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La Transvulcania

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Los columnistas siempre necesitamos un motivo para airear nuestra forma de pensar e incluso nuestros juicios. El interés sobre un acontecimiento como “La Transvulcania” no pasa desapercibido en la Isla y los horizontes que esta prueba ha alcanzado fuera de ella, no son discutibles. Es por esta razón, entre otras, que considero oportuno dedicarle unas líneas y un poco de mi tiempo. Se trata de una carrera extraordinariamente atractiva por su recorrido y las condiciones a superar por cuantos en ella participan. El trazado es el mismo de las cuatro ediciones anteriores ¿para qué variarlo?: 83,3 kilómetros, con salida desde el Faro de Fuencaliente y llegada a Los Llanos de Aridane, después de seguir por senderos de gran recorrido el llamado “bastón cumbrero”. Un duro examen para los deportistas, puesto que se esperan como el pasado año altas temperaturas. No debemos olvidar que el calor provocó abandonos y más de un desfallecimiento a corredores de élite.

He leído que “La Transvulcania” pasa por ser la carrera con más solera de toda Canarias, supongo que el adjetivo no se aplica por su antigüedad sino por el carácter y dificultad de la prueba, unido a la casta y al origen internacional de los participantes, cuyo perfil les sitúa entre los mejores en los rankings europeo y americano. Uno, que no es experto en estas lides, no presta demasiada atención a las bajas de corredores como Dakota Jones, Iker Karrera o, la más reciente, de Miguel Heras, porque aún siendo importantes, no mermarán un ápice el éxito de la prueba aunque se lo pongan más fácil al gran favorito, el catalán Kilian Jornet. Para ello, se confía plenamente en los organizadores de la competición: de una parte Salomon Nature, de otra, la Consejería de Turismo y Transportes y el Área de Medioambiente del Cabildo con la colaboración de la Consejería de Deportes y diferentes instituciones y patrocinadores.

La ultra-maratón Transvulcania 2013 viene siendo un dardo promocional de La Palma lanzado con muy buena puntería y, por tanto, junto a la media-maratón de 26 kilómetros con llegada al Refugio del Pilar, volverá a conseguir los objetivos deportivos y promocionales que pretende. Es sintomático el hecho de que BinterCanarias haya aumentado estos días las conexiones con la Isla para atender la elevada demanda de plazas con motivo de una prueba que sigue dando que hablar y mucho. Esto nos anima a espolear y fortalecer nuestros deberes de cara a un acontecimiento en el que, este sábado, el eco-deporte y el eco-turismo se dan la mano. Del atendimiento a los miles de visitantes que convoca la prueba, de una grata convivencia entre nosotros, dependerá que el efecto llamada se multiplique, porque si de algo estoy seguro es de que la Isla, con la materia prima de su paisaje, les convencerá.

La localización geográfica de La Palma, la altitud y los contrastes topográficos unidos a la desigual distribución de la humedad propician una distribución espacial de formaciones vegetales, que colorean los distintos parajes del recorrido en una secuencia de pisos en los que se asocian especies botánicas con exigencias ecológicas más o menos afines. Paisajes volcánicos que empiezan en la costa con cardones, tabaibas y tederas, para de inmediato alcanzar las zonas de cultivo entre platanales y viñedos, y más arriba un nuevo piso de fayal-brezal (monteverde) y de pinares, que si bien es más propio del norte de la Isla, en la zona de Cumbre Nueva estas especies han desarrollado mecanismos de supervivencia, llegando a colonizar laderas desde los trescientos hasta los dos mil metros, favorecidas por las cascadas de nubes formadas a consecuencia de la lluvia horizontal. El paisaje está ahí y sus posibilidades son inmensas.

A lo largo del recorrido de la Transvulcania, los deportistas disfrutarán de un espectáculo único: el abrazo de la lava y el verde de mar a cumbre y de cumbre a mar, de recodos y laderas pobladas de castañeros; más abajo, como animadoras del paisaje, se divisan algunas palmeras enmarcadas por un cielo azul; y ya en la cima, alegrando el camino, los matorrales de alta montaña, retamas y codesos en flor, capaces de soportar la insolación y la sequedad del aire en unas condiciones que esperamos superen también los corredores. Sí, estoy convencido de que el paisaje no defraudará. Y con él de fondo, la Transvulcania es una propuesta inteligente, cargada de buenos propósitos, que en una isla que con más de mil kilómetros de senderos en buen estado, no necesita de muchas sugerencias. Sólo hay que “trabajar” con seriedad y rigor, como debe ser.

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