 19 de octubre, los socialistas palmeros esperan el milagro de la recuperación de su partido en la Isla, que está marcado por la hipoteca de una determinante y reciente historia. Sus militantes no entienden las batallas entre los ‘oficialistas’ (miembros de una gestora) y los ‘expulsados’ (a la espera tensa de una respuesta a su último recurso). Tal vez por ello, se sienten avergonzados en medio de una lucha sin sentido entre hombres y mujeres que, tras el oportuno debate, deberían hablar el mismo lenguaje político, perseguir objetivos comunes e, incluso, votar con igual derecho en unas primarias tan importantes como las que se avecinan. Pero la noticia es que no hay noticia. Los seis consejeros socialistas del Cabido viven en orfandad, sin posibilidad de participar con su voto de una alternativa con vocación de cambio.

No somos nadie para hablar de eso. No somos más que pobres espectadores, a los que sorprende que el presidente de la Comisión Gestora del PSOE en La Palma, Manuel Marcos Pérez Hernández, haya puesto de nuevo el dedo en la llaga sangrante de los expedientados: “…el incumplimiento reiterado de las decisiones adoptadas en los órganos democráticos del partido, órganos elegidos, no lo olvidemos, libremente por los y las militantes socialistas, supone la exclusión de nuestro proyecto, más cuando se hace para apoyar todo aquello contra lo que estamos luchando”. Es posible que, desde el punto de vista ideológico, haya un fondo de razón en su análisis, “…los consejeros socialistas del Cabildo pactaron con el PP contraviniendo las órdenes de la Federal del partido”. De todas formas, no se pueden resolver los problemas utilizando el mismo pensamiento que se usó cuando dichos problemas se crearon.

La reflexión anterior de Albert Einstein está muy lejos de las palabras de Manuel Marcos, que no parecen ser las más convenientes para superar obstáculos y han soliviantado el ánimo de muchos militantes de base, sorprendidos en su buena fe. Conversando con algunos de ellos, aludieron a sus dudas: “Nosotros, hasta ahora, creíamos que Manolo, tras los resultados de las anteriores elecciones, no compartía el compromiso firmado a nivel regional de un pacto en cascada, sino que era proclive a gobernar en varios municipios con el PP, antes que con Coalición Canaria. Por eso nos preguntamos si cambió de idea o se dejó absorber por una espiral de poder dentro del partido. De ahí, que al decir los ‘expulsados’ que por parte de la Gestora, ”no deben esperar mediación alguna“, pensemos en el inmenso error que ello supone. La razón no es exclusiva de nadie y ”lo irreconciliable -en palabras de Hobbes- nos regresa a lo más primitivo del ser humano. Un conflicto político no debe ser considerado como un desorden, sino un medio por el que se pueden crear las condiciones que hagan posible un nuevo orden“. Pero, tras sus declaraciones, no vemos a Manuel Marcos en esa dinámica, como tampoco se le vio, con truenos en la boca y rayos en la mano, cuando a sus compañeros se les postergó y apartó de sus cargos en el Cabildo, en un abuso de poder (lo estaban haciendo bien, según dijeron) de los nacionalistas.

El problema de los árbitros es que conocen las reglas, pero no conocen el juego… Y está claro que ante la injusticia cometida por Coalición Canaria, el PP fue para el grupo Socialista un compañero “justo”, siendo la antítesis de su pensamiento político. Luego, que sepamos, el pacto no obligó a los seis consejeros a replantearse la propia identidad política. Es posible que, al principio, pudiera existir un problema de tiempo y de comunicación… Más tarde, han sobrado apelaciones que encerraban verdades como puños, y tiempo para una acción política integradora. Por eso, la pregunta es clara: ¿Existe la voluntad, el firme propósito de archivar los resquemores y la animosidad generados entre políticos de un mismo partido? No.

Esta es la lucha fratricida entre hombres y mujeres que, pensando aparentemente igual, parecen no hablar la misma lengua, ni actuar de similar manera. Aquí, todo es blanco o negro. El gris no existe… Y el punto de acuerdo tampoco. El término medio, donde según los clásicos está la virtud, brilla por su ausencia desde la grotesca expulsión que trajo consigo el maniqueísmo de un pacto, cargado de matices, que no tenía que haber sorprendido en medio de una democracia plural, donde las corrientes de libertad y pensamiento están a la orden del día. Sin embargo, los estados de opinión en el seno de los partidos, son estrechos de miras. Ya lo dice el refrán: “Una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo”. Para muchos, la actitud de los socialistas palmeros no deja de ser un grito de esperanza de un grupo muy pequeño, al que se intenta hacer callar y que rechaza obedecer.