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Opinión - Ir al grano. Por Rosa María Artal

Prueba del Kia Sportage MHEV: así va el Coche del Año en versión 'mild hybrid'

Hacer un coche extraordinario, que despunte o sea recordado por algo que resulta sobresaliente, es uno de los grandes desafíos a que se enfrenta cualquier fabricante. A veces, sin embargo, tan difícil como eso -e incluso más- es poner en el mercado un modelo que no sobresalga por nada en especial pero en conjunto reluzca como un producto equilibrado y redondo, en el que lo realmente extraordinario es que todo lo haga bien en términos generales.

Este es el caso del nuevo Kia Sportage, recién elegido Coche del Año en España y al que, por nuestra parte, no dudamos en calificar hace pocas semanas de “coche del momento”, en la prueba de su versión híbrida enchufable (PHEV). Ahora podemos contarte también cómo va otra variante interesante, aunque menos sofisticada desde el punto de vista técnico: la equipada con un sistema de hibridación ligera de 48 voltios.

Antes de referirnos a las peculiaridades de esta motorización en concreto vamos a repasar brevemente las razones por las que consideramos al Sportage de quinta generación un coche tan logrado. Con unos preceptivos cuatro metros y medio de longitud, es un SUV de tamaño contenido pero que dispone de una gran amplitud interior, notable en las plazas traseras, así como de un maletero muy capaz para transportar el equipaje de toda la familia, con 562 litros en esta versión microhíbrida.

El diseño exterior tiene un aspecto moderno y hasta audaz, sí, pero que no llega a caer en la estridencia, del mismo que el del interior, donde una enorme pantalla de tipo Supervision se enseñorea del salpicadero, se percibe como avanzado y tecnológico sin llegar a abrumar. El mismo equilibrio distingue al coche en el apartado dinámico -es tan ágil como neutro de reacciones- o el de terminación, pues cuenta con buenos materiales y esmerados acabados al tiempo que la factura se mantiene en magnitudes razonables para los tiempos que corren.

Siendo todo esto bueno, tal vez lo mejor de todo es que el nuevo Sportage se ofrece en una variedad de opciones mecánicas poco habitual, esto es, en versiones de combustión (de gasolina y diésel), microhíbridas también de gasolina o diésel, full hybrid e híbrida enchufable.

Centrándonos ya en el modelo mild hybrid, hemos conducido la variante con motor de gasolina de 150 CV, cambio automático de siete velocidades y tracción a las ruedas delanteras, asistido por un sistema eléctrico de 48 V. Además de apoyar al motor de combustión en determinadas circunstancias y de reducir ligeramente el consumo de combustible, esta tecnología presenta el notable aliciente de llevar aparejada la preciada etiqueta Eco de la DGT.

Salvo a través de un pequeño diagrama que puede verse en el cuadro de instrumentos, el conductor del Sportage no es consciente del funcionamiento de este sistema eléctrico auxiliar. La contracción en el gasto de carburante es mínima con respecto a la versión de gasolina de la misma potencia carente de hibridación, pero siempre se agradece.

Un consumo razonable

En el recorrido habitual donde solemos realizar nuestras pruebas hemos obtenido esta vez un promedio que se sitúa entre 7,5 y 8 litros cada 100 kilómetros, en función de si la conducción discurre un poco más por vías rápidas o en tráfico urbano. En los desplazamientos por carretera se puede conseguir, siendo exquisitos en el manejo, que la cifra ronde los 6,3 litros/100 km, aunque la media aumenta rápidamente medio litro en cuanto las pendientes se acrecientan o nosotros imprimimos un ritmo ligeramente más vivo.

Nos han sorprendido en esta versión microhíbrida -o al menos en la unidad concreta que hemos conducido- unas pérdidas de tracción bastante incómodas al iniciar la marcha desde parado. Lo más curioso del caso es que ocurrían tanto al seleccionar el modo Sport, donde podemos encontrar algún sentido a semejante respuesta, como en el Normal e incluso en el Eco, en el que el modo de funcionar de la mayoría de los coches resulta más bien moroso. Y ello pese a intentar ser de lo más cuidadoso con la presión sobre el pedal del acelerador.

No es excesiva mácula para un modelo que, por lo demás, da sobre todo grandes satisfacciones, tanto al conductor como a los demás pasajeros, en términos de espacio, comodidad, conectividad y facilidad de uso. Si en la prueba del Sportage PHEV afirmábamos estar ante un modelo redondo, precisamente por sumar a un amplio conjunto de virtudes un sistema enchufable que da mucho juego para circular sin emisiones en los trayectos cotidianos (y que da derecho al distintivo 0 de la DGT), aquí hablamos de una versión menos sofisticada técnicamente pero también muy apta y, además, bastante más asequible.

En el acabado básico Drive, el mild hybrid de 150 CV y tracción delantera, que monta un cambio manual de seis marchas, está a la venta desde unos relativamente asequibles 32.512 euros. Nuestra unidad correspondía al más equipado y deportivo GT-Line, provisto de transmisión automática entre otros añadidos, que incrementa el desembolso hasta los 42.611 euros.