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¿Qué calles de nombre franquista habría que cambiar en Malasaña?

Limpiar el callejero madrileño de nombres franquistas. Esta es la intención del consistorio de Ahora Madrid. La medida estaba contemplada en el programa con que el equipo de Carmena concurrió a las elecciones y pretende cumplir con la Ley 52/2007, conocida como de la Memoria Histórica.

Para llevar a cabo el relevo nominativo el Ayuntamiento quiere recuperar –como es habitual- personajes relevantes o, esto es más novedoso, llevar un proceso participativo para determinar qué vecinos ilustres de cada barrio son merecedores de ser recordados en los muros de sus calles.

Algún nombre que ya ha sonado para engrosar el callejero madrileño fue vecina de nuestro barrio. Es el caso de Emilia Pardo Bazán, que vivió en la calle de San Bernardo. En el caso del Distrito Centro, la nómina de nombres franquistas del callejero es menor que en otros barrios, dado que la mayoría de los nombres son muy antiguos.

Está por ver el nivel de rigor con que se aplicará la memoria, dado que son numerosas las calles que el Franquismo dedicó a personas afectas al régimen que, además, eran personalidades en tanto que músicos, literatos, etc. La portavoz del Ayuntamiento ha hablado de “aquellas que conmemoran o ensalzan el golpe de estado militar de 1936, la dictadura o a sus protagonistas”. En delimitar estos protagonismos está el quid de la cuestión.

En el caso del barrio de Universidad contamos con la plaza de Juan Pujol, que lleva el nombre de un periodista franquista y colaboracionista. Delató, entre otros, a Fernando Sánchez Monreal, padre de Fernando Sánchez Dragó, que en 2006 protagonizó una acción simbólica en la que cambió el nombre de la placa por la de su padre. Pujol fue el redactor del manifiesto golpista del general Sanjurjo durante el Golpe de Estado de 1932, y en 1936 la Junta de Defensa de Burgos le designa Jefe de Prensa y Propaganda. La plaza se llamó del Espíritu Santo hasta 1968, y cuenta con un par de nombres populares: la del Rastrillo (puesto que fue lugar de venta callejera) y, para los noctámbulos de los noventa, la del Madroño, en recuerdo un desaparecido bar.

Con menor implicación institucional tenemos en el barrio la minúscula calle de Ricardo León, que recuerda desde 1944 al escritor Ricardo León y Román. Al estallar la guerra era ya académico de la lengua, y no dudó en sumarse al bando golpista y afiliarse a Falange. Sin duda, su presencia en el callejero le debe mucho a su filiación política pero ¿entraría León en el apartado de protagonistas? El mismo año se le dedicó una calle también –hasta entonces Ronda de Conde Duque- a Serrano Jover, fusilado al principio de la guerra por su apoyo a los sublevados.

Paralelamente, tal y como publicamos en primicia en Somos Malasaña, la Asociación de Comerciantes del Mercado de Barceló ha iniciado contactos con el Ayuntamiento para intentar que la plaza de acceso al mercado lleve el nombre del socialista y activista LGTB Pedro Zerolo. Otras plazas, como la de Vázquez de Mella en Chueca, se han postulado también… pero de repente podrían quedar muchas calles vacantes para albergar la memoria del político recientemente fallecido.