La portada de mañana
Acceder
El portazo de ERC a Puigdemont deja a Illa como primera opción de investidura
El PSOE y sus socios se comprometen a dar estabilidad a la legislatura
Opinión - La derrota tiene una dignidad que Feijóo no conoce. Por Esther Palomera

Prueba del Kia Sportage PHEV: el coche del momento

Partiendo de la base de que no hay coche perfecto -ni persona ni cosa perfectas, si a eso vamos-, es cierto que algunos se sitúan más cerca de ese ideal, o al menos hacen muy difícil encontrarles fallos verdaderamente relevantes. Entre los modelos de reciente aparición, el Kia Sportage es tal vez el que más merece semejante distinción de los que han pasado por nuestras manos, junto con su primo hermano de Hyundai, el Tucson, que es además líder de ventas en España.

Intentaremos deslindar esta opinión tan tajante de nuestro gusto personal, aunque lo primero que hay que analizar necesariamente es la estética, tan decisiva antes de elegir un vehículo como subjetiva. Al parecer de quien escribe, la del Sportage es moderna, incluso muy moderna, pero no cae en las estridencias habituales en estos casos. Aplíquese esto lo mismo al exterior que al habitáculo, en cuyo salpicadero reina (según versiones) una espléndida pantalla panorámica curvada que agrupa el panel de instrumentos y la del sistema multimedia, ambos de 12,3 pulgadas.

El modelo de Kia es un SUV del segmento C que mide 4,51 metros y cuenta con un espacio interior notable para cuatro y hasta para cinco pasajeros. El equipaje de todos ellos se puede alojar en un maletero que alcanza los 591 litros en ciertas versiones de combustión, ampliables a 1.780 litros abatiendo los asientos posteriores. El híbrido enchufable (PHEV) que hemos probado nosotros se queda en unos no menos útiles 540 litros, 1.715 si se hace la misma operación. 

Esta variante mecánica desarrolla un total de 265 caballos y 350 Nm de par motor máximo. Combina un motor de gasolina 1.6 T-GDi de 179 CV con otro eléctrico que rinde 67 kW y está alimentado por una batería de 13,8 kWh de capacidad bruta. La caja de cambios es una automática de convertidor de par con seis relaciones, que funciona con suavidad y eficacia, y la tracción, a las cuatro ruedas, lo que supone un plus de seguridad.

Con estos mimbres, el Sportage PHEV es un coche de aceleraciones rápidas (emplea 8,2 segundos en el 0 a 100 km/h) y que se desenvuelve con mucha agilidad tanto en el tráfico urbano como en el de carretera. Es, además, cómodo de suspensión y al mismo tiempo estable y predecible en curvas, con poca tendencia al cabeceo y bastante rápido en los cambios de dirección que se le solicitan.

La batería de alto voltaje en este híbrido enchufable homologa 70 kilómetros de autonomía en modo eléctrico. En conducción real es difícil aproximarse a este registro, aunque solo nos movamos por ciudad, pero sí muy probablemente podamos recorrer unos 55. Si nos tomamos la molestia de recargar el coche cada día, la mayoría de los desplazamientos cotidianos podrán hacerse sin consumo ni emisiones, y la etiqueta 0 que le corresponde evita todas las restricciones a la circulación.

Eficiencia en la regeneración de energía

Lo más llamativo del sistema es su capacidad para recuperar energía para la batería, algo que podemos conseguir no solo en las frenadas y deceleraciones, sino también haciendo uso del modo de conducción deportivo (Sport), donde prima la acción del motor de gasolina, en cuanto dejamos atrás la congestión del tráfico urbano y salimos a carretera abierta. De este modo, siempre es posible recuperar unos cuantos kilómetros -propiamente hablando, la energía eléctrica necesaria para recorrerlos- que podremos usar más adelante, todo ello sin que el consumo se resienta gran cosa pues se trata de un modo discreto, de nuevo nada estridente.

Si circulamos en el otro programa disponible, Eco, el vehículo regulará de forma automática la interacción entre el motor de combustión y el eléctrico, en un modo híbrido que dará prioridad al segundo. El conductor, por último, puede elegir moverse exclusivamente solo mediante el motor eléctrico, en cuyo caso la batería permitirá hacer los mencionados 55-60 km.

Como señalábamos al comienzo, cuesta detectar en el Sportage defectos que sean realmente dignos de mención. El acabado es más que correcto; la apariencia del interior, vistosa pero discreta, y hasta el precio -desde 43.627 euros en la versión enchufable- no desentona con el de los competidores más asequibles equipados con una tecnología semejante.

Sin duda podríamos detallar pequeños detalles mejorables. Por ejemplo, que la selección de los modos de impulsión (eléctrica, híbrida…) fuera más intuitiva, que el limpiaparabrisas trasero barriera una superficie mayor o que la conexión Apple CarPlay o Android Auto no necesitara de cable… Pero ninguna de estas fallas puede ensombrecer el equilibrio de un modelo que, sumando sus virtudes generales a las particulares de la versión PHEV, se configura como uno de los coches del momento.

Dejamos para el final un elemento del que Kia está muy orgullosa y que a nosotros nos tiene el corazón dividido. Nos referimos al display colocado bajo la pantalla central que une en un solo módulo dos grupos de funciones básicas del coche: navegación y audio por un lado, climatizador por otro. En él se conjuga, además, el manejo táctil con mandos físicos, compartidos para ambos paquetes de funciones, con los que se pueden ejecutar acciones concretas como subir el volumen de la radio o bajar un grado la temperatura deseada.

Sin pretender negar originalidad al dispositivo, creemos que para el usuario puede no resultar fácilmente inteligible. Incluso después de acostumbrarse a su utilización, es frecuente que apaguemos el audio cuando queremos desconectar el climatizador, y viceversa, entre otras confusiones que acarrean mayor riesgo cuanto mayor sea la velocidad a la que pretendemos accionar dichos mandos.