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En busca de la quinta pata del gato

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Decía otrora Isabel Díaz Ayuso que: “En Madrid después de un día sufriendo nos podemos ir a una terraza a tomarnos una cerveza, al estilo madrileño”. Muchas cervezas nos tenemos que tomar estos días. ¡Menudo sufrimiento! ¡Esto es un sinvivir!

Al estilo murciano me tomo una cerveza 'Estrella de Levante', en una terraza, mientras tomo el solecito y leo: 'Los casos del comisario Croce' de Ricardo Piglia, de ese comisario que en nada se parece al comisario Villarejo, que tanto sabía de las técnicas de espionaje, en el mismo momento que alguien, en la mesa de al lado, comenta las peripecias del espionaje sobre el asunto del hermano de Ayuso; la torpeza de ese supuesto encargo desde una empresa pública y la otra torpeza del cante de la empresa de detectives. El caso de esa información reservada toma otro matiz cuando al hojear el periódico leo que fue el exministro Rafael Catalá el que avisó a Ayuso de que la estaban espiando, después de ponerse en contacto con el exalcalde Ruiz Gallardón, que trató de intermediar entre Ayuso y el actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. ¡Menudo culebrón! No sé si me siguen, yo ya me he perdido en este caso del espionaje. De pronto, oigo que una señora le dice a un joven: ¿Y tú, de quién eres? Y el joven, le responde: ¡De Marujita!

Sigo leyendo las diferentes hipótesis de los casos del comisario Croce, pero, nada no me dejan en paz. Desde hace unos días solo escucho ruido, ruido, en esa guerra abierta entre esas dos fracciones del Partido Popular, desde ese jueves que le quitaron la espoleta a la bomba, saltó la noticia por los aires, y desató la lucha definitiva por el poder y el control del PP entre los partidarios de Ayuso y los de Casado. En la mesa de al lado sigue la conversación y ahora un tipo le pregunta a otro: ¿Tú eres de Casado o de Ayuso?, y el otro le espeta: Yo soy de Soraya Sáenz de Santamaría. Por cierto, qué silencio de la Sáenz de Santamaría, desde que dejó la política.

El caso es que yo no les quería hablar de nepotismo ni de tráfico de influencias ni de corrupción, ni siquiera de espionaje, yo les quería hablar del caso del comisario Croce. El comisario Croce, cuyo método siempre es buscarle la quinta pata al gato, dice: “Nunca me preocupo por las acusas del crimen, (en esta ocasión pongamos espionaje) solo me interesan las consecuencias, lo que ha sucedido después. El crimen (digamos espionaje) es un mensaje. No debe ser analizado en sus motivaciones, sino en su forma -las pistas, los rastros-, y sobre todo en la relación que mantiene con la multitud de detalles inadvertidos”. Espero que toda esa multitud de detalles inadvertidos, mientras me sigo tomando otra cerveza al estilo murciano y concluyo las cosas de comisario Croce. Aquí parece que hay gato 'encerrao', a ver si le buscan la quinta pata.

Decía otrora Isabel Díaz Ayuso que: “En Madrid después de un día sufriendo nos podemos ir a una terraza a tomarnos una cerveza, al estilo madrileño”. Muchas cervezas nos tenemos que tomar estos días. ¡Menudo sufrimiento! ¡Esto es un sinvivir!

Al estilo murciano me tomo una cerveza 'Estrella de Levante', en una terraza, mientras tomo el solecito y leo: 'Los casos del comisario Croce' de Ricardo Piglia, de ese comisario que en nada se parece al comisario Villarejo, que tanto sabía de las técnicas de espionaje, en el mismo momento que alguien, en la mesa de al lado, comenta las peripecias del espionaje sobre el asunto del hermano de Ayuso; la torpeza de ese supuesto encargo desde una empresa pública y la otra torpeza del cante de la empresa de detectives. El caso de esa información reservada toma otro matiz cuando al hojear el periódico leo que fue el exministro Rafael Catalá el que avisó a Ayuso de que la estaban espiando, después de ponerse en contacto con el exalcalde Ruiz Gallardón, que trató de intermediar entre Ayuso y el actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. ¡Menudo culebrón! No sé si me siguen, yo ya me he perdido en este caso del espionaje. De pronto, oigo que una señora le dice a un joven: ¿Y tú, de quién eres? Y el joven, le responde: ¡De Marujita!