Dando la cara por el Patio Maravillas

La pasada semana el Patio Maravillas celebró su séptimo aniversario. Lo ha hecho con distintas actividades y pisando las calles de Malasaña, las mismas que ha ayudado a dinamizar con un proyecto político, social y cultural creado desde abajo y que se ha ido construyendo entre todos a medida que se iba haciendo mayor, con más aciertos que errores.

El Patio ha soplado velas con la fuerza huracanada de quien se siente respaldado por una masa crítica de más de 5.000 firmas, las que han reunido en los últimos días en apoyo a su labor y que sirven de demostración de fuerza y legitimación para solicitar a los responsables municipales un acuerdo, el que les otorgue una sede física permanente y el reconomiento de que son un actor fundamental en el Madrid actual.

Negociar antes que volver a 'okupar'

Negociar antes que volver a 'okupar'

Es probable que los días de actividad del Patio Maravillas en el número 21 de la calle del Pez estén próximos a su fin y que la Justicia dicte el desalojo del edificio, pero es seguro que de suceder esto el proyecto de El Patio Maravillas continuaría en una nueva ubicación. Sin embargo, antes de volver a 'okupar', esta vez los miembros de El Patio buscan una negociación con el Ayuntamiento que termine con la cesión por parte del Consistorio de uno de esos espacios de titularidad pública que permanecen cerrados o infrautilizados, varados entre la burocracia y la crisis, deteriorándose, yermos e improductivos.

No sería la primera vez que una cesión similar se consigue en Madrid, hay precedentes. No se está pidiendo por tanto nada descabellado y el derecho a la negociación se lo ha ganado el Patio Maravillas con hechos, durante años y a pulso.

Los miembros del Patio Maravillas presionan. Creen que corresponde al Ayuntamiento ofrecer una solución al puñado de colectivos que forman ese proyecto que son: común y sin cabeza visible, sin líderes reconocibles ni portavoces, autogestinado; una solución a los cientos y cientos de usuarios que semanalmente se benefician de las actividades y servicios que gratuitamente se prestan en el Patio; una solución a un concepto de gestión social y cultural radicalmente distinta al de los organismos oficiales pero que ha demostrado que funciona y que, paradójicamente, viene a cubrir las patentes carencias de la oferta municipal.

Hoy al Patio Maravillas acuden gentes de todas las edades y condición a arreglar sus bicicletas, a practicar yoga, canto, bailes; a leer, a cambiar e intercambiar desde ropa a cultura, a presentar libros, discos, documentales y películas, proyectos; a reunirse -simplemente-, a conspirar... Acude el vecindario en busca de apoyos de todo tipo (logístico para las fiestas, de vivienda ante desahucios), inmigrantes en busca de asesoramiento jurídico, ayuda, guía; colectivos necesitados de espacios comunes de encuentro... Si alguien conoce en Malasaña un espacio más dinámico y lleno de vida que levante la mano.

El Patio Maravillas es necesario en Malasaña, con sus imperfecciones y con todos los reproches que se le quieran y puedan hacer, con sus márgenes de mejora, pero necesario al fin y al cabo. Difícilmente podrá explicar el Ayuntamiento cómo mantiene infrautilizado un monstruo enorme como el centro cultural Conde Duque (5.000 metros cuadrados vacíos calculan fuentes del Patio Maravillas que hay de continuo en el antiguo cuartel restaurado recientemente con 80 millones de dinero público), o cómo deja que se muera cerrado un edificio municipal como el situado en el número 20 de Corredera de San Pablo, mientras cientos de 'patieros', llegado el hipotético caso de un desalojo de Pez 21, se quedan en la calle con un proyecto 'sin techo'.

Hay otras formas de hacer ciudad, ciudadanía y ciudadanos y la del Patio es una de ellas, tan válida como la que más. Hoy, Somos Malasaña da la cara por el Patio Maravillas. No lo hacermos desde la objetividad ni la imparcialidad, pero sí desde la honestidad que se le presupone a nuestra profesión periodística y desde la convicción de que este barrio es mucho mejor con un proyecto como éste entre nosotros.